Sequía y abastecimiento de semillas: dos factores que preocupan a los productores de girasol.
Para la campaña 2022/23 se busca ampliar la cantidad de hectáreas sembradas con girasol, pero para esto es condicionante que se registren lluvias en las próximas semanas y que se regularice el abastecimiento de semillas.
Un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires determinó que de cara a la pre-siembra, creció en los productores la intención de sembrar girasol, un cultivo demandado mundialmente ya que los mayores productores, Ucrania y Rusia, se encuentran en guerra. Sin embargo, el suministro de semillas dentro del país es limitado debido a la faltas de lluvias, por lo que los agricultores ven con buenos ojos la importación de este insumo, para cubrir la demanda.
Pero a pesar de las intenciones de los productores, serán las condiciones climáticas –principalmente la presencia de lluvias- las que determinen qué tan viable es sembrar girasol en las próximas semanas. Paralelamente, el mercado también aporta su cuota de interés, ya que de momento este es un producto demandado mundialmente.
Siembra de girasol 2022/23
En el Noreste Argentino y el centro y norte de la provincia de Santa Fe, el momento adecuado para sembrar girasol se presenta entre la segunda quincena de julio y la primera quincena de septiembre. Por su parte, la ventana de siembra óptima en las zonas clave del sur del área agrícola ocurre entre la segunda quincena de octubre y la segunda quincena de noviembre.
No obstante, y debido a la fuerte sequía que afectó al país en los últimos dos años, las reservas hídricas del suelo se encuentran en niveles bajos, con lo que peligra la siembra de girasol. Por este motivo, es condicionante que en las próximas semanas –y hasta los primeros quince días de septiembre- se registren lluvias regulares en la zona del NEA y Santa Fe, que hagan viable la siembra de este cultivo. Por el contrario, como en el sur del país la implantación puede comenzar en octubre, un mes que tradicionalmente es más húmedo, el principal problema es la falta de semillas.
“Debido a las bajas temperaturas y la menor cantidad de horas de sol, cualquier evento de lluvias que se origine sobre el área agrícola nacional será conservado más eficientemente tanto en superficie como en la profundidad del perfil. Durante los meses de julio y agosto las precipitaciones serían escasas, no alcanzando a superar los 25 mm para el NEA y el Centro-Norte de Santa Fe. No obstante, si esos milímetros se distribuyen adecuadamente a lo largo de estos meses, podrían ser suficientes para lograr una implantación exitosa y la concreción de la intención de siembra”, indicaron desde la Bolsa de Cereales.
Y agregaron: “En el mes de septiembre se registraría una reactivación de las lluvias que cubriría eficientemente la franja este del centro y sur del área agrícola, lo que favorecería la implantación de los últimos lotes del Centro-Norte de Santa Fe y recargaría los perfiles en el sudeste del área agrícola. Durante el trimestre primaveral, las lluvias alcanzarían a cubrir la totalidad del área agrícola nacional, acondicionando el estrato superficial para llevar a cabo la siembra en el resto del país”.
Girasol: escenario económico
A causa de la guerra entre Rusia y Ucrania y por las restricciones al comercio internacional para los principales exportadores de aceites vegetales, desde febrero de este año el precio del girasol registró un significativo aumento, con una elevada volatilidad. La cotización en el mercado doméstico se encuentra un 107% por encima respecto a la primera quincena de julio de 2020, y un 57% en relación al mismo período del año pasado.
Cabe destacar que el principal destino del grano de girasol es la molienda para la producción de aceite, un producto cuyo precio viene padeciendo algunos factores disruptivos, como las restricciones a la exportación aplicadas por el gobierno de Indonesia a sus exportaciones de aceite de palma, que generaron dificultades de abastecimiento y un incremento significativo en los precios de todos los aceites; a esta situación se suma el conflicto en Europa del Este, que involucra directamente a los dos principales exportadores mundiales de aceite de girasol y puso en riesgo el 80% de los envíos de este producto al mercado mundial, resultando en un aumento sin precedentes en su cotización; y los cierres establecidos en China -uno de los principales compradores de aceites vegatales- ante nuevos casos de Covid-19.
En este escenario, Argentina tiene las condiciones de producción para abastecer a un mercado mundial demandante de girasol y aceite. Paralelamente, en el país se registra una menor producción de aceite de soja y una mayor atención a la producción de biocombustibles, dos factores que también podrían incidir en el precio del aceite de girasol en el mediano plazo.
“Frente a un escenario de disrupciones en las cadenas de suministros de insumos, costos en niveles históricamente altos y elevada volatilidad, es considerable remarcar que el girasol presenta una ventaja comparativa en relación al resto de los cultivos: una menor intensidad en el uso de insumos que determina menores requerimientos de inversión para su implantación. La oportunidad que presenta el mercado internacional para el aceite de girasol argentino, ante la posible ausencia de los dos principales exportadores mundiales, sumada a la mayor capacidad del cultivo para superar los desafíos que presenta un escenario económico y climático complejo, generan incentivos claros para un incremento de la superficie sembrada. Los límites para esta expansión estarán determinados por la disponibilidad de semillas y la evolución de las lluvias”, concluyó la entidad bursátil.