Todo lo que tenés que saber sobre las hierbas aromáticas
Las hierbas aromáticas y medicinales han sido usadas desde tiempos inmemorables, y si bien nunca han dejado de usarse, durante las últimas décadas nuevamente cobraron valor en muchas corrientes médicas alternativas para prevenir enfermedades y curarlas.
Menos exóticas y mucho más próximas y familiares son las plantas aromáticas que utilizamos como condimento, y que mucha gente engloba en el universo de las especias, sin serlo. En tal caso, las plantas se suelen usar frescas o secas, muchas veces enteras –pero generalmente trituradas–, para dar sabor a guisos diversos, pastas, arroces y sopas. Se aprovechan las hojas, las sumidades floridas, pero también frutos y semillas, según el caso.
Las hierbas aromáticas las podemos cultivar nosotros mismos si disponemos de un espacio adecuado en casa, ya que no precisan de cuidados extraordinarios. La mayoría, además, nos aportan sus propiedades curativas, principalmente digestivas, carminativas, antiinflamatorias, expectorantes o antisépticas.
Se llaman “hierbas” a las hierbas silvestres o espontáneas que no se cultivan generalmente, y que pueden ser recolectadas tanto para dar sabor, como también con otros fines, como cosméticos, curativos, repelentes de insectos, e inclusive utilizadas como hortalizas, como pueden ser la acedera, el mastuerzo o el diente de león.
Hierbas aromáticas se le llaman a aquellas que son cultivadas especialmente para dar sabor. Como hierba generalmente se denominan plantas de las que se usan partes frescas, como las hojas, las ramas, o en algunos casos las raíces.
Se suele llamar condimento o especie a aquellas que se usan para dar sabor, pero que se tratan de partes de la planta más leñosas, tallos, raíces o semillas o frutos secos, y que pueden transportarse y almacenarse. Por eso, la palabra especie viene del latín medieval que significa “tipo de mercancía”.
¿Qué rol cumplen las hierbas en nuestra huerta?
En una huerta orgánica, para evitar que plagas y enfermedades nos arruinen nuestros cultivos, tenemos que tender a un ambiente equilibrado. Esto significa, que nuestras plantas tienen que estar fuertes para resistir el ataque de insectos y enfermedades (que siempre aparecen) pero además nuestro suelo y nuestro ambiente tiene que estar en un equilibrio de organismos vivos, y como esto no es fácil de prever, tenemos que tender a una diversidad de organismos vivos lo más importante que se pueda. En este sentido, las hierbas silvestres y las aromáticas cumplen importantes roles.
Los insectos buscan siempre qué comer, ya sea picando la savia, comiendo partes vegetales de los cultivos, o buscando polen. Algunas plantas silvestres son preferidas a los cultivos, y forman a ser plantas trampas, preferidas por los insectos plaga a los cultivos de la huerta.
Las plantas con aromas fuertes (ajo, cebolla, aromáticas como el perejil, la albahaca, la menta, el orégano, la salvia, el romero, el tomillo, el ajenjo, entre tantas otras) confunden o repelen a los insectos plaga, por lo tanto es útil tenerlas en la huerta con este fin, además de usarlas para nuestra cocina o con otros usos domésticos.
Las flores (ya sea de flores cultivadas o de hierbas silvestres) no sólo proveen de polen a insectos benéficos y son abrigo así de muchos de ellos, sino que atraen a muchos polinizadores como avispas, moscas y abejas, y así mejoran la polinización de algunos cultivos como los zapallos, zapallitos y frutillas, que necesitan de muchísimas visitas de estos insectos para formar bien los frutos.
Algunas plantas aromáticas son perennes, como el romero, la lavanda, el ajenjo, y pueden ubicarse en bordes extremos o cercos, para que alcancen mayor tamaño y ejerzan el rol de dispersión de entrada de insectos perjudiciales a la huerta.
Las aromáticas anuales, que se siembran o plantan todos los años, y son de menor porte, como la albahaca, el perejil, o la cebolla y el ajo, se pueden intercalar entre los cultivos.
Algunas plantas aromáticas son perennes, como el romero, la lavanda, el ajenjo, y pueden ubicarse en bordes extremos o cercos, para que alcancen mayor tamaño y ejerzan el rol de dispersión de entrada de insectos perjudiciales a la huerta.
Fuente: Infoagro