Como enfrenta la difícil situación la “Ganadería Profesional”

El analista Diego Ponti explica cómo se construye valor desde los grupos de productores que lidera, donde comparten las dificultades del mercado y las estrategias comerciales y financieras de sus empresas. Hoy revela qué hacen frente a la sequía, la inflación y el atraso cambiario en este año electoral, y qué ven hacia adelante.

El Lic. en Adm. Agraria Diego Ponti, es responsable de ganadería de AZ Group y analista del mercado cárnico. Actualmente lidera, junto a un equipo de agrónomos, nueve grupos de productores, desde Salta hasta al sur de Buenos Aires, con un total de 90 empresas que se reúnen mensualmente para abordar temas económicos, financieros, comerciales y fiscales del sector y de sus negocios.

Gracias a esta dinámica, hoy comparte con la red de Valor Carne qué están haciendo los establecimientos de cría, recría y feedlot de manejo “profesional” para enfrentar el contexto de incertidumbre que atraviesa el país. O sea, qué ven desde la comunidad AZ Group de cara a 2024.

Hablan los criadores   

La sequía perjudicó los números de la cría, sobre todo en este 2023, tercer año consecutivo de lluvias escasas, pero no en todas las regiones ni en todas las empresas por igual.

De hecho, una encuesta que hizo la consultora entre 70 criadores -mayormente bonaerenses, donde la seca pegó fuerte en el último año- arroja datos elocuentes. Si bien un 40% de las empresas obtuvo preñeces menores que el año pasado, un 24% empató y un 36% alcanzó resultados mejores que en 2022.

¿Qué hicieron? Son campos de escala mediana y grande que trabajan con planificación y buenas prácticas, y eso mostró su fortaleza ante la crisis climática.

“Nos preparamos desde agosto (2022) suponiendo que no iba a llover hasta diciembre (increíblemente sucedió). Teníamos 75 días para aprovechar la buena condición corporal de los vientres y decidimos adelantar 15 días los servicios y duplicar la IATF, aplicándola incluso a las vacas. Fue la mejor preñez en ocho años, logramos un 93%, un 2,5% más que año anterior”, contó Ponti, citando las palabras de un productor de la Cuenca del Salado donde se produce el 40% de los terneros del país.

Sin embargo, para el negocio del criador, ésta será la peor zafra de las últimas dos. El precio del ternero se atrasó respecto a la inflación, lo mismo sucedió con la vaca de descarte ya que hoy China paga un 25% menos que el año pasado. “Además, en muchos casos se destetó anticipadamente, lo que implica vender menos kilos y a menor valor”, apuntó el analista.

Otra cuestión negativa son los costos de los arrendamientos. “Los alquileres están en kilos de novillo, categoría que aumentó un 60%, mientras que el ternero lo hizo en un 20%. Entonces, los márgenes en campo arrendado directamente dan negativo”, sostuvo.

Los quebrantos agrícolas también afectaron a los criadores. “Al no haber excedentes de liquidez, no se dio ese refugio de valor en terneros, algo que en años anteriores impulsaba el alza de la categoría. Y, atado a las pobres ganancias, los vientres no se consideraron categorías estratégicas para la planificación impositiva de las empresas mixtas. Entonces, tampoco se ve esa presión sobre las vaquillonas y terneras”, consideró.

Por último, obviamente, los precios fueron impactados por la escasez forrajera. Uno de los grandes impulsores es el recriador, que cuando tiene pasto, inmediatamente tracciona el ternero. “Pero este año, recién empiezan a aparecer ahora porque se atrasaron las siembras”, aclaró.

¿El lado bueno? Si bien el criador se enfrenta a una zafra complicada, viene de dos años muy buenos, o sea, que no lo agarra en una situación económico-financiera frágil. Y tiene expectativas positivas, dice: “a partir del segundo semestre, vendrá un año Niño, ya lo están confirmando los climatólogos, entonces la próxima primavera nos recuperaremos”. A esto se suma que hay elecciones: “y si los candidatos presidenciables dan señales positivas al agro, habrá perspectivas favorables para la cría”, coinciden.

También entienden que el año próximo habrá menos terneros y eso tendrá su correlato en el mercado. “Con unos 23 millones de vacas en stock, si la preñez cae un 5%, un número posible a nivel país, habrá 1,2 millones de terneros menos en 2024, sobre los 15 millones actuales. Esto no pondrá en alerta al sector, para nada, pero -aunque no es determinante- suma un factor alcista el año entrante”, subrayó Ponti.

Y agregó: “Desde la consultora, no vemos voluntad de achicarse en ninguna empresa”. En tal sentido, consideran que a pesar del 50,2% de hembras en la faena de abril, un dato propio de la liquidación, en este caso se relaciona con la caída de las preñeces por la sequía, que llevó a los productores a retroceder para tomar impulso y llegar mejor a los servicios de primavera. Los empresarios piensan: ‘los precios se recuperarán y no tengo urgencias económicas como para desprenderme de los vientres”, aseguró.

