La agricultura regenerativa restaura el suelo

La agricultura regenerativa trata de reparar, restaurar y regenerar el suelo. El suelo fértil es la condición principal ara el bienestar del ser humano y su existencia

El concepto de agricultura regenerativa fue acuñado por el estadounidense Robert Rodale en 1981, quien propuso el término “orgánico regenerativo” para describir un enfoque holístico de la agricultura que fomenta la innovación continua y la mejora de las medidas ambientales, sociales y económicas. Priorizando la salud del suelo y al mismo tiempo abarcando altos estándares para el bienestar animal y la equidad de los trabajadores. La idea es crear sistemas agrícolas que funcionen en armonía con la naturaleza para mejorar la calidad de vida de todas las criaturas involucradas.

Inspirado en las poblaciones indígenas norteamericanas que protegieron la tierra y preservaron la biodiversidad a través de la gestión integral de la tierra, durante miles de años, con métodos de cultivo y distribución de alimentos centrados en los ciclos naturales y administrando ecosistemas y comunidades saludables. Con conceptos de cultivo intercalado y policultivo como las “Tres Hermanas”: una siembra intercalada de maíz, calabaza y porotos, un sistema altamente productivo que fomentó la salud del suelo y reforzó la biodiversidad.

Con la convergencia de saberes agrícolas de los pueblos andinos en América del Sur y de la tradición védica en la India, hoy en día, la agricultura orgánica regenerativa se basa en estas prácticas fomentando recorte de cubierta, la rotación de cultivos y cultivos intercalados. Es una alternativa a un modelo de agricultura industrial de larga escala que ha afectado de manera negativa el ambiente. Pensar en la agricultura regenerativa es pensar en la sostenibilidad, más bosques salvados y carbono almacenado en el suelo, más aire puro para respirar y mitigar el efecto invernadero; y en las herramientas que se pueden utilizar para revertir el daño que se ha generado.

La degradación del suelo que causa la agricultura industrial, al reducir significativamente el valor nutricional, la biodiversidad y las áreas adecuadas para la siembra, provoca escasez de alimentos a largo plazo, mayor contaminación por dependencia de los agroquímicos y los consecuentes impactos perjudiciales para la humanidad y el ambiente. La agricultura regenerativa, junto con otras prácticas agrícolas respetuosas (siembra directa, conservación del suelo, agricultura orgánica), es fundamental para beneficiar al suelo, revitalizando y manteniendo su fertilidad para el futuro, teniendo en mente las generaciones futuras.

Su objetivo es rehabilitar el suelo y mantenerlo productivo el mayor tiempo posible para evitar la expansión agresiva a nuevas áreas, por ejemplo, cortando bosques. A la vez que resolver enfermedades del cultivo y plagas, incluidos insectos, bacterias dañinas, hongos, etc. y el problema del riego excesivo o la falta de cantidades de agua necesarias que afectan al crecimiento de las plantas. Además de mantener la fertilidad de las áreas actualmente cultivadas, las técnicas de agricultura regenerativa abarcan territorios abandonados más allá de las actividades de agricultura o los que ya están en desuso. En particular, esto incluye reforestación, restauración de turberas, fortificación de zonas de amortiguamiento, acuicultura ecológica y regenerativa, etc.

¿Cómo restaurar los suelos degradados?

La fórmula consiste en reducir la maquinaria pesada, utilizar abonos verdes, mantener cubiertas vegetales y diversificar los sistemas de cultivo.

En el presente, la agricultura regenerativa se perfila como una opción insuperable para asegurar las necesidades alimentarias mundiales y para reducir y controlar significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), uno de los principales impulsores del calentamiento global, ya que la producción industrial de alimentos actualmente libera aproximadamente el 26% de estas emisiones.

La agricultura regenerativa, cuando se aplica de la manera adecuada, posee múltiples beneficios:

  • Secuestra y retiene el carbono orgánico en los suelos.
  • Cuida y mejora el ciclo del agua.
  • Amplía los servicios ecosistémicos.
  • Aumenta la resiliencia al cambio climático.
  • Fortalece la salud y vitalidad de las tierras agrícolas.
  • Genera mayor capacidad productiva, aumentando los rendimientos.
  • Posibilita que las granjas orgánicas sufran menos en condiciones climáticas extremas y produzcan más cultivos en condiciones climáticas desfavorables que las empresas agrícolas industriales.
  • Protege los cultivos de las sequías, ya que la materia orgánica acumula la humedad del suelo y mejora la retención e infiltración de agua.
  • Aumenta el valor nutricional de los cultivos, ya que las especies versátiles son beneficiosas no solo para el negocio agrícola, sino también para la sostenibilidad ambiental
  • Contribuye al desarrollo de las economías locales sostenibles.

Atentas a las afectaciones que genera el cambio climático, las prácticas regenerativas luchan por revertirlo. Vemos que los agricultores a nivel global sufren enormes pérdidas debido a inundaciones y sequías, altas temperaturas y heladas severas, incendios forestales, tornados, tormentas, huracanes. Desastres naturales que representan una seria amenaza para la agroindustria y requieren estrategias de adaptación. El calor anormal en algunas regiones obliga a los agricultores a abandonar su negocio, ya que la vegetación no puede sobrevivir a los rayos solares y las sequías. Además, las sequías fuertes causan una evaporación intensiva y, a su vez, la evaporación fuerte causa lluvias torrenciales o incluso sequías aún más duras.

Frente a este panorama, la agricultura regenerativa aporta importantes soluciones, implica una serie de cambios favorables en las técnicas que se utilizan para trabajar la tierra, reduciendo el daño físico, biológico y químico de los suelos. Por ejemplo, no utilizando la labranza para preparar el sustrato y evitando el uso de productos químicos que puedan afectar a los microorganismos que viven en la tierra. Al cubrir el suelo con material vegetal que mejore la retención de agua, prevenga la erosión de la tierra y aumente la calidad de los suelos, potencia la capacidad de las plantas de absorber los nutrientes de la tierra, esto se puede lograr a través de la rotación de cultivos.

Crédito: Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT)

El uso de cultivos de cobertura durante todo el año evita suelos descubiertos y mitiga la erosión, conservando las raíces vivas en el suelo para que los campos nunca estén vacíos. Sembrar semillas de cobertura antes de eliminar las raíces, mantiene el ciclo del agua y de los nutrientes de la tierra.

La agricultura regenerativa promueve la integración de los animales dentro de la actividad agrícola, ya que el pastoreo sobre los cultivos de cobertura, por ejemplo, es muy útil para fertilizar la tierra de forma natural. Asimismo, la integración de los animales en la producción ayuda a prevenir los efectos de cualquier tipo de plaga, siempre que se priorice la sostenibilidad ambiental y la salud humana de quien cultiva y de quien consume esa producción.

Las prácticas regenerativas, adaptadas a la especificidad de cada tipo de suelo, clima y bioregión, y en simbiosis con los pueblos que las habitan; aseguran la mejora de la biodiversidad (por ejemplo, con rotación de cultivos, técnicas agroforestales y silvopastoriles), garantizando un ciclo regenerativo temporada tras temporada, año tras año. Sin embargo, no son universales y sus combinaciones y aplicaciones dependen de las características específicas de cada explotación en particular.

El abono orgánico/compost proporciona materia orgánica y restaura la fertilidad del suelo, con una concentración óptima de materia orgánica en las capas superiores de la tierra entre 3 al 5%, y debe incorporarse al perfil del suelo en un grosor de al menos 15 cm. Incluye el té de compost, que es un líquido elaborado a partir del compostaje (de ahí su nombre), que aporta microorganismos y nutrientes solubles vitales para el crecimiento de las plantas, con los cuales se obtendrán considerables ventajas en una perspectiva a largo plazo con una población más saludable y un ambiente menos comprometido.

El uso de biocarbón, elaborado mediante la quema de desechos forestales y agrícolas es proveedor de inmunidad a los impactos químicos y microbianos.

El pastoreo planificado de manera holística, que promueve la fertilidad del suelo, ayuda en el manejo de malezas y plagas mediante la implantación de enemigos biológicos a especies no deseadas y es beneficiosa para el ganado mismo, ya que aproxima la agricultura regenerativa a las condiciones de la vida silvestre.

Otros componentes de la agricultura regenerativa son la acuicultura, que fomenta la amortiguación ribereña para disminuir la sedimentación y las escorrentías de agua, y la creación de un sistema silvopastoril, que combina cultivos agrícolas con árboles, arbustos y pastos, previniendo la erosión del suelo por medio de su vigoroso sistema de raíces y de sus abundantes copas que protegen las especies cultivadas de vientos y lluvias fuertes.

Si pensamos en ejemplos de agricultura regenerativa, podemos hablar de grandes compañías que en vez de expandirse a nuevas zonas a través de la deforestación u otras prácticas agresivas con el ambiente, invierten en la reconstrucción de sus suelos y utilizan estrategias de cultivo ecológicas.

Los sistemas regenerativos holísticos generan múltiples beneficios puntuales y colaterales interdependientes, relacionados con la biodiversidad, la disponibilidad y calidad del agua, la resiliencia climática y también los medios de vida.

Es hora de acelerar y asegurar el retorno a la sabia productividad de la naturaleza.

Fuente: Uno