Los humedales de todo el mundo están en peligro… ¿y si la solución ya estuviera en nuestras manos?
Están desapareciendo silenciosamente, a pesar de que son esenciales para nuestra supervivencia. Los humedales aún pueden salvarse. Siempre que actuemos ahora.

Cubren solo el 6 % de la superficie terrestre, pero albergan casi la mitad de la biodiversidad mundial. Sin embargo, los humedales, estos entornos de agua dulce, salada o salobre, marismas, turberas, lagunas, manglares y arrozales, están desapareciendo a un ritmo vertiginoso.
Desde 1970, el 22 % de ellos ya han desaparecido del mapa. Y una quinta parte más podría desaparecer para 2050 si no se toman medidas.
Un colapso silencioso, pero con consecuencias de gran alcance: estos ecosistemas prestan servicios valorados en más de 39 billones de dólares al año. Purifican nuestras aguas, almacenan carbono, protegen nuestras costas de las tormentas y sustentan la agricultura de cientos de millones de personas. Su valor anual representa hasta el 7,5 % del PIB mundial, según la última Global Wetland Outlook, publicada en julio de 2025 por la Secretaría de la Convención de Ramsar.
Humedales: pilares de la vida
Una sola cifra basta para medir su papel vital: albergan el 40 % de las especies animales y vegetales, a pesar de su pequeño tamaño. Son lugares de reproducción, migración y alimentación. Sin ellos, no habría peces, ni aves migratorias, ni regulación natural del clima. Sin embargo, estos tesoros ecológicos están siendo erosionados por la urbanización, la agricultura intensiva, el drenaje y el calentamiento global.
El Parque Nacional Kafue en Zambia es un ejemplo inspirador. Amenazado de desecación, fue restaurado con una inversión inicial de 300.000 dólares y posteriormente mantenido con una financiación anual de 1 millón de dólares. Como resultado, se han salvaguardado 2,6 millones de hectáreas de humedales —el equivalente a Bretaña— para beneficio de 1,3 millones de personas y más de 400 especies de aves.
No es inevitable
Hoy en día, menos del 9 % de la financiación destinada a la naturaleza se destina a ellos, a pesar de ser vitales para nuestra supervivencia colectiva. Esto resulta paradójico, dado que son esenciales para el ciclo del agua, la lucha contra el cambio climático y el bienestar de miles de millones de personas, afirma Hugh Robertson, presidente del Grupo Científico de Ramsar.
A pesar de su valor, los humedales siguen estando desatendidos, subrepresentados y insuficientemente financiados, advierte Musonda Mumba, Secretaria General de la Convención de Ramsar.
El último informe de la Convención de Ramsar exige un cambio radical basado en cuatro pilares de acción. El primero es integrar plenamente los humedales en las políticas nacionales de desarrollo. Esto implica dejar de considerarlos tierras marginales o improductivas, y convertirlos en infraestructura natural esencial para la resiliencia de los territorios.
La segunda palanca es incluirlos en la financiación para el clima y la biodiversidad. Al equipararlos con los bosques o las energías renovables, finalmente les daríamos los medios para reflejar su importancia estratégica. Esta financiación también podría ayudar a intensificar las iniciativas de restauración, como en Zambia o Asia.
El tercero es reconocer su papel central en el ciclo del agua. Son los reguladores naturales de los flujos hídricos: almacenan agua durante las inundaciones, la liberan en épocas de sequía, filtran contaminantes y recargan los mantos freáticos. Al eliminarlos, estamos alterando el frágil equilibrio hidrológico global.
Y por último, movilizar financiación mixta pública y privada para llevar los proyectos piloto a escala global. Lo que hoy hacemos con unos pocos humedales debe considerarse ahora para millones de kilómetros cuadrados. El ejemplo de la Iniciativa de Rutas Migratorias Regionales en Asia, con una inversión de 3.000 millones de dólares para restaurar más de 140 humedales, demuestra que este enfoque ya está funcionando.
Un esfuerzo global que debe ser amplificado
El desafío sigue siendo inmenso: preservar o restaurar 5,5 millones de km² de humedales, el doble del tamaño de Canadá, es necesario para alcanzar nuestros objetivos climáticos y de biodiversidad. Esto requiere un aumento masivo de la financiación, mucho mayor que los compromisos actuales.
Pero la esperanza está en nuestras manos. Porque con cada acción local, cada política coherente, cada inversión bien dirigida, podemos reparar uno de los sistemas vitales de nuestro planeta.
Organizada por Zimbabue en las Cataratas Victoria del 23 al 31 de julio de 2025, la COP15 de la Convención sobre los Humedales será la segunda que se celebre en África desde 2005. Este será un momento decisivo para que los Estados pasen de las promesas a la acción. Nos corresponde exigir compromisos concretos.
Referencia de la noticia
Michaels, N. (2025, 17 juillet). L’espoir est permis pour sauver l’écosystème le plus précieux et menacé sur Terre. GEO.
FUENTE: METEORED
