Paredes naturadas
Cultivar plantas y flores en muros verticales en casas o edificios resulta una solución creativa que permite acercarse a la naturaleza y aprovechar sus beneficios ambientales. Estos espacios verdes reducen el efecto de isla de calor urbano y brindan sensaciones de calma, armonía y bienestar de las personas. Especialistas del Instituto de Floricultura del INTA Castelar brindan pautas para incorporarlas a la vida cotidiana.
El crecimiento urbano demanda una mayor planificación para conciliar la infraestructura gris -propia e inevitable de las ciudades- con los espacios verdes. El desafío es incorporar plantas y flores en cada lugar que sea posible, a fin de poder promover sus beneficios ambientales y disfrutar de la calma, armonía y bienestar que brindan.
“En la Argentina, como en muchos otros países, la implementación de prácticas sostenibles en las ciudades que buscan soluciones para mejorar la calidad de vida de sus habitantes y enfrentar desafíos ambientales está en aumento”, reconoció Paula Leva -investigadora del Instituto de Floricultura del INTA Castelar-.
Para la especialista, “las paredes naturadas, muros verdes o jardines verticales son una solución creativa para mejorar la estética de espacios exteriores o interiores, especialmente en entornos urbanos, donde el espacio verde horizontal es limitado”.
Es que, según detalló, los espacios verdes contribuyen al bienestar y brindan beneficios ambientales, tales como purificar el aire y mejorar su calidad; mantener temperaturas más frescas y reducir el ruido ambiental; así como colaborar con la biodiversidad al atraer vida silvestre al entorno urbano, principalmente a insectos polinizadores y aves.
De acuerdo con Santiago Stancanelli -especialista del Instituto de Floricultura del INTA Castelar-, “la selección de especies para jardines verticales dependerá de factores como las condiciones ambientales a las que estarán expuestas, el diseño del jardín y la disponibilidad en los viveros”.
De todos modos, Stancanelli destacó la importancia de elegir pantas con porte colgante, perennes y de rápido crecimiento, que toleren la poda. Además, según la ubicación del jardín -interior o exterior- y la exposición a la luz que tendrán, se seleccionan plantas acordes que puedan crecer bien en esas condiciones específicas.
“Generalmente las plantas más utilizadas son todos los cubresuelos, diferentes especies de helechos y algunas herbáceas florales. Las más comunes son del género Plectranthus, Tradescantia, Pelargonium, Asparagus, Chlorophytum, entre otras”, especificó Leva.
“Estamos trabajando en sumar nuevas especies nativas que se adapten bien al crecimiento en jardines verticales para diferentes situaciones de luz”, agregó la especialista. Por un lado, se están probando helechos nativos, debido a su frondosidad y tolerancia a la sombra, para jardines verticales en interior. Por otro lado, se están evaluando especies nativas de la región pampeana para jardines verticales expuestos al sol.
Cómo construir un jardín vertical
Los jardines verticales pueden realizarse utilizando tanto sistemas hidropónicos como sustratos. En sistemas hidropónicos, las plantas se cultivan sin suelo y, en lugar de tierra, reciben nutrientes directamente en una solución acuosa a través de un sistema de riego que mantiene húmeda la superficie según los requerimientos de las especies que se implanten en el muro.
“Se pueden utilizar paneles modulares con bolsas o contenedores que contienen un sustrato inerte, como lana de roca, fieltro, o fibra de coco, o directamente una malla geotextil para soportar las plantas”, indicó Stancanelli. A su vez, detalló que el sistema distribuye una solución nutritiva directamente a las raíces de las plantas, lo que permite un control más preciso del riego y los nutrientes.
Por su parte, Leva explico que “los sistemas basados en sustrato utilizan un medio de cultivo compuesto principalmente por turba y compost para soportar las plantas, proporcionar nutrientes y mantener la humedad en la zona de raíces”.
Y agregó: “Los jardines verticales se construyen en estructuras que tienen bolsillos o celdas que se llenan con sustrato o bien sistemas de contenedores inclinados (macetas) con el sustrato de crecimiento a donde llega el agua del sistema de riego”.
La elección entre hidroponía y sustrato depende de varios factores, como la disponibilidad de agua, el presupuesto, el mantenimiento requerido, las preferencias personales, la ubicación del jardín, y el diseño.
Ambos especialistas coincidieron en que para su construcción se necesita, por un lado, de una estructura vertical con los paneles que contendrán el sustrato o el sistema hidropónico y un soporte metálico o de madera para que pueda fijarse al muro a intervenir, algún material aislante, el sistema de riego, el sustrato, las plantas, fertilizantes.
El cuidado, especificaron los investigadores del INTA, es similar al que recibe un jardín común. “Básicamente, el mantenimiento consiste en controlar el riego, ajuste de nutrientes mediante fertilización, poda para mantener la forma de las plantas y rejuvenecerlas, reposición de plantas muertas si fuese necesario, control de plagas y enfermedades, y revisar que la parte estructural funcione bien”, explicó Stancanelli.
“Las paredes naturadas pueden implementarse también en interiores”, reconoció el técnico y agregó: “Pueden realizarse en hogares y en edificios comerciales o institucionales”. La elección de plantas, sistemas de irrigación y otras decisiones constructivas dependen de cada situación particular, según el espacio, el presupuesto disponible, el diseño y las condiciones ambientales del lugar donde se instalarán.