Reduciendo las muertes perinatales, la importancia de generar reparos
Es de suma importancia generar condiciones que permitan reducir las pérdidas de corderos al momento de la parición: en el siguiente artículo se mencionan alternativas para lograrlo.
La pérdida de corderos en los días cercanos al nacimiento, llamada mortalidad perinatal, afecta la eficiencia reproductiva de las majadas. El porcentaje de señalada, medido en muchos casos, después de casi dos meses de ocurrida la parición, encubre las pérdidas perinatales. La cuantificación de las muertes perinatales, resulta variable entre los distintos sistemas de producción. En los sistemas extensivos, con cuadros de gran tamaño, donde las recorridas y la asistencia durante las pariciones están condicionada por las distancias a recorrer, y las condiciones climáticas son más extremas, las muertes perinatales pueden ser completamente subestimadas. Por otro lado, en sistemas de producción donde los establecimientos son más pequeños y donde el acceso y control de la majada se puede realizar diariamente, estas muertes pueden ser identificadas con mayor facilidad. En términos generales, las muertes perinatales en nuestro país pueden llegar a valores entre el 9,5 y el 30%.
Resulta importante analizar estos valores, dado que toda posibilidad de reducción en el porcentaje de muertes perinatales impacta directamente en el % de señalada y en el número de corderos logrados. La relevancia de reducir las pérdidas perinatales tendrá distinto impacto en los sistemas. En aquellos cuya señalada promedio presenta bajos valores (60-80 %) y donde se puede ver comprometida la posibilidad de asegurar la reposición, la modificación de las muertes perinatales tendrá un gran impacto. Sin embargo, en sistemas donde las razas melliceras son las que dominan y la señalada promedio es superior al 80%, toda reducción de las muertes peritales redundará en un mayor número de corderos a venta, pudiendo superar el 100% de señalada. Toda mejora del porcentaje de señalada, repercute en: asegurar la reposición de corderas; aumentar la presión de selección al elegir las corderas de reposición y obviamente aumentar el número de corderos a venta.
En el caso de la madre, podemos hablar del balance entre sus requerimientos y la disponibilidad de forraje, de esta forma el plano nutricional de una madre que tiene mellizos será más demandante que la que tiene un solo cordero. Cualquier desbalance nutricional, puede retrasar el desarrollo de la glándula mamaria y en consecuencia la producción de calostro y leche.
Estos desbalances nutricionales afectarán la tasa de crecimiento del cordero, condicionando su peso de nacimiento. En el cordero, el peso al nacer, sus reservas corporales, y las condiciones ambientales en las cuales se dé el parto, afectaran su vigor y vitalidad.
Principales causas de muertes perinatales
En esta oportunidad nos vamos a centrar en el complejo factor climático inanición, dado que queremos plantear estrategias que nos permiten reducir el impacto de estos factores. Como todos sabemos los corderos, deben usar sus reservas corporales (las cuales se generan durante su desarrollo en el útero y dependen del nivel nutricional que tuvo la gestante), para generar calor, secarse e incorporarse para iniciar el vínculo con su madre.
Las primeras horas de vida son cruciales, para el recién nacido, para que pueda tener un adecuado comportamiento, asegurando que el cordero consuma primero el calostro, fuente principal de las inmunoglobulinas y energía, y luego la leche, para no gastar todas sus reservas. La madre, se ocupa en forma casi inmediata de limpiar a su cordero mediante el lamido, favoreciendo el secado y al mismo tiempo estimulando la circulación periférica. De no producirse este vínculo y si no hay consumo de calostro y leche, el cordero puede morir cuando se hayan agotado las reservas grasas corporales (grasa marrón o parda) porque no podrá compensar el diferencial de temperatura entre el ambiente y su cuerpo. Este proceso, relacional entre madre e hijo puede ser afectado por las condiciones climáticas y el ambiente en el cual se produce el parto.
