¿Por qué producir propóleos?

La baja rentabilidad apícola de los últimos años y la creciente demanda de productos alimenticios naturales y saludables puede ser una oportunidad única para diversificar la producción apícola.

En este sentido el propóleos (ppls), polen y jalea real son los productos de la colmena que están incorporados al Código Alimentario Argentino (CAA), razón por la cual se los suele adquirir en diversas presentaciones comerciales en negocios denominados dietéticas como suplementos nutricionales.

De los tres productos apícolas antes mencionados, el propóleo es el más sencillo de obtener desde el punto de vista productivo debido a que el manejo de la colmena no varía demasiado con relación a la producción de miel. Asimismo, se necesita una baja inversión tanto económica como de tiempo de trabajo en el apiario para animarse a intentarlo. Por supuesto que el objetivo deberá ser la recolección de un producto de calidad y para ello se debe cumplir con las Buenas Prácticas Apícolas (BPA) en el campo y las Buenas Prácticas de Procesamiento (BPP) para la instancia post cosecha. Es importante tener en cuenta que se está produciendo un alimento. 

Según el CAA, se entiende por propóleos el producto compuesto de sustancias resinosas, gomosas y balsámicas, ceras, aceites esenciales y polen, de consistencia viscosa, elaborado por las abejas a partir de ciertas especies vegetales, que son transportadas al interior de la colmena y modificadas parcialmente con sus secreciones salivares. La composición de los propóleos varía dependiendo de las especies vegetales de origen y de la función de los propóleos dentro de la colmena. Esta definición se puede encontrar en el Artículo 1308 bis del Capítulo XVI correspondiente a Correctivos y coadyuvantes.

Considerando los conceptos incluidos en la definición anterior es importante tener en cuenta algunas consideraciones si se quiere realizar una primera experiencia en la producción de propóleos. Lo más importante es que en el ambiente circundante al apiario existan especies vegetales productoras de resinas. Además, se recomienda que las colmenas se ubiquen al menos a 3 km de distancia de caminos de alta circulación, de industrias o de cultivos intensivos para evitar posibles contaminaciones. 

Por otra parte, el forrajeo de resinas depende fuertemente de la especie de abejas considerada. Particularmente Apis mellifera posee una considerable capacidad propolizadora, aunque existen variaciones de este comportamiento según la raza siendo A. mellifera caucasica una de las más aptas para este tipo de producción. De cualquier manera, dentro de un mismo apiario, existen diferencias entre colmenas en relación a la propolización; por cuanto es recomendable observar esta característica y registrar las que se destaquen por este comportamiento para considerar su multiplicación.  

También hay que tener en cuenta que el sitio geográfico y las condiciones ambientales son otras dos variables de relevancia. En este sentido el comportamiento de propolización se favorece con temperaturas a partir de 20° C. En relación a esto, los apiarios que se ubiquen en regiones de climas templados tendrán una producción estacional que deberá ser evaluada en cada ambiente. 

Por lo tanto, se sugiere realizar pruebas para conocer el potencial productivo de un determinado apiario por el período de un año para ajustar el manejo en el caso que se logre obtener cantidad significativa de propóleos. Para las zonas de climas templados se suelen obtener entre 100 y 200 g por colmena por temporada, existiendo casos de mayor productividad si se combinan favorablemente todas las variables antes mencionadas.

Para finalizar, en relación a las especies vegetales productoras de resinas, se transcriben las mencionadas en la literatura internacional que pueden encontrarse en Argentina: álamos (Populus spp.), sauces (Salixspp.), fresnos (Fraxinus spp.), abedules (Betula spp.), alisos (Alnus spp.), pinos (Pinus spp.), abetos (Abiesspp.), alerces (Picea spp.), eucaliptos (Eucalyptus spp.), olmos (Ulmus spp.), robles (Quercus spp.), acacias (Robinia pseudoacacia y Gleditsia triacanthos), frutales del género Prunus como los cerezos (P. avium) y ciruelos (P. domestica), jarillas (Larrea spp.), algarrobos (Prosopis spp.), chañar (Geoffraea decorticans), chilca (Baccharis spp.), entre otras.

Para más información:

Soledad García Paoloni

paoloni.soledad@inta.gob.ar