El espejismo de la abundancia: la amenaza climática que pone en jaque a los récords agrícolas

Aunque el mundo está produciendo más alimentos que nunca, una combinación de calor extremo, lluvias erráticas y degradación del suelo podría desencadenar una crisis alimentaria global en las próximas décadas.

La recurrencia de fenómenos extremos, como inundaciones repentinas, pueden generar mermas cada vez más importantes al sistema agropecuarios. De hecho, África es uno de los continentes más golpeados por el efecto del clima sobre la vida de la gente.

En 2024, la producción mundial de cultivos clave como el arroz, el trigo y el maíz alcanzó cifras sin precedentes. Según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se espera que la producción total supere los récords históricos en varias regiones del mundo, lo que a primera vista podría interpretarse como un logro del progreso agroindustrial y la innovación tecnológica. Sin embargo, este avance esconde un panorama mucho más frágil de lo que aparenta.

En 2024, la humanidad batió récords en la producción de arroz, trigo y maíz. Pero estudios recientes advierten que el cambio climático ya está recortando el potencial agrícola en zonas críticas. El riesgo: perder hasta un 20% de lo que hoy producimos, justo cuando más se necesitará.

El problema central es que estos récords se están alcanzando en un entorno climático cada vez más inestable. Olas de calor más prