Macronutrientes para construir “macrorindes” en maíz
Los aspectos nutricionales a través de macronutrientes determinan la mitad de la producción en este cereal. Por eso un manejo integral de la fertilidad, con nitrógeno y fósforo, es indispensable.
Una de las claves del manejo del maíz es la nutrición, la cual determina hasta un 50% de su rendimiento, y macronutrientes como el nitrógeno y fósforo están entre los elementos más exigidos por el cereal, desde el arranque hasta la floración, y asegurar su disponibilidad representa la mayor parte de la inversión del cultivo.
Aprender a manejar los macronutrientes sistemáticamente y entender cómo se comportan en años secos, es el primer paso para empezar a construir un maíz rentable desde el suelo.
En su paso por el ciclo de entrevistas Agenda Aapresid, el ingeniero agrónomo Gustavo Ferraris del INTA Pergamino, Buenos Aires, ofreció una clase magistral sobre el tema.
Nitrógeno, el nutriente de mayor impacto en el rinde
“El nitrógeno es el nutriente que mayor impacto tiene en los rindes del cereal, ya que junto con el agua, definen hasta el 80% de la productividad final”, precisó Ferraris.
“Por eso en años secos, y sobre todo en maíces tempranos, los déficits del nutriente quedan enmascarados debajo de la limitante hídrica, porque su eficiencia de uso depende del agua”, apuntó.
En este caso, el especialista, ejemplificó que “el diagnóstico está puesto en la demanda. Existe una relación lineal entre la disponibilidad de N y el rendimiento objetivo. Mientras que si se apunta a 10 tn, serán suficientes 150 unidades de N (entre suelo y fertilizante), para 14 tn serán necesarias 200 o incluso algo más”.
Dentro del planteo integral de la nutrición entran los cultivos de servicios y su aporte de nitrógeno biológico al sistema. Un claro ejemplo de esto es la vicia, que debidamente inoculada y secada a tiempo para administrar el agua, puede volcar hasta 100 kg de N/ha sobre la base de 5000 kg de materia seca.
“En siembras tardías de diciembre, podemos sacrificar algunos milímetros en pos de mejorar la nutrición y con el tiempo disminuir el uso de herbicidas”, alentó Ferraris.
Fecha de siembra: tempranas vs tardías
Los maíces tempranos tienen mucho potencial, pero son muy exigentes en fertilidad y más sensibles a la fertilización. Para calmar esa sed, el investigador sugiere aplicaciones incorporadas de N y fraccionadas a la siembra y en post emergencia.
“La estrategia puede ir acompañada de diagnóstico en base a índice verde, para ir haciendo un seguimiento del nivel nutricional a lo largo del ciclo.
“Siembras más tardías estarán más cómodas, no solo desde el punto de vista del agua, sino también de la fertilidad, por una mayor ventana de acumulación de nitratos en el barbecho”, explicó.
“En este caso, estamos poniendo la curva de demanda del cultivo sobre la curva de mineralización de la materia orgánica”, afirmó.
Pero este no es el caso de maíces de segunda sobre trigo o cebada, que van a tener una alta exigencia de fertilización nitrogenada por el mayor consumo de agua y nutrientes de estos antecesores.
Fósforo: exige planificación a mediano plazo
En tanto, un problema grave de la región núcleo, particularmente en chacras más antiguas son las carencias de fósforo (P). La necesidad de mantenimiento o reposición, exige una planificación a mediano plazo.
“A diferencia del nitrógeno, para su diagnóstico el foco ya no está puesto en la demanda por parte del cultivo, sino en la oferta por parte del suelo”, repasó el entrevistado.
Se trata de un elemento poco móvil, cuya disponibilidad está ligada a su concentración en el suelo para que las raíces a su paso lo puedan ir interceptando en cantidades suficientes.
Cuando el consumo de P es mayor a la reposición, se deberán aplicar fertilizantes en dosis moderadas a altas y cerca de la línea de siembra, para facilitar su adquisición e impulsar la implantación y un correcto establecimiento de la biomasa radicular y aérea.
Fertilidad a nivel de sistema y a largo plazo
Al cierre, Ferraris advirtió que más que pensar en el manejo de nutrientes separadamente, se debe concebir la fertilidad como un ciclo de construcción a nivel de sistema y a largo plazo.
“Esto nos permitirá flexibilizar el nivel de fertilización según cómo viene el año, sin penalizar los rendimientos”, aseguró.
Este enfoque sistémico de la fertilidad en el manejo de cultivos será uno de los ejes destacados del próximo Congreso Aapresid “A Suelo Abierto”, que vuelve a la presencialidad del 10 al 12 de agosto próximo en el Complejo Metropolitano de la ciudad de Rosario.
Fuente: Elabacrural