Gírgolas, una alternativa de diversificación productiva para los valles Patagónicos

La producción de hongos comestibles conocidos como gírgolas (Pleuntus ostreatus)ha manifestado un importante crecimiento en las últimas décadas debido a su gran aceptación por parte de los consumidores y que es una actividad de alta potencialidad productiva.

Los primeros registros de producción de gírgolas sobre tocones y troncos
de álamo provienen de Alemania en 1917. En la década del ´50 comenzaron
las investigaciones para su producción sobre otro tipo de sustrato y recién
hacia la década del ´70 se estableció el cultivo a nivel mundial.
Las gírgolas son hongos cuyo cuerpo fructífero es redondeado, con la
superficie lisa abombada y convexa, con su envés cubierto de laminillas,
recordando la forma de las conchas de mar u ostras, por esta razón es que
comúnmente se le llama “hongo ostra”. Su color varía del blanco al castaño, su tamaño depende de la edad y oscila entre 5 y 15 cm de diámetro, aunque
existen ejemplares de mayor tamaño. Su carne es compacta en el sombrero y fibrosa y blanca en el pie, de aroma intenso y sabor agradable. Estas
características hacen que las gírgolas se destaquen por su alta calidad
organoléptica.
Son consideradas de destacado valor gastronómico por su versatilidad y su apreciable aporte nutricional a la dieta. Contienen todos los aminoácidos esenciales, y son una rica fuente de vitaminas (alto contenido de Vitamina C, ricas en ergosterol y Vitamina D). Tiene alto contenido de fósforo, magnesio, calcio, hierro y manganeso. Su baja proporción de grasa y sodio con un alto aporte de potasio, hacen de este producto gourmet una alternativa para las personas que padecen enfermedades cardiovasculares,
hipertensión y obesidad (Ciappini etal., 2004).

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