Es importante tener en cuenta que la temperatura corporal normal en los ovinos es de 39°C. La diferencia entre la temperatura corporal y la ambiental, es la que condiciona la pérdida de calor. Cuando no hay un equilibrio entre la pérdida de temperatura, la cual se da en las primeras horas por la evaporación de los líquidos placentarios que impregnan al cordero recién nacido, y la generación de calor, se puede producir hipotermia.Esta pérdida de calor, está influenciada por la temperatura ambiente y las condiciones que la favorezcan como la presencia de viento o precipitaciones, pero puede ser controlada en corderos de pesos normales y buenas reservas corporales siendo mucho más complejo con agua de lluvia o evaporación del líquido amniótico, en presencia de viento.
Las primeras 6 horas de vida, son fundamentales para lograr balancear la pérdida y generación de calor, las condiciones climáticas deben ser muy extremas para que corderos de buen peso al nacer, mueran después de haber logrado secarse. Si las condiciones ambientales son favorables, las reservas existentes en el cordero le permiten supervivir entre tres y cinco días sin alimentarse, si no se estableció el vínculo, la inanición explica un número importante de muertes que se dan durante los primeros tres días de vida en pariciones al “aire libre”.
Por otra parte, el comportamiento del cordero puede ser afectado, por las condiciones climáticas, pudiendo inducir que el cordero se aletargue, pierda vitalidad y retrase en momento de búsqueda de la ubre, llevando esto al proceso de inanición y posteriormente a la hipotermia. Por estos motivos es que hablamos del complejo factores climáticos-inanición. Si bien, hay pautas técnicas para manejar la hipotermia, hoy queremos ocuparnos de analizar alternativas que buscan mejorar en entorno ambiental que recibe el cordero al momento de nacer.
En este sentido queremos analizar la importancia de modificar las condiciones en las cuales se produce el parto, morigerando así el impacto de la diferencia de temperatura entre el cuerpo y el ambiente y especialmente la incidencia del viento y las precipitaciones dado su importancia en provocar el aumento de la pérdida de calor. Es importante conocer, cuales son las condiciones climáticas predominantes, al momento de producirse las pariciones, aspecto que está completamente condicionado por la elección de la fecha de servicio. Contamos con herramientas como el índice de enfriamiento (Chillin Index), el cual desde el 2020 se encuentra disponible en la página http://fca.mdp.edu.ar/sitio/ pronosticoindice-de-enfriamiento-en-ovinos/. Allí podemos observar si el mismo, resulta de nulo, alto o máximo riesgo de mortalidad por hipotermia.
La topografía y la vegetación puede ofrecer cierto reparo
Para provincia de Buenos Aires, nos encontramos entre junio y agosto, con días donde el índice es alto o incluso crítico. Una primera estrategia, casi sin costo, para modificar el microclima en el cual el cordero nace, es haber elegido como potrero de parición uno que tenga barreras naturales a los vientos predominantes. Las mismas pueden darse por la topografía (bardas, basaltos, cañadones, afloramientos rocosos), por la presencia de vegetación alta (matas de pastos altos pajonales, matas de arbustos) o arboledas.
Cuando queremos realmente modificar el porcentaje de pérdidas perinatales, debemos pensar en construir reparos diseñados específicamente.
Estos reparos tienen como principal objetivo, brindarles a las madres, un lugar que la aísle de las inclemencias climáticas al momento del parto y les facilite establecer el vínculo con su cría. Desde hace más de 20 años, el equipo de trabajo de INTA Bariloche, que fuera coordinado por Celso Giraudo, buscó promover esta estrategia entre los pequeños productores de la línea sur de Río Negro, desarrollando una serie de modelos de cobertizos que varía en su tamaño, estructura y materiales de construcción. Podemos encontrar desde reparos muy sencillos construidos con materiales recuperados hasta infraestructuras más complejas y de mayor costo de construcción.