Uso eficiente del fósforo en agricultura: Absorción y adecuación de su aplicación.
Debido al aumento del uso del fósforo (P) en la fertilización de los cultivos -de 4 a 5 veces- entre 1960 y 2000, se ha previsto que crecerá aún más (en 20 Tg al año) para 2030. Como indicó Abelson (1999), con un potencial y continuo uso de fosfatos se avecina una crisis para la agricultura en el siglo XXI.
El fósforo es el segundo elemento más limitante después del nitrógeno (Ver “Cómo utilizar el nitrógeno de forma eficiente en la agricultura”) para el crecimiento de las plantas (Vance et al., 2001). Resulta especialmente significativo su función en la captación y conversión de la energía solar en compuestos vegetales útiles. La cantidad de fósforo en los cultivos se encuentra entre el 0,05% y el, 0,30% del peso seco total.
Las plantas sólo pueden absorber el fósforo que necesitan si las raíces lo adquieren en formas iónicas simples (H2PO4– y HPO42-) de la disolución del suelo. Por consiguiente, el valor de cualquier enmienda del suelo cuya finalidad sea suministrar fósforo depende de su capacidad para liberarlo en estas formas iónicas a la disolución del suelo.
En condiciones de invernadero, el bajo suministro de P disminuye el crecimiento de raíces y brotes, el contenido de nutrientes, y eficiencia de absorción en tipos de cultivos tradicionales y modernos. Aunque el fósforo resulta generoso en muchos de los suelos, en gran medida no está acondicionado para su consumo (Schactman et al., 1998).
El rendimiento de las cosechas depende del estado del fósforo y su equilibrio en la tierra cultivable del mundo, la cual se encuentra condicionada por éste. Los suelos intemperizados por el ácido de los trópicos y subtrópicos son significativamente propensos a la deficiencia de fósforo (von Uexkull y Mutert, 1995).
En la agricultura intensiva, una de 7 toneladas métricas Ha-1 requiere el uso del de 90 a 120 kg de P Ha-1 (Bumb y Baanante, 1996). A pesar de esto, aun contando con un nivel adecuado de P, sólo el 20% o menos de lo que se aplica es eliminado por el crecimiento del primer año. El resultado es la carga de tierras agrícolas de primera calidad por este elemento.
Absorción del fósforo por el cultivo
Con la salvedad del nitrógeno, el crecimiento inadecuado de las unidades formadoras del cultivo se debe más a una falta de fósforo que a una falta de cualquier otro elemento.
Todas las células de todas las plantas dependen del fósforo y su distribución en toda la planta se rige por la necesidad. El fósforo en las plantas es móvil al contrario de otros elementos como el calcio, el hierro y muchos otros elementos (Figura 1).
El fósforo se redistribuye dentro de las plantas cuando el fósforo disponible en el suelo aparece como limitante.
Se retira de las células más viejas y menos activas y se transfiere a las células más jóvenes y más activas. Después de esto, el fósforo se retira de las hojas y se transporta al interior del fruto.
¿Qué se logra con la aportación adecuada de fósforo al cultivo?
Las principales causas de crecimiento específicas que se han asociado con la absorción del fósforo por el cultivo son:
-Los tallos obtienen una mayor resistencia a rotura
-El desarrollo radicular se ve favorecido
-Aumento en la producción de flores y semillas
-Una producción de cosecha más temprana y uniforme
-En cultivos de leguminosas, un aumento en la capacidad de fijación de nitrógeno
-Frente a enfermedades y plagas, una mayor resistencia
¿Qué sucede si no se realiza una correcta aplicación del fósforo?
-Tanto el vástago como la parte radicular de las plantas se somete a un retraso en el crecimiento.
-Las hojas se tornan en un color oscuro, morado, pardo, especialmente en la zona de las puntas.
-El color de los tallos vira a un color verde azulado.
-La maduración de la planta demasiado lenta, permaneciendo verde.
-Se producirá una deformación de los frutos, en el caso de los granos, débilmente rellenos.
Ejemplo práctico. Aplicación del fósforo en el cultivo de tomate:
Por ejemplo, en plantas de tomate (Solanumlycopersicum L.) se aconseja la aplicación del fósforo antes del transplante o a la siembra.
Este elemento acelera el desarrollo radicular de la planta, la fructificación temprana y mejora la producción y la calidad del fruto en tomate (Figura 2). La falta de fósforo disminuye la absorción de nitrógeno, provocando reducción del crecimiento, floración, fructificación y desarrollo de los frutos.
Ante una deficiencia de fósforo, aparecen síntomas como son coloración púrpura en las hojas más tempranas y en el envés de las mismas.
Respecto a las yemas florales y las flores, éstas se secan de forma prematura y además se retrasa su aparición y apertura.
Según T.K. Hartz et al., 1999, se ha establecido una tasa de demanda de fosforo nula o de niveles mínimos durante la etapa inicial del cultivo hasta unos diez días antes del inicio de la floración.
Después de esta etapa, el cultivo comenzará a demandar fósforo para responder ante la formación de las estructuras reproductivas y vegetativas. Esta etapa será finalizada con el comienzo de la formación de los primeros frutos cuando éstos se conviertan en el principal sumidero de fósforo.
Entonces la duración irá desde 15 días después del trasplante hasta el comienzo del fruto a los 60 días después del trasplante aproximadamente.
En esta nueva fase el P aportado deberá ser del 50 % del total para el ciclo. En cuanto se haya generalizado la formación y el engorde del fruto en el cultivo, unos 70 días después del trasplante, la tasa de absorción de P comenzará a disminuir hasta su detención al principio de la maduración.
Esta última fase tendrá una duración desde los 70 días después del trasplante hasta 95 días después del trasplante aproximadamente, y en ella, es cuando se aportará el 50% del fósforo restante.
FUENTE: Infoagro