Los grupos ganaderos de AZ Group, en acción.

¿Y retener en base a financiamiento? “Muchas veces lo tratamos en los grupos. Si me quiero quedar con la hacienda, pero necesito la plata, ¿convalido estas tasas? Estamos hablando de un 100%, te dicen que es negativa contra una inflación que se estima de 120%, pero es positiva contra mi negocio. Entonces, no parece ser la mejor idea endeudarse en el corto plazo para aprovechar precios mejores más adelante”, opinó.

El año del feedlot 

La seca terminó colaborando con el engorde a corral, que venía muy golpeado en los últimos dos años.

“En este 2023 se le alinearon todas las variables, el precio del ternero, muy atrasado con respecto al gordo, la escasez de pasto que empujó los destetes a los encierres y hasta la disponibilidad de grano. Con la seca, se temía que el precio del maíz volara y eso no sucedió, es más, está bajando y hoy tenemos a los feedlots con 15% más de hacienda que el año pasado y números positivos”, sintetizó.

¿Cuáles son los riesgos hacia adelante? Los feedloteros piensan que, si bien compraron barato, el negocio no sería bueno si todos venden al mismo tiempo. “A esto se agrega que en años electorales el precio de la carne es más bajo de junio a octubre, cuando se realizan los comicios. Entonces, pueden tener ahí un problema si este gobierno interviene considerando que nuestro producto mueve la intención de voto”, planteó Ponti.

Otro desafío podría darse a partir del 13 de agosto según lo que suceda en las PASO. “Existe la posibilidad de un salto de precios del ternero. Con inflación creciente, mayor presión sobre el tipo de cambio y rumores de dolarización, tras cerrar un ciclo positivo, los engordadores buscarán reponer rápidamente para no quedarse en pesos. Pero se enfrentarán con una oferta caída, más aún cuando llegue la primavera y empiece a aparecer el pasto”, argumentó.

Recría en pausa

En la recría, considerando todos los costos (ternero, verdeos, alquiler), la rentabilidad está muy por debajo de la inflación. “Es una actividad que requiere mucha inmovilización de capital y sufre más en años de altas tasas de interés”, explicó Ponti. Los empresarios la ven como estratégica para terminar un animal pesado, pero en sí misma no les resulta atractiva con la actual relación de precios entre el ternero destetado y el recriado.

Por otra parte, este año la recría tiene un riesgo extra. Si el productor sembró y no tuvo buen rendimiento forrajero, porque lo hizo en forma tardía, y ya consumó sus reservas, la situación se complica. “Hoy, con una ganancia de peso debajo de 500 gr/día los números dan negativo y no todas las zonas pueden defender esa performance productiva”, indicó.

¿Algo positivo para el recriador? “Que faltará ternero recriado hacia adelante porque es un insumo clave para el feedlotero o el frigorífico que hace exportación y ahí hay chance de recuperar un negocio que hoy no es bueno”, anticipó.

Cuando los pesos arden

Un tema transversal a las tres actividades es el retraso cambiario, el mayor de los últimos años. Sin embargo, hay consenso en que esta “devaluación administrada” tiene fecha de vencimiento con las elecciones y que a fin de año se podría sincerar el tipo de cambio, algo que ya pasó en 2015.

¿Qué hacemos mientras tanto? “La ganadería tiene varios insumos dolarizados, pero vende en pesos. Si bien se esperan mejoras en los precios de la hacienda, si los empresarios miden el resultado en dólares, probablemente no sea una buena decisión esperar hasta diciembre”, alertó.

Y como los pesos arden, todos están con el ojo puesto en cómo manejar la liquidez y tratan de comprar insumos atados al dólar.

Los criadores dicen: “mi ternero, está barato, tengo que invertir en algo que esté más depreciado aún y ahí surge el tipo de cambio oficial. Compro algo que necesito para mi actividad y en cierta forma me estoy dolarizando”, relató Ponti.

Otros buscan deshacerse de los pesos para crecer y capitalizarse. “Me conviene reponer terneros, que la verdad hoy están baratos, buenísimo. Vendo las vaquillonas vacías que dejó la seca y compro vientres preñados, que también están atrasados, porque el negocio tiene futuro”, comentan.

En tanto, las empresas mixtas están utilizando la ganadería para cubrir los gastos corrientes y posicionarse en soja. “Con los pesos que da la ganadería pago el personal y las cuotas de los créditos, y me quedo sentado arriba de los granos que se defienden mucho mejor ante un salto del tipo de cambio”, plantean.

En concreto, además del manejo productivo, cada vez más los ganaderos gerencian sus negocios para protegerse ante la incertidumbre económica. “Empezamos con los grupos ganaderos hace seis años y fuimos creciendo. Entendemos que la clave está en el ida y vuelta de información entre empresarios ya que, en este intercambio, que se comparen con sus pares, está la creación de valor”, finalizó Ponti.

Fuente: Valorcarne