Se acerca un nuevo dólar soja

No hay nada concreto, pero el gobierno no tiene mucho resto y el productor difícilmente vaya a liquidar sus existencias o lo que pueda obtener en la nueva campaña a una paridad oficial cada vez más desdibujada.

Después de enormes padecimientos, en algunos casos con resultados irreversibles, las lluvias llegaron a una más que castigada Región Pampeana, sobre todo en su mitad este, una de las áreas que La Niña suele elegir con cierto ensañamiento para desplegar sus peores características.

Todo el mundo quiere saber cómo sigue la historia. Aquí y en Chicago. No da lo mismo si la Argentina va a estabilizarse en 37-38 millones de toneladas de soja o terminará cayendo a 30 millones desde los 48 millones de toneladas que se esperaban originalmente. Tampoco es indistinto si nuestro país abrocha una cosecha de maíz de entre 45 y 46 millones de toneladas o apenas logra rescatar 40 millones de los 52 millones de toneladas que se imaginaban hace unos meses.

Hay que decir que los fondos en Estados Unidos venían poniéndole fichas a ambos cultivos a partir del delicado escenario creado por la seca en nuestro país. Tiene lógica. Hablamos del primer exportador mundial de harina y aceite de soja, y del tercer exportador global de maíz. Pero las lluvias en la Argentina pusieron a ambos productos en una posición más vulnerable, salvo grandes demostraciones de demanda.

Es difícil entrever como se reordenará este damero, en principio porque habrá que ver que tan “normalizadas” se muestran las lluvias de febrero, y en segundo término porque hay en el campo argentino un verdadero mosaico de situaciones respecto de las chances de una recuperación de los lotes. Incluso hay productores largándose a sembrar en este mismo momento.

Lo cierto es que el planeta entero estará mirando con lupa los próximos comunicados de nuestras Bolsas, porque además tanto soja como maíz habían llegado a una condición de cultivo deplorable, un parámetro íntimamente ligado con los rindes potenciales. Por caso la soja cayó a apenas un 3% de lotes en condición buena-excelente, seguramente un dato que puede considerarse histórico.

Por lo pronto Chicago eliminó una parte del premio climático que había introducido por la situación en la Argentina, y espera novedades. En este mercado los que mueven la aguja no son los productores ni los agrónomos, son inversores a los que la fisiología de la soja y el maíz poco les importa. Antes bien reaccionan frente a expresiones que suelen agitar sus oídos: llueve, no llueve, se sembró más, se sembró menos, se achican los stocks, crecen los stocks y otros indicadores por el estilo. La idea hasta acá es que el derrumbe para la producción argentina se detuvo, el resto se verá con el correr de los días.

Las lluvias también descompaginaron algunas cosas en casa. Analistas como Dante Romano entienden que un posible retroceso en los precios debería atenuarse significativamente en nuestro mercado, dada la puja esperable por la poca mercadería disponible. Cree que no deberíamos ver precios para el poroto por debajo de los u$s 370. El punto es que no estamos frente a un mercado normal sino ante un simulacro de mercado fuertemente intervenido por el Estado.

En medio de la seca la estrategia para el que pudiera salvar una porción razonable de la producción esperada era no vender soja y maíz temprano y recurrir a opciones. La historia ha cambiado, ahora no es descartable formalizar algunas ventas de soja desde el punto de vista teórico, pero la realidad en la práctica es distinta.

Medio país está esperando un nuevo dólar soja. No tiene nada para festejar, pero es mejor que negociar el poroto al dólar oficial, al menos desde el punto de vista de los pesos que se consiguen. Romano ubica a los compradores como los grandes ganadores del esquema. Terminan haciéndose de soja muy barata en dólares, recomponiendo sus márgenes y, lo que es más importante, capturando volúmenes relevantes de grano con precio cerrado. Es de esperar que ni bien entre la cosecha nueva, se implemente otra versión -seguramente no la última- de esta movida que ha alterado todo lo conocido.

El gobierno no tiene resto. La historia demuestra que cada vez que termina uno de estos periodos se caen las ventas de los productores, se adelgazan las exportaciones, se desploma el ingreso por retenciones y al Central empieza a perder dólares rápidamente. Todo esto en medio de una situación cada vez más complicada con el cepo a las importaciones. Un gobierno que no le ha encontrado la vuelta a la economía necesita de este mecanismo como el pan nuestro de cada día.

Está claro que cuanto más se escapan los dólares alternativos más difícil será conquistar la voluntad del productor con espejitos de colores. La versión diciembre del dólar soja no funcionó hasta tanto los precios ofrecidos treparon por encima de los 100 mil pesos. Ergo, habrá que pensar en un valor que resulte convincente si se especula con reinstalar esta movida.

El tercer capítulo del Programa de Incremento Exportador, según el pomposo título oficial, era imaginado por muchos economistas como el puente destinado a llegar a abril, cuando empieza la nueva campaña. Ahora no pocos visualizan que será difícil vender la propia cosecha 2022/23 sin el modesto inflador del dólar soja.

Algún día este mercado volverá a la normalidad, seguramente con el gobierno que asuma a partir de diciembre próximo. Mientras tanto el dólar soja ha pasado ser referencia obligada, aunque apenas retribuye una mínima porción de lo que debería cobrar el productor.

Fuente: Chacra