Estrés por calor en ovino: cómo combatir los efectos negativos del verano

Existen herramientas nutricionales y de manejo que nos ayudan a reducir los efectos negativos del estrés por calor sobre la producción de leche y que pueden también mejorar las funciones inmunológicas de la oveja y consecuentemente la sanidad de la ubre.

Uno de los factores a tener en cuenta en las ganaderías de ovino lechero en nuestro país, es la alteración de la producción y de la calidad de la leche en los meses calurosos del año. El estrés por calor es el conjunto de cambios fisiológicos que se desencadenan en los animales sometidos a altas temperaturas, que han excedido su capacidad para disipar el calor. Aunque el ovino es una de las especies ganaderas más resistentes al calor, la experiencia y los ensayos de campo realizados han demostrado que la exposición de las ovejas a altas temperaturas ambientales tiene un efecto perjudicial en el rendimiento productivo y en las características nutricionales y propiedades tecnológicas de la leche. Además, las razas de alta producción lechera son más sensibles al estrés por calor debido a su alto metabolismo.

Las consecuencias del estrés por calor en las ovejas tienen una repercusión económica por la bajada de producción y la marcada disminución de la grasa y la proteína en la composición de la leche. Existen herramientas nutricionales y de manejo, que nos ayudan a reducir los efectos negativos del estrés por calor sobre la producción de leche y que pueden también mejorar las funciones inmunológicas de la oveja y consecuentemente la sanidad de la ubre.

Aportar los alimentos al final de la tarde y adecuar las instalaciones para mantener las naves ventiladas son estrategias útiles. El uso de aditivos como la levadura viva, la urea de liberación lenta y el selenio orgánico de alta biodisponibilidad, en las explotaciones de ovino de alta producción lechera en los meses calurosos, ha permitido alcanzar producciones que hace años no eran habituales en los meses de verano.

CONFORT TÉRMICO Y VÍAS DE ELIMINACIÓN DEL CALOR

Los factores que influyen en el confort térmico de los animales son la temperatura, la humedad relativa, la velocidad del viento y la radiación solar directa. 

Se han realizado diversos estudios en diferentes especies que contemplan la acción conjunta de temperatura y humedad del ambiente y el efecto que esta combinación tiene sobre la producción mediante el cálculo del Índice Termohigrométrico (THI). Ver Figura 1.

A la hora de valorar las consecuencias del estrés por calor, hay que tener en cuenta no solo la intensidad del ITH, sino también la duración del tiempo de exposición a estas condiciones, si es puntual o se prolonga en el tiempo, en función de lo cual sus efectos tendrán mayor o menor severidad.
La diferencia de temperatura entre el día y la noche influye en la frecuencia con la que los animales estén sometidos a estrés calórico. En algunas regiones de nuestro país las noches permiten a los animales un descanso. Pero si las noches son también calurosas la severidad de los efectos del estrés por calor aumenta ya que la posibilidad de disipar los efectos del calor es menor.
Para evitar las consecuencias de la radiación directa del sol es conveniente proveer de lugares de sombra a los animales. En los sistemas intensivos, esta circunstancia tiene menor importancia, ya que las ovejas están confinadas en el interior de las naves. En este sentido cobra mayor importancia lavelocidad del aire y los sistemas de ventilación que permiten evacuar la acumulación de gases y temperaturas altas en el interior de las naves. En naves con ventilación deficiente, es interesante dotar el interior de estas con ventiladores verticales, que muevan el aire, aumentando su la velocidad de circulación.
En estas circunstancias es fundamental que las ovejas tengan acceso a todas horas al agua, que debe ser fresca, limpia y en cantidad suficiente. Hay que tener en cuenta que la ingesta de agua en el verano se incrementa en un 50%.
Los animales disponen de cuatro mecanismos de eliminación del calor corporal: evaporación, conducción, convección y radiación. Cada uno tiene una eficacia diferente dependiendo de la especie.

  • Evaporación: es la pérdida de energía que ocurre en la transformación de agua líquida en vapor de agua. Es lo que ocurre en la sudoración o en el jadeo de los animales. En el caso de la sudoración el agua que se ha formado en la superficie corporal mediante la evaporación refresca la superficie corporal. En las ovejas con lana este mecanismo es poco efectivo, de manera que el jadeo o aumento de la frecuencia respiratoria son más importantes. Para que este sistema sea efectivo debe haber una diferencia de temperatura entre el ambiente y el animal. La evaporación no es un mecanismo eficaz cuando la humedad relativa del ambiente es alta ya que esta no facilita la trasmisión de la humedad corporal al ambiente.
  • Conducción: consiste en la trasmisión del calor a un medio físico en contacto con el animal (suelo, paredes). Este sistema tiene una importancia especial en el ovino en relación con la temperatura de la cama, de ahí la importancia de retirar frecuentemente el abono en los meses calurosos para reducir la fermentación de la materia orgánica en el establo.
  • Convección: este sistema tiene importancia en aquellos establos donde se colocan ventiladores que mueven el aire, ya que la convección es pérdida de calor por la transmisión de este a partículas que están en movimiento y que rodean al animal.
  • Radiación: eliminación de calor a través de rayos infrarrojos al ambiente.

