Una cuadrillera con voluntad de hierro. Hilario Ascasubi.

Opción Rural

Daniela Alejandra Juarez, hija de una conocida familia de Hilario Ascasubi, con sus 33 años y un carácter que no le permite darse por vencida, se pone al hombro sus proyectos y no se detiene hasta no verlos concretados.

Madre de dos hijos, una adolescente de 15 y un varón de 12 años, Daniela conoce y honra lo que recibió como herencia familiar y que con una gran energía taurina lleva adelante cada día,  el trabajo, la constancia, la honestidad y el saber que todo es cuestión de decisión  para lograr los objetivos que se proponga.

-“Siempre me gusto trabajar y ser independiente, cuando tenía 14 años ya trabajaba en un galpón de empaque de cebolla como boquillera, fui mozo en un servicio de catering, trabajé de niñera, pesé camiones en una balanza electrónica, fui secretaria de un dentista…”  nos cuenta.

Ni siquiera los 12 años que vivió en el campo lograron que este quieta, ya que se las ingenió para hacer en forma artesanal tortas, rosquitas y hasta huevos de pascua que se vendieron en Bahía Blanca, Buratovich y Ascasubi donde llego a hacer una producción con sus propias manos de entre 400/500 huevos de chocolate. 

“A los 29 años, empecé a trabajar en un galpón de cebolla” nos cuenta con entusiasmo, “fue en ese momento donde empecé a ahorrar y este fue el puntapié inicial para que esos ahorros los transforme en dólares que estaban bastante accesibles, pero que al poco tiempo valían el doble.”

Como buena emprendedora quiso que su dinero se siga multiplicando y para eso pensó en muchas posibilidades hasta que se cruzó en redes sociales con una publicación de un colectivo que vendían en Pedro Luro -“y me quedó resonando…” nos relata.  –“Y si me hago cuadrillera? Entonces empecé a averiguar cómo era el trabajo y me encontré con personas que me motivaron y en ese momento me decidí a seguir trabajando y ahorrando, trabajé un año más en el galpón, vendí empanadas y fui juntando peso por peso”. 

“También me encontré con personas que me decían que me iba a ir mal, que no iba a poder porque era mujer y yo que soy muy obstinada iba contra todos esos malos comentarios y les decía:

– aah no!!!  No importa, igual lo voy a intentar, esa era mi frase”. 

Aun así el dinero para concretar su sueño no era suficiente, vendió desde la cuna de su hijo hasta un equipo de música, todo peso sumaba para lograr el objetivo.  Nada haría que la idea del colectivo se saliera de su cabeza.  Y entrando en los grupos de compra y venta de colectivos encontró uno que se transformó en su amor a primera vista.  “Un Mercedes Benz 1722 motor adelante” nos cuenta emocionada, “me contacto con esta persona que era de Buenos Aires, y me esperó como un mes hasta que junté la plata que me faltaba para comprarlo”. 

Tenía un mes más para reunir el dinero que hacía falta, así que no escatimó en esfuerzos para lograrlo “Salí por primera vez a descolar cebolla, cuando no salía con la maquina a descartar cebolla, salía a trabajar al campo a descolar, así que ahí conocí cuadrilleros y fui charlando con ellos que me iban explicando cómo se trabajaba en ese rubro.

  Hasta que logré juntar la plata, y encaré para Buenos Aires.  Fue un desafío importante porque lo hice sola, me contraté un remis que me llevó hasta allá, me contraté un chofer, Lara, de Hilario Ascasubi, a quien estoy muy agradecida por acompañarme.  Fui con la plata en la mochila sin decir nada, le dije al hombre que me vendió el cole que le iba a hacer una transferencia porque no lo conocía y no sabía que gente era.  Lo cité en una estación de servicio como a 100 km del lugar de donde era él.  Fue con el colectivo y apenas lo vi me enamoré, era color amarillo y dije: Este es mio!!!

A partir de ese momento subieron al cole, lo pusieron en marcha y hasta los papeles de la venta se firmaron ahí arriba, entregó el dinero y se volvió con el sueño cumplido y la enorme satisfacción de haber conseguido lo que tanto anhelaba.

   -“Todo salió bien” nos cuenta, -“a pesar de todos los peligros que hay, cuando sos mujer y estás un poco sola cuesta un poquito más, a las mujeres no nos enseñan mecánica desde chicas ni por casualidad.  Tuve que ir aprendiendo y aun la vida me sigue enseñando a los golpes. Pero voy superando muchos obstáculos porque este trabajo tiene muchas cosas buenas, pero también muchas malas”. 

