El coirón blanco, una forrajera nativa con semilla certificada
Desde el INTA Bariloche se realizó la primera inscripción de un Área Productora de Semillas forrajeras para una especie nativa patagónica. Esta iniciativa permitirá comercializar la semilla, que cuenta con un registro certificado, asegurando su origen y trazabilidad. El cultivo es parte de la dieta de ovinos, bovinos y caprinos de la región.

La inscripción de Áreas Productoras de Semillas de Especies Nativas (APSEN) permite dar una respuesta rápida a la demanda de semillas en aquellas especies en las que el programa de mejoramiento se encuentra aún en etapas incipientes hacia la búsqueda de variedades. En el caso del coirón blanco (Festuca pallescens) se inscribió un APSEN en cercanías de Pilcaniyeu, en la provincia de Río Negro. Esta parcela podrá proveer de semillas de coirón blanco con trazabilidad a productores y empresas interesadas. Es el primer registro realizado en el país, de un APSEN de una especie de uso forrajero.
El equipo de trabajo de “Domesticación de especies forrajeras nativas patagónicas”, con sede en la Estación Experimental Agropecuaria INTA Bariloche – IFAB (INTA-CONICET) junto al INTA Esquel, estudia al coirón blanco desde hace más de una década. Esto permitió avanzar en la inscripción que le otorga al cultivo del predio inscripto un mayor valor potencial.
Paula Marchelli —investigadora del CONICET en el INTA Bariloche— explicó que “el objetivo es proveer semillas de esta especie forrajera a productores y viveros de la región, tanto para actividades de mejora del pastizal, ensayos en pequeña escala o restauración de los sistemas que la especie conforma”.
“Hablamos de una gramínea nativa de alto valor forrajero. En los sistemas ganaderos de la región, ocupa un lugar preponderante en los pastizales naturales, con buena resistencia al pisoteo, alta palatabilidad y buena calidad nutricional”, agregó Marchelli.

En cuanto a las características del cultivo, María Marta Azpilicueta —investigadora del INTA Bariloche— describió que las plantas de F. pallescens (coirón dulce, coirón blanco) “forman matas de hasta 60 centímetros de altura, aunque suelen observarse a campo con menor porte como consecuencia del pastoreo intensivo. Las matas presentan una tonalidad verde azulada y sus hojas son finas. Las semillas son pequeñas (6-8 milímetros de largo por 1-1,5 milímetros de ancho) y en el ápice de la lema del antecio poseen una arista de aproximadamente 3 milímetros”.
Por su parte, Aldana López —investigadora del CONICET en el INTA Bariloche— indicó que “mediante la combinación de técnicas moleculares realizadas en laboratorio, con ensayos en invernáculo y en campo, se abordaron aspectos como la diversidad genética, su filogenia, la tolerancia fisiológica al estrés hídrico y salino, la productividad y calidad forrajera, y la capacidad germinativa, entre otras características del coirón blanco analizadas en el predio”.
A partir de estos resultados, se postuló la inscripción como APSEN de la parcela en el Campo Experimental del INTA en Pilcaniyeu —Bariloche— con el fin de atender demandas de semillas de esta especie. Esta población está compuesta por individuos puros de F. pallescens, que mostraron buena respuesta, tanto en su crecimiento vegetativo como en producción de semillas.
Esta especie nativa de los pastizales patagónicos de gran valor forrajero presenta su crecimiento primavero–estival y tiene una participación destacada (superior al 20 %) en la dieta de ovinos, bovinos y caprinos, dado que es altamente palatable. Sobre las condiciones climáticas necesarias para su cultivo, López indicó que “es muy amplia, ya que la especie habita naturalmente a lo largo de la Patagonia, desde Neuquén hasta Santa Cruz, en zonas cordilleranas y de estepas y mallines”.
En este sentido, Nicolás Nagahama —investigador del INTA y CONICET en la EEA Esquel— destacó que “es importante aclarar que la ganadería en Patagonia es principalmente extensiva y se basa en el uso de los pastizales naturales. El alto deterioro de estos pastizales por efecto del sobrepastoreo y la variación en el clima lleva a una situación crítica a la actividad ganadera, sobre todo a la salida del invierno. Esto se debe a la falta de forraje en el período invernal y coincide a su vez, con el aumento de los requerimientos en el último tercio de gestación de los animales”.
El coirón aún no se siembra de manera comercial, algunos productores realizan manejo del pastizal, separando en cuadros rotativos para dejar descansar y permitir la recuperación. Sin embargo, “tiene buena calidad nutricional si lo comparamos con otras especies nativas o con los cultivos que se pueden dar en la zona patagónica que es árida o semiárida”, concluyó el investigador.
FUENTE: INTA Informa
