La inesperada historia de las boleadoras
¡Qué sorpresa! Las creíamos más criollas que el mate y resulta que las usaban hasta los esquimales. Su historia es apasionante.
En la portada una tempera de Molina Campos cuyo título es “Boleando”, sin duda un buen marco para el artículo de hoy referido a las boleadoras. Seguramente usted como yo, no sabíamos que los esquimales (Inuit) usaban boleadoras para cazar patos, menos que era de uso habitual entre los Incas y Aztecas y que hay rastros en yacimientos arqueológicos de más de 5.000 años en el sur de la Patagonia Argentina y 11.000 en Chile. Tampoco que las usaban en China como arma de defensa y que seguro son tan viejas como la honda o el arco. Este artículo trata de ponerle un poco de luz a un accesorio gauchesco, heredado de los pueblos originarios, que por ser comunes en el pasado, nunca le dimos demasiada importancia.
Las primeras boleadoras
Parece probable que hayan ingresado con el hombre americano, desde el Norte de Asia. Que la usasen los esquimales (Inuit) ya nos habla de un ámbito geográfico bien distante al nuestro, no obstante hay registros en el Sur de Chile de 10.000 a.C. Sin dudas, antes del ingreso del caballo, las usadas para cazar llamas, guanacos, avestruces Choique (sub. especie bastante más chica) en el Sur, deberían ser de menor tamaño.
Abrigo de Marazzi, Tierra de Fuego 2.000 a.C
Las tres piezas se encuentran completas y presentan una morfología esferoidal con surco completo en el eje perpendicular al de rotación de la pieza. Una de estas piezas es de una materia prima con alto contenido en óxido de hierro, presenta la superficie redondeada por pulido, el surco se ubica en el eje menor de la pieza, el que presenta una sección oblicua a recta elaborado probablemente por raspado e incisiones, la profundidad del surco es mayor al de las demás piezas, al igual que el peso especifico (226 grs.). La otra bola de igual materia prima que la anterior, presenta un peso de 141 grs. La tercera bola es la más pequeña en tamaño y peso (75 grs.)
2.000 a.C (Chile) / Monte Verde (Chile) 11.000 a.C / Chinas
Boleadoras de los esquimales (inuit)
Las boleadoras de los esquimales y pueblos árticos afines, están formadas por un número variable de cuerdas y las pesas de forma esferoide, piriformes o más anchas y achatadas, son de marfil de morsa con agujeros en un extremo para pasar el cordel que las une a un centro común o «manija», que es el punto donde se las amarra. Este instrumento se usa haciéndolo girar alrededor de la cabeza del cazador y arrojándolo hacia la presa, por lo general, aves en vuelo.
Aztecas e Incas
Resulta probable que la honda de los Incas, usada para la guerra, así como la de los aztecas (Tematlatl), haya sido un derivado de la maza de volea y de la bola perdida.
La diferencia entre ambas es el peso de los proyectiles a usar y en el caso de la bola perdida, el cordel estaba atado y viaja con esta. Sin dudas las boleadoras de dos o tres piedras se usaron muy frecuentemente en todas las épocas de Tiwanaku (Pre-incaica, Bolivia) ,1500 a.C .al 1200 d.C. Hallándose muchas de ellas en el gran centro ceremonial, debieron haber sido perdidos por los sujetos del pueblo que visitaban ese gran monumento de culto o haber sido utilizadas para impedir que las llamas u otros ganados se introdujeran en el sagrado recinto. El ejercito Inca 1500 d.C. utilizaba hondas y boleadoras. Las pesas o bolas de los Incas eran también de metal y múltiples, como las de los esquimales, destinadas a cazar pájaros.
Esquimales Inuit (Norte de Quebec, Canadá)
Maza peruana / Honda Azteca (Tematlat) / Tiwanaku (Pre-incaica, Bolivia)
Boleadoras Cono Sur
Bola perdida
Se trata de una única bola atada a un cordel o torzal y puede, por excepción, llevar en el otro extremo un manojo de plumas u otra piedra más pequeña. Esta forma de boleadora se utilizaba igualmente haciéndola girar por encima de la cabeza y es arrojada, cuando alcanza suficiente velocidad, a la cabeza de la presa o enemigo a fin de matarlo o aturdirlo por contusión. Es decir que actúa por traumatismo y no por aprehensión. Manteniendo el torzal tomado de su extremo, esta arma se utilizaba como maza. Para hacer más efectivo el poder traumático, la piedra podía tener una o más protuberancias o salientes agudas. Los especímenes arqueológicos se reconocen fácilmente por este detalle y se los denominó bolas erizadas (rompecabezas). Los cronistas de las primeras épocas relatan el terrible poder contundente de estas bolas, que ellos mismos experimentaron en carne propia, ya que conquistadores como Don Diego de Mendoza, sobrino de Don Pedro de Mendoza, fundador de la primera, y Don Juan de Garay, fundador de la segunda Buenos Aires, murieron como consecuencia de los formidables golpes de estas armas.
