El productor agropecuario esta a la deriva igual que el resto del país

El negocio agropecuario ha perdido hasta las certezas básicas, en alguna medida como el resto del país. Eso incluye a los granos, la carne, la leche y cuánto producto imagine. Espere nuevos embates y prepárese para resistir lo que viene.

Otra jornada crítica para el país, de gran zozobra para sus habitantes, y eso incluye desde luego al campo. Producir en la Argentina y no morir en el intento se va convirtiendo en una hazaña de proporciones para quienes deben generar alimentos.

Lejos de contar con el soporte del gobierno, el sector es al primero que van a buscar cada vez que los desastres económicos de los planteos populistas empiezan a hacer agua. De hecho está pasando hace rato con esta administración, pero todo indica que el derrumbe se ha acelerado significativamente a partir del último lunes, con un final imprevisible.

El martes, un ministerio de Economía sin respuestas salió a la caza de la carne vacuna y los lácteos, en la pretensión de que quienes invierten en estos sectores le aseguren al Estado producir a pérdida para alimentar una cuota de ilusión en la población, hacerles creer que las cosas no son tan graves como parecen. Las presiones sobre el agro se multiplican, y se puede poner peor.

En un juego muy parecido al del policía malo-policía bueno, temprano la Aduana avisó que se suspendían por quince días las exportaciones de carne vacuna, como aperitivo de la negociación que iban a encarar frigoríficos y gobierno. Al mediodía el secretario de Agricultura salió al “rescate” de los productores, desmintiendo la idea. Es el “policía bueno” en este juego.

Paralelamente corrió como un reguero de pólvora la especie que aseguraba que se habían cerrado las exportaciones de lácteos. Imagen de industriales desorientados y sin respuestas por parte del gobierno, para los cuales las ventas externas son vitales ante un consumo interno modesto, devenido de bolsillos ya extremadamente flacos. La noticia llegó junto con una nueva y preocupante caída de los precios internacionales de la leche. ¡Bingo!

Desde luego que la cadena ajusta hacia abajo, hacia donde está ubicado el productor de leche, que ya no sabe qué hacer con los costos. Obviamente una noticia como la de hoy no hace sino jugar en contra de las pocas chances que tiene de aspirar a un mejor precio.

En ambos casos, carne y leche, se apela a las viejas recetas de Guillermo Moreno: aumentar ficticiamente la oferta interna para “deprimir” precios, en la creencia de que con eso se soluciona el desaguisado generado por un gasto publico excesivo, años de emisión desbordada y profunda pérdida de confianza por parte de los actores económicos ante un Ejecutivo vaciado de poder. Si funcionara en el corto plazo, lo cual es dudoso, tarde o temprano se terminarán expresando los valores reales. Como durante la gestión de Moreno, un daño inútil.

Del encuentro con los frigoríficos se sabe lo que confirmaron desde la ahora todopoderosa Aduana. Se estaría buscando un acuerdo de volumen y precios para el abastecimiento del mercado doméstico y el sostén de las exportaciones. Otras versiones hablan de un “consenso” entre las partes ya muy avanzado. En principio continuarían los siete cortes prohibidos para la exportación; lo demás es una incógnita.

Mientras tanto, todo se detiene. ¿Cómo hablar de precios en una economía recalentada y con variables que se desmadran? ¿Cómo hablar de valores cuando el largo plazo se limita a las próximas 24 horas? ¿Quién puede producir y dar trabajo en semejantes condiciones?

La idea es, como siempre, venderle a la población que el agro es el malo de la película. Lo cierto es la carne vacuna venía muy atrasada en sus precios, y entre el dólar maíz y la devaluación del lunes pasado despertaron al león dormido. El gráfico del economista Nery Persichini refleja la coyuntura mucho mejor que mil palabras.

De todos modos la economía es un esquema de vasos comunicantes y múltiples interrelaciones. Tarde o temprano en el mundo real todo tiende a equilibrarse, mal que le pese al gobierno. Tenía que pasar, y sucedió nomás con los precios de la carne.

La jornada tuvo otros condimentos. El rumor de contenedores con carne vacuna yendo y viniendo como forma de hacerles entender a los exportadores que deben garantizar un precio “acomodado” configura un mecanismo de presión muy cuestionable en caso de ser cierto. Lo mismo que el temor de no recibir nuevos permisos. No es muy distinto de lo que se aseguraba respecto de los lácteos; el comentario indicaba que a La Serenisima le bajaron los embarques de leche en polvo en curso.

Lo que hay que saber -alguien debería contárselo a la población- es que a pesar de la suba considerable registrada para la hacienda en los últimos ocho días aún no se recupera del todo el retraso frente a la inflación. Desde luego el avance en los valores del novillo en pie ya se ha trasladado a las carnicerías, no podía ser de otra forma.

Paralelamente se supone que el martes se han iniciado las reuniones con supermercados y mayoristas respecto de la continuidad de los Precios Justos. La misma idea de siempre con las mismas posibilidades de terminar en un nuevo fracaso.

El tema es que la noticia de la suspensión de las exportaciones de carne fue recogida por agencias prestigiosas como Bloomberg y desparramada por todo el planeta, con el perjuicio imaginable para nuestra reputación fronteras afuera. Es de sospechar que más de un importador habrá tomado el teléfono para abocarse inmediatamente a buscar un nuevo comprador.

¿Y los granos? Más allá de los cuestionamientos que se le puedan hacer, la imagen de la pizarra sin cotizaciones habla por sí sola. No hay precios ciertos de insumos y tampoco para cereales y oleaginosos. Extrañamente las cotizaciones del maíz disponible no se mueven a pesar de la devaluación llevada a cabo.

El desconcierto gana terreno de una punta a otra del país. Un productor tabacalero compartía su propia experiencia. “Todo pero todo parado, nadie vende nada, no se consigue nada, todo se fue al demonio, los precios subieron tres veces en el día en algunos casos”.

Al respecto, gerenciadores agropecuarios que trabajan dentro de la Región Pampeana confirmaban, como consigna, que no se vende nada salvo extrema necesidad. Un mercado totalmente roto y la carencia de la más mínima certeza sobre el futuro inmediato así lo aconsejan.

El mundo sabe en detalle cuál es nuestra situación. Una página estadounidense especializada en agro comunica a sus farmers que los productores argentinos vendieron casi 8 millones de toneladas de maíz bajo el sistema del dólar agro, pero muy poca soja fuera de este esquema. “En mi humilde opinión, los agricultores mantendrán sus cosechas tanto como puedan antes de la siembra temprana de maíz”, arriesga el analista involucrado.

Está claro que por este camino el gobierno no hará sino profundizar la crisis. Vienen los peores cuatro meses para los argentinos en mucho pero mucho tiempo, pero todos estamos pensando en cómo sobrevivir a esta semana. El resto es muy, pero muy largo plazo.