RESPUESTA FISIOLÓGICA DE LA OVEJA AL ESTRÉS POR CALOR

Cuando mediante los mecanismos descritos anteriormente la oveja no es capaz de disipar el calor, aumenta la temperatura rectal, la frecuencia cardiaca y la frecuencia respiratoria. Ante esta situación la oveja intenta producir menos calor, se mueve menos y disminuye su ingesta diaria. Aumenta la vasodilatación periférica y se ralentiza el paso de la comida a través del tracto intestinal. Consecuentemente, baja su producción y el porcentaje de grasa y proteína también disminuye.

La bajada de producción no parece estar justificada completamente por la disminución de la ingesta. El resto de la pérdida productiva puede deberse al síndrome del “intestino poroso”. Debido a la distribución de la sangre hacia la piel, para favorecer la disipación del calor, se reduce la circulación sanguínea en el sistema digestivo. Esto provoca una anoxia e hipofuncionalidad a nivel intestinal, que afecta a la unión entre enterocitos (células del intestino), aumentando la permeabilidad intestinal. Esta falta de unión y aumento de la permeabilidad del epitelio intestinal permite la entrada de restos bacterianos y otras partículas desde el lumen intestinal hacia el organismo, los cuales provocan una reacción inflamatoria del intestino. Esta activación del sistema inmune consume grandes cantidades de energía en el organismo de la oveja, lo que le resta disponibilidad energética para la producción de leche. Este estrés fisiológico no solo aumenta el gasto energético, sino que también aumenta los requerimientos de algunos nutrientes específicos como pueden ser vitaminas y algunos microminerales como el zinc o el selenio.

Esta situación de desgaste inmunológico se ve reflejado también en la salud de la ubre, que es otra de las partes del organismo de la oveja más susceptible a la presencia de gérmenes, por lo que puede aumentar tanto el recuento de células somáticas en tanque, como la afectación de mastitis. Además de afectar a la salud general de la oveja, también tiene un impacto sobre su fertilidad. Las ovejas de más producción se ven más afectadas porque generan más calor. El aumento de las necesidades energéticas anteriormente comentadas, junto con el descenso de la ingesta, puede colocar a la oveja en un balance energético negativo con el correspondiente descenso de la fertilidad durante las cubriciones en épocas calurosas y un posible incremento de las reabsorciones embrionarias en el primer mes y medio de gestación.

Se ha descrito también, cómo ovejas que padecen estrés por calor durante el final de la gestación paren corderos de menor peso.
La digestión es uno de los procesos orgánicos de la oveja que más calor produce. Una buena estrategia para solventar esta situación es aportar la comida a los animales al final de la tarde en vez de a primera hora de la mañana, evitando así digestiones en las horas más calurosas del día. Las temperaturas frescas de la noche permitirán disipar el calor que produce la digestión y el aporte sanguíneo al sistema digestivo será mayor. Las ovejas durante las horas más calurosas del día no tendrán la sobrecarga calórica provocada por la comida, lo que les facilitará eliminar el calor producido por su metabolismo.


El tipo de dieta que ingieren los animales puede potenciar los efectos adversos del estrés por calor en los animales. Dietas muy concentradas pueden incrementar los efectos severos del estrés por calor. Debido a la menor circulación sanguínea por el sistema digestivo, la absorción de ácidos grasos volátiles se ve disminuida, lo que unido a la mayor fermentabilidad de la dieta (mayor producción de ácidos grasos volátiles -AGV-) hace que se acumulen en el rumen dando lugar a la aparición de acidosis. La mayor temperatura del propio rumen (por efectos ambientales) y la bajada de pH provocan la muerte y la lisis de bacterias ruminales que, gracias a la mayor permeabilidad del epitelio digestivo, pueden ser absorbidas y contribuir nuevamente a una mayor inflamación del sistema digestivo. Por tanto, el aumentar la concentración de la ración para compensar la disminución de la ingesta y el aumento de las necesidades energéticas de la oveja por el estrés calórico, puede no ser una buena solución. En este sentido lo único que conseguiríamos sería aumentar la concentración de AGV en rumen y bajar aún más el PH aumentando el riesgo de acidosis. En condiciones de PH ácido las bacterias ruminales dejan de multiplicarse y cesa el crecimiento de la flora microbiana, porlo que veríamos reducida también la digestibilidad de los nutrientes y no cubriríamos las necesidades productivas de la oveja en ordeño.

