Aceite de oliva virgen extra, destacado por su prestigio y calidad
Con características únicas, propias de las condiciones climáticas, tipo de suelo y los saberes regionales, este producto obtuvo el sello distintivo de Identificación Geográfica (IG). A partir de este logro, del que participó el INTA, esta producción tradicional y emblemática de San Juan podrá ser identificada y protegida de imitaciones. Se trata de una iniciativa de alto impacto comercial y económico.

El clima y el suelo de la provincia de San Juan permiten que el olivo –un árbol simbólico de la cuenca del Mediterráneo– dé frutos de gran calidad, que se destinan a la comercialización de aceitunas y a la elaboración de aceites. Esas características agroclimáticas particulares ubican a la provincia en un lugar destacado.
Gracias al sistema de Indicación Geográfica (IG), las marcas locales obtuvieron la certificación que garantiza calidad, trazabilidad y autenticidad para la cosecha 2024. Para esto, se debe verificar que el olivar tenga implantadas las variedades declaradas y que la planta industrial cuente con las condiciones adecuadas. A ello se suman el control de registros y auditorías durante la cosecha y la elaboración.
Según explicó Pierluigi Pierantozzi –investigador del INTA San Juan y coordinador del Banco de Germoplasma de Olivos–, “la identificación geográfica es un sello distintivo que asegura una especificación geográfica determinada y características fisicoquímicas, sensoriales y biológicas específicas”. Además, detalló que “incluye conocimientos, prácticas y técnicas aplicadas a la obtención del producto, características del clima y el suelo de donde proviene”.
Este sello le otorga a este producto emblemático de San Juan un valor agregado. Si bien la IG tiene objetivos similares con la denominación de origen (DO) no deben confundirse. “Ambos protegen y exigen una calidad específica asociada al territorio, pero mientras la DO designa la denominación de un producto cuya producción, transformación y elaboración deben realizarse en una zona geográfica determinada, la IG debe contar con, al menos, una de las fases en el territorio”.

“El INTA fue clave para obtención de este logro”, afirmó Pierantozzi, a lo que agregó: “Acompañamos con respaldo científico e información técnica de las variedades de olivos implantadas en San Juan, así como las características morfológicas y químicas, mientras que la parte organoléptica la aportó la Universidad Católica de Cuyo”.
Este reconocimiento es el resultado de un trabajo multidisciplinario, impulsado por la Cámara Olivícola de San Juan y en el que supieron articular tanto entidades públicas, como entidades privadas: “Las universidades, el gobierno provincial, la entidades locales y nacionales, juntos con los productores hicieron posible este sello de calidad, que agrega valor a nuestro aceite de oliva virgen extra”.
A su vez, se aportó todo el conocimiento, fruto del Banco de Germoplasma de Olivos, ubicado en San Juan, reconocido por el Consejo Oleícola Internacional (COI) que integra la red mundial junto con las colecciones de España, Marruecos y Turquía.
“La información del Banco de Germoplasma fue clave como valor territorial, histórico, humano y científico de la provincia de San Juan”, detalló Pierantozzi, al tiempo que destacó: “Arauco es la variedad autóctona de la Argentina, entre las posibles de ser incorporadas a la IG”.
La colección de olivos del INTA cuenta con más de 100 variedades, alrededor de 1.000 plantas, y contiene materiales de excelencia para el resguardo de la biodiversidad. En 2019, fue declarada Patrimonio Cultural y Natural de la Provincia de San Juan.
FUENTE: INTA Informa
