Bioeconomía. Las Chilcas duplica la cantidad de cerdas y fortalece su círculo virtuoso
Pasarán de vender 14.500 capones al año a vender 29.000, y en ese proceso aumentarán su producción de biogás y generarán más empleo.
En el norte de Córdoba hay un círculo virtuoso ejemplar para la bioeconomía argentina que ahora, a partir de una nueva apuesta por el futuro, aspira a potenciar su funcionamiento y multiplicar las virtudes. Se trata del establecimiento Las Chilcas, ubicado entre las localidades de Rayo Cortado y Villa de María de Río Seco, cerca de la frontera entre Córdoba y Santiago del Estero, una empresa que nació en 1980 con vocación ganadera y que se fue aggiornando a las demandas de cada época.
Primero intensificaron la ganadería para darle espacio a la agricultura e integrar ambas actividades. Después sumaron una granja de cerdos. Más tarde, para agregarle valor al enorme volumen de maíz que produce la zona, levantaron una destilería de alcohol y se volcaron a la fabricación de etanol, también construyeron un biodigestor para aprovechar los efluentes de la producción animal y ahora anunciaron que duplicarán la producción de carne de cerdo.
“La granja fue planificada inicialmente para tener un crecimiento paulatino hasta llegar a alojar a 2000 madres. En la actualidad contamos con 500 madres, pero ya está en marcha una nueva etapa de inversión para pasar a tener 1000”, explicó Andrés Aguilar Benítez, presidente de la empresa, en diálogo con Clarín Rural.
Andrés Aguilar Benítez, presidente del establecimiento Las Chilcas.
Luego explicó que gran parte de la infraestructura ya está hecha y no precisa ampliaciones: la electricidad, el agua, la planta de alimento balanceado, la cachorrera, la padrillera… “Solo tenemos que hacer los galpones productivos de gestación, maternidad y recría”.
Para eso, la inversión será de 3 millones de dólares, a razón de 6.000 dólares por madre, y calculan que dentro de aproximadamente 12 o 13 meses estarían vendiendo el primer capón de la nueva producción. “Vamos a pasar de vender 14.500 capones al año a vender 29.000 capones al año de 125 kilos cada capón, es decir 3.625.000 kilos al año”, detalla Aguilar Benítez, y luego remarca: “Siempre pensamos desde el punto de vista de la circularidad. No solo tenemos muy buenas perspectivas para el futuro de la producción de carne, aumentando la exportación y fomentando el consumo interno, sino también buscamos la rentabilidad de las bioenergías”.
Como ya se mencionó, todo el purín de los cerdos de Las Chilcas es aprovechado para obtener biogás, que es utilizado en la caldera de una destilería en la que transforman su propio maíz en etanol.
El biodigestor, la destilería y el maíz..
“Es un sistema de economía circular, pensando en la productividad, la logística y el medio ambiente. Nuestra principal producción es el maíz. Lo transformamos en alcohol y los subproductos, la burlanda y la vinasa, se los damos de comer y beber a bovinos y a cerdos, y los residuos del feedlot y los cerdos van a parar a un biodigestor, disminuyendo el impacto ambiental y produciendo biogás para alimentar a la caldera de la destilería. Además, un subproducto del biodigestor es un agua rica en nitrógeno, fósforo y materia orgánica que luego va a fertirregar las hectáreas dedicadas al maíz”, describe el empresario.
En la actualidad, según Aguilar Benítez, el biogás producido a base de purines les permite ahorrar 250.000 pesos por día en energía eléctrica utilizada para la producción de etanol. “Para nosotros ese monto significa hoy, con los precios de combustible planchados, poder seguir produciendo sin caer en rentas negativas”, remarca.
Con la incorporación de las 500 madres el volumen de purines se duplicará y pasarán de hacer 3.000 metros cúbicos de biogás por día a hacer 4.500 metros cúbicos. No pasan a hacer el doble de biogás porque el biodigestor es alimentado con otros insumos además del purín de cerdo. Entre esos insumos se cuentan el estiércol vacuno, vinaza de la planta de alcohol, animales muertos, parte de los residuos orgánicos que genera la comunidad de Villa de María de Río Seco y todos los residuos orgánicos que se generan en los cuatro comedores del campo en los que comen 90 personas todos los días.
Esos 90 comensales son parte del plantel de la empresa, que hoy cuenta con 120 empleados y que sumará 8 más en esta etapa de expansión, para completar el combo de virtudes de la bioeconomía.
Fuente: Clarin