Y ahora había que ponerlo a andar…

Como era de esperarse no sería esto lo que amedrentara la decisión de Daniela, los momentos de temor se vuelven puro impulso cuando hay fuerza en el corazón:  – “El cole  ya estaba estacionado en casa, lo tuve unos días y no me animaba a agarrarlo hasta que un día me levante y dije: Nos vamos al campo!!! Agarre mi familia, mis hijos, mis viejos y salimos…  me fui hasta la Vial del Sur, llegué perfecto y volví perfecto.  Desde ese momento empecé a prepararme para tener el carnet profesional para manejar el colectivo.  Me tomaron la prueba y me dieron el carnet.  Lo manejábamos un poco a medias con un compañero, tenía un chofer con el que nos turnábamos hasta que después empezó a tomar un poco más de protagonismo y le cedí el volante”. 

Y llego el ansiado primer día de trabajo.   Su primera salida fue para ir a hacer taco, y si bien ella contaba con todo su entusiasmo y empuje había una preocupación que le generaba gran incertidumbre y era la de juntar la gente para llevar al campo, pensaba que nadie la conocía y sin embargo nos cuenta: – “cuando salí tenía 28 personas arriba del colectivo, era algo increíble, y pensé… esta gente no me conoce…  pero sí, me conocía, conocían a mi familia y gracias a Dios somos una familia honesta y eso hizo que la gente confiara en mí y empezara a trabajar conmigo”.

A partir de ahí el trabajo continuó por distintos lugares y con distintas tareas, viajaba hasta Villalonga, Igarzabal, Paso Alsina, Las Isletas, generalmente todos los campos quedaban mínimo a 60 km. Igualmente, a pesar de que la gente prefiere ir a lugares más cercanos de manera de llegar más temprano a casa al fin de la jornada, su gente continuó firme.

  La temporada el año anterior fue bastante corta, la cebolla valió poco y cerro el galpón.  Este es su segundo año como cuadrillera.  Pero siempre al que le gusta trabajar el “pique” le aparece, y Daniela contaba con una nueva herramienta que es su carnet de conductor profesional, por lo tanto apareció una oferta de trabajo de remisera, y como es obvio, no se negó a la oferta – “trabajé ahí hasta que arrancó la temporada, creo que en marzo, y arranqué otra vez con la cuadrilla, me fue mejor que el año anterior, empecé a hacer mercadito, te lleva más controles y no sabía nada de esto, también fue un desafío importante”

Este año no fue tan bueno porque a Daniela se le rompió el colectivo y aún está en el taller.  Al quedar sin herramienta de trabajo estuvo mal un tiempito hasta que una nueva luz se enciende para levantar su ánimo y poner primera otra vez.  Surge una oferta de trabajo en Patagones para hacer mercado pero alquilando transporte, no fue tan fácil: – “a veces no llegaba a pagar todos los gastos y tenía que descolar para poder pagar pero yo sabía que tenía que mantener el trabajo para cuando tuviera el colectivo o me mandaran un poco más cerca que tenes posibilidad de hacer alguna diferencia”. 

– “Luego de este trabajo viene a verme un productor muy importante de la zona, que confía en mí y me propone el trabajo de llevar gente al galpón, después decide con la cebolla que había quedado en el campo hacer mercadito, y me da prácticamente un cuadro completo de unas cuantas hectáreas, otro gran desafío ya que salía 3 o 4 veces por semana con casi 60 personas, así que estoy muy agradecida a toda esa gente que me acompañó.  Este finde nos comimos un rico asadito porque ya terminamos con el cuadro.”

-“Tengo otros proyectos en mente para trabajar fuera de la temporada,  así que Dios quiera se me den.  Después cuando hay temporada es volver a arrancar con el colectivo”.

Sin dudas cuando hay ganas y se pone esfuerzo y voluntad el trabajo aparece, el crecimiento material y personal se concreta, y la satisfacción de lograr los objetivos propuestos te llena el alma y te renueva las energías para ir por más.  Daniela Juárez ha demostrado ser una gran luchadora, un gran ejemplo de la fortaleza femenina y excelente representante de todas las mujeres.

Nota: Alejandra Garayeta Fotos: cedidas por Daniela Juarez.