ESTRATEGIAS PARA LA PREVENCIÓN DEL ESTRÉS POR CALOR EN OVINO

Además de la calidad de las instalaciones y del manejo de la alimentación existen también una serie de herramientas nutricionales que ayudan a prevenir la bajada de producción de leche y refuerzan el sistema inmunológico en los meses calurosos del verano.
El objetivo principal de la gestión nutricional durante el estrés por calor es mantener una función saludable del rumen, a la vez que proporcionar un suministro óptimo de nutrientes para limitar la situación del balance energético negativo. Esto se basa principalmente en proporcionar alimento altamente digestible y una ración equilibrada mientras se mantiene una proporción segura de forraje-concentrado. 
A medida que cae la ingesta, es crucial que la oveja continúe recibiendo todos los nutrientes necesarios en el alimento que consigue comer. Para lograr esto, será necesario aumentar la densidad de nutrientes del alimento. Agregar almidón a la ración para aumentar los requerimientos de energía, puede ser perjudicial en términos de acidosis como comentamos anteriormente. La grasa suele ser útil para aumentar la proporción de energía de la ración, pero la cantidad que se puede usar sin comprometer la ingesta es limitada. En esta época solo se debe usar forraje de alta calidad que favorezca el aporte energético sin afectar negativamente a la ingesta.

Como ya se ha dicho, en épocas calurosas la temperatura del rumen también aumenta, afectando al crecimiento de la flora microbiana. Las bacterias del rumen que se encargan de digerir la fibra se alimentan de Nitrógeno de origen no proteico, el aporte de urea de liberación lenta nos va a favorecer el crecimiento de los grupos de bacterias encargadas de la digestión de la fibra (fibrolíticas), que nos ayudarán a mantener el equilibrio entre los distintos grupos de bacterias que componen la flora ruminal, así como a mejorar el aprovechamiento de la porción fibrosa de la ración. El uso de ingredientes proteicos que permitan reducir la proteína bruta en general, manteniendo o aumentando la producción de proteína microbiana puede ser una buena estrategia para ayudar al animal a enfrentar el estrés por calor. El exceso de proteína en la dieta supone un gasto metabólico importante para su eliminación, que en periodos de estrés por calor y de baja disponibilidad de energía puede ser un factor más que contribuya a la bajada de producción. Una de estas estrategias es Optisync® que permite aumentar la actividad de los microorganismos del rumen, lo que significa un mayor suministro de proteínas microbianas, así como una digestibilidad óptima de la fibra aportada en la dieta al incrementarse la población de bacterias encargadas de digerirla, sin necesidad de aumentar la proteína de la dieta (o incluso disminuyéndola). La reformulación de la ración con Optisync® permite un mayor uso de forraje, reduciendo el riesgo de acidosis.
Las levaduras vivas, como YEA-SACC®, han demostrado tener efectos beneficiosos sobre la ingesta, sí como la producción de leche durante los períodos de estrés por calor. Mejora la digestibilidad de la dieta eliminando el oxígeno tóxico para los microorganismos del rumen y produciendo compuestos que promueven el crecimiento microbiano. Promueve la digestión y la proliferación de bacterias consumidoras de lactato por lo que estabiliza el pH del rumen.
Todos estos puntos promueven la función óptima del rumen y reducen el riesgo de acidosis que conduce a una producción más eficiente sin efectos negativos.
La incorporación en las dietas de microminerales como selenio o el zinc en forma orgánica de mayor biodisponibilidad como SELPLEX® o BIOPLEX® fortalecen el sistema inmunitario tanto general como de la ubre.

En conclusión, a medida que cambia nuestro clima, es probable que el estrés por calor se convierta en un problema cada vez mayor. La reducción de la ingesta de materia seca, el recorte de la producción de leche y la fertilidad son algunos de los principales problemas asociados con el estrés por calor; sin embargo, existen estrategias tanto ambientales como nutricionales para combatir estos efectos. La inclusión de levadura viva y de urea de liberación lenta en la dieta ayuda a estabilizar el pH y promueve la función óptima del rumen, dando como resultado mayor aprovechamiento de los nutrientes para la misma dieta con menos riesgo de balance energético negativo durante los períodos de estrés por calor.

Un artículo de GIOVANA GONZÁLEZ – Técnico Veterinario de Alltech Spain para Tierras Ovino.