Rompecabezas Rio Negro Argentina / Cazando un tigre herido y boleando llamas
Rompecabezas Maldonado / Trenque Lauquen Pcia. de Buenos Aires
Las Flores Pcia, de Buenos aires (200 km.de la Capital)
Carta de Luis Ramírez a su padre desde el Brasil (1528): orígenes de lo ‘real maravilloso’ en el Cono Sur.
Estos querandíes (Pampas) son tan ligeros que alcanzan un venado por pies; pelean con arcos y flechas y con unas pelotas de piedra redondas y tan grandes como el puno, y con una cuerda atada que la guía, las cuales tiran tan certeras que no yerran cosa que tiran.
José Hernández (El Gaucho Martin Fierro)
Sabe manejar las bolas / como naides las maneja / ; cuando el contrario se aleja, / manda una bola perdida y si lo alcanza /, sin vida es siguro que lo deja / Era el hijo de un cacique /, Dios le perdone al salvaje / las ganas que me tenia…/ desate las tres marías y lo engatusé a cabriolas…/ ¡ pucha…! Si no traigo las bolas / me achura el indio ese día / Era el hijo de un cacique/, sigún yo lo averigüe / la verdad del caso jue / que me tuvo apuradazo/, hasta que al fin de un bolazo/ del caballo lo bajé.
De dos bolas
La boleadora de dos bolas es la llamada comúnmente ñanducera, compuesta por una bola de piedra o de metal y la manija también de piedra pero mucho más liviana y muchas veces de forma alargada. La longitud de la “ñanducera” se media con una braza (1,67 mts.), añadiendo a cada lado una distancia igual a la que hay entre la mano y el codo.
Ñanduceras (Junín Buenos Aires) / Ottsen año 1603, Rio de la Plata
De tres bolas (Tres Marías)
Las Tres Marías fueron las más comunes se usaban para trabajo con ganado y caballos. Cuando el gaucho tira las boleadoras y al pegar en un animal, las bolas se retuercen alrededor de las patas y el animal cae. Consta de dos o tres bolas, piedras muy duras pulidas en forma casi esférica o muy raramente erizadas. El diámetro de cada una de las bolas suele ser de unos 10 cm. en las boleadoras de combate o de caza mayor. Tales piedras se encuentran unidas por tientos o guascas, tiras de cuero Resulta claro que en animales menores el tamaño de las bolas va disminuyendo.
El diseño
Respecto al diseño la llamada manija (mas chica) debía tener un peso en relación con las otras dos llamadas voladoras, su ramal era más corto La longitud de la ñanducera se media con una braza (1,6718 mts.), añadiendo a cada lado una distancia igual a la que hay entre la mano y el codo La potreadoras era similar pero más cortas. Para la confección de las correas o torzales se utilizaban tientos de cuero de potro, cogote de guanaco o tendón de pata de ñandú, por lo general retorcidos o trenzados en número de a tres. Para sujetar las piedras provistas de surco se pasaba directamente una tira de cuero alrededor del surco que se ajustaba fuertemente y luego se unía al extremo del torzal. En las bolas lisas el procedimiento era enfundar toda la bola dentro del retobo (forro de cuero).
Como bolearlas
En relación al arte de bolear las bolas, se distinguían varias clases de tiros según el numero de vueltas que diera el arma por el aire, los de tres vueltas alcanzaban hasta 60 varas (50 mts.), los de dos vueltas hasta 30 / 40, aunque con e la velocidad del caballo hasta los 70 mts. La distancia dependía del tamaño y peso de las bolas y la fuerza del boleador, siendo la mayor la de dos bolas y además la de mayor precisión.
La forma de uso más común se llama “revolearlas”, y consiste en hacer girar velozmente las piedras mediante los tientos por sobre la cabeza y arrojarla con gran precisión al blanco, ya sea otro ser humano o algún animal. Tambien se boleaba por debajo del cogote del caballo con este a toda la furia (plena velocidad), y para eso se buscaba un piso empastado, de esa forma resbalaba y salía totalmente desarticulada, dando mayor posibilidad que si se hacía en un piso de tierra, de acuerdo a la manera de arrojarla puede o no ser letal. Si es arrojada con el objetivo de capturar una presa, la boleadora se lanza dirigida a las piernas o patas, para que los tientos se enreden alrededor de ellas; el sujeto o el animal entonces queda “boleado”. Para cazar ñandúes, (Rhea americana), lo frecuente es que se arrojen las boleadoras al cuello de estas aves. En combates cuerpo a cuerpo era frecuente no soltar la boleadora, sino usar una de las piedras a modo de maza, principalmente sobre la cabeza del oponente.
Rugendas1830 El indio de la izquierda bolea “las tres marías” como arma de mano
Por Alberto Moroy (Viajes El Pais)