Cada caballo tiene una historia

Al tener un caballo con “problemas” debemos recordar que cada caballo tiene una historia y que es necesario conocerla o tratar de comprenderla para saber de donde partir en su proceso de aprendizaje.  Hay que recordar que los caballos no olvidan nada y debemos ser conscientes de esto.
Ahora ya con eso en mente podrás comenzar a trabajar. 

Observa. Gran parte del aprendizaje que podemos obtener de los caballos es a través de la observación limpia. Esto quiere decir observar primero sin suponer por qué el caballo hace las cosas.
Observa los movimientos dentro de la manada, cómo se acercan, cómo se alejan, cómo ceden o bloquean el paso. Qué reacciones tienen ante ciertos sonidos y los movimientos a su alrededor. Recuerda que el caballo por su condición de presa es un ser sumamente sensible y percibe todo lo que ocurre en su entorno. 
Investiga. ¿Qué promueve sus comportamientos? ¿Qué promueve eso que para ti, representa un “problema”?
Comienza a ser consciente de tu movimiento corporal, recuerda que una parte de la comunicación entre los caballos es corporal. Trata de entender su lenguaje.
Una vez que reconozcas el área de “preocupación” puedes frotar a tu caballo, rascarle la cruz, su cabeza y puedes intentar consolarle y quitar de tu mente que es un caballo “problemático”.
Podrás notar una mejora gradual y te hará ser más consciente de todos los rasgos, positivos y “negativos”, que expresa tu caballo.  Muchos de los malos entendidos que se tienen con los caballos son por las creencias que otros depositan en nuestra mente, haciéndonos creer que son de X o Y manera. Cuando lo ideal sería tratar de reconocer y conocer al caballo desde cero y cómo lo dije en un inicio, tratar de comprender su historia. 
El caballo no tiene por qué hacer lo que le pedimos, no está en su naturaleza, sin embargo, trata con todos sus medios -y miedos- de comprender qué es lo que deseamos y a medida de sus posibilidades -que son infinitas- apoyarnos a servir a las personas.  
Recuerda, siempre ten presente que cada caballo tiene su propia historia.  

-Paola Arreola-

Fotos: Alejandra Garayeta