¿Cuántos kilos de carne puede producir un cultivo de servicio?
El Ing. Agr. Juan Biscayart actualiza los beneficios de esta práctica para la calidad de los suelos y presenta los últimos estudios sobre respuesta animal en pastoreo, entre otras ventajas de corto plazo para las empresas mixtas. “Obtener 200 a 300 kg de carne/ha, que cubren los costos de implantación y dejan algo en el bolsillo, no repercute en el cultivo siguiente siempre y cuando se maneje bien”, afirma el técnico.
Juan Biscayart, vicepresidente de Biscayart Semillas, hace una puesta a punto de la tecnología sobre cultivos de servicios y de las últimas investigaciones publicadas por la Asociación Argentina de Producción Animal (AAPA) que ponen en valor su uso para pastoreo, una nueva oportunidad para integrar la ganadería a campos agrícolas.
“Para el agricultor, la barrera de entrada a estos cultivos es que invierte y no cosecha nada, los beneficios en calidad de suelos se ven a largo plazo. Los productores mixtos, en cambio, tienen la posibilidad de lograr un retorno rápido, pueden producir carne al margen de los servicios ecosistémicos, por eso la demanda de semillas para este mercado está aumentando aceleradamente”, planteó a Valor Carne el joven directivo, de 32 años, en momentos en que se planifican las siembras de estas especies.
Ganadería verde
¿Cómo se utilizan los cultivos de servicio? Se incluyen generalmente entre dos cultivos agrícolas de verano y se aprovecha parte del forraje producido con los animales, antes de dejarlos rebrotar para secarlos con herbicidas o con maquinaria adecuada, a fin de mitigar y revertir procesos que pueden condicionar la sustentabilidad del sistema.
La tecnología contempla distintas estrategias que apuntan a incrementar la materia orgánica del suelo. Si el cultivo sucesor es soja, se busca aumentar la relación carbono/nitrógeno (C/N) priorizando las gramíneas en la mezcla forrajera, y si es maíz, lo central es fijar nitrógeno con leguminosas, y reducir así los requerimientos de fertilizantes nitrogenados. Todo lleva a atenuar las pérdidas de suelo por erosión; mejorar la captación de agua y evitar su encharcamiento o encostramiento; minimizar la evaporación incrementando la humedad en el perfil; disminuir la salinización por ascenso capilar desde las napas; y controlar malezas como rama negra y yuyo colorado, reduciendo el uso de herbicidas, entre otros.
“Lo importante es fijar el objetivo. A partir de ahí se planifican las especies a utilizar, cómo manejar el pastoreo para producir más kilos de carne y, a la vez, cuándo interrumpirlo para asegurar el forraje remanente, así como el rendimiento del cultivo posterior”, sostuvo Biscayart, detallando que el éxito depende del conocimiento y la información del productor.
Por ejemplo, con cultivo de soja como sucesor, buscando una mayor relación C/N, una opción es incorporar avena, vicia y nabo forrajero, este último para favorecer la formación de macroporos y lograr mayor infiltración. Si es maíz, buscando mayor fijación de N, es aconsejable una mezcla que contenga alta proporción de vicia, además de una gramínea como centeno o triticale. “Los ganaderos ya aprendieron que la Vicia sativa se puede pastorear con tranquilidad, no presenta riesgos por toxicidad ni problemas de mortandad, como ocurre con la V.villosa, la estrella en planteos agrícolas”, recordó.
Mas allá de la elección de las especies, cuando el cultivo de servicio se utiliza para el ganado es fundamental aumentar la densidad de siembra y fertilizar adecuadamente para maximizar la producción de biomasa.
“Por ejemplo, en una avena o un centeno, estamos hablando de 220-250 plantas por metro cuadrado si se pastorea, contra 100-120 plantas si solamente queremos mantener el suelo cubierto”, indicó. Además, prosiguió: “Si bien siempre es conveniente fertilizar, toma más relevancia cuando se pastorea porque hay que transformar la mayor cantidad posible de kilos de forraje en kilos de carne”.
Otra clave es el manejo a la hora de alimentar el ganado, ya que siempre se debe dejar cierto remanente para que el cultivo siga brindando servicios ecosistémicos, algo que resulta aún más importante en ambientes menos húmedos (en los semiáridos es poco recomendable su uso). “Cuando los animales pastorean a fondo, se transforma en un verdeo y se dejan de lado beneficios como el control de malezas, aporte de nitrógeno al suelo y demás. Lo conveniente es cosechar la mitad y dejar la otra mitad en pie, por ejemplo, entrar con 2.500-3.000 kg/MS por hectárea y salir con 1.500- 2000 kg”, aconsejó.
También es significativo el momento de secado porque determina el rendimiento del cultivo siguiente. “Si lo hacemos pocos días antes de sembrar el cultivo comercial, se compromete la humedad del perfil, sobre todo en años secos. Por eso, es necesario conocer esas reservas hídricas, así como las previsiones de precipitaciones, para decidir la mejor oportunidad de secado”, advirtió. Y agregó: “esto depende también del riesgo que se quiera asumir, mientras antes sequemos, la probabilidad de tener un efecto negativo sobre el cultivo sucesor es mucho menor”.
La evidencia
Biscayart sintetizó algunos estudios recientes realizados en el país que respaldan el uso de cultivos de servicio en pastoreo.
Un ensayo del INTA Pergamino, publicado por AAPA en 2020, mostró que el aprovechamiento de estos cultivos resultó en una alta producción de carne debido a las elevadas ganancias de peso y carga animal.
La experiencia se desarrolló durante dos años, con una mezcla compuesta por raigrás anual, vicia villosa, trébol persa y nabo forrajero en una secuencia soja-maíz. El tiempo de pastoreo fue relativamente extenso, de 47/49 días, con alta carga (entre 5 y 12 novillitos/ha) que ingresaron con 210/260 kg. Como resultado se obtuvieron ganancias de 1 kg/día y la producción de carne alcanzó de 170 a 320 kg/ha.
“En términos prácticos lograr estos volúmenes de carne, cubre todos los costos que implicó la siembra y fertilización del cultivo, y deja una renta al productor”, subrayó Biscayart, reforzando la ventaja del planteo mixto para este tipo de tecnología.
Otro trabajo de la Facultad de Agronomía de Azul y el INTA Balcarce, publicado por AAPA en 2021, mostró que el nivel de asignación forrajera afectó la eficiencia de cosecha de la avena (utilizada como cultivo de servicio), sin presentar diferencias significativas en el rendimiento del cultivo sucesor.
Se trabajó con terneras de recría (6-7 meses de edad, 180 kg), con alta y baja asignación de forraje, o sea 5 y 2,5 kg de MS/100 kg de peso vivo, respectivamente. En el primer caso la eficiencia de cosecha fue menor, lo cual se tradujo en un mayor remanente (4.390 kg MS/ha vs 2.240 kg MS/ha) y menor porcentaje de cobertura de malezas (36% versus 65%). Finalmente, el desempeño del maíz planta entera (tallo + hoja + inflorescencia + mazorca, en kg MS/ha) fue similar en ambas experiencias.
En síntesis, el pastoreo de avena con una alta asignación podría favorecer el desempeño del cultivo posterior no solo por dejar mayor remanente en el suelo sino por propiciar el control de malezas, un dato adicional a tener muy en cuenta.
Un tercer estudio realizado en el INTA Pergamino, publicado por AAPA en 2021, fue más allá y midió el efecto del pastoreo de un cultivo de servicio (raigrás anual, vicia villosa, trébol persa y nabo forrajero) sobre la producción de maíz para grano.
El cultivo sin pastorear (testigo) presentó mayor volumen de biomasa aérea al momento de la siembra posterior (6.471 vs 2.039 MS/ha). Pero esto afectó negativamente la emergencia de las plántulas de maíz, lo cual no pudo ser compensado por la producción de granos. Como resultado, el rinde del maíz implantado sobre el cultivo de servicio pastoreado fue 26% superior al del testigo (10.730 kg/ha vs 8.487 kg/ha) al lograrse plantas más vigorosas y granos más pesados.
“Todas estas evidencias sobre producción de carne, control de malezas y rendimiento del cultivo posterior refuerzan la premisa de que, aún dentro de un planteo mixto, hay que estar muy atento al objetivo que se persigue con esta tecnología para tomar buenas decisiones”, concluyó Biscayart.
Fuente: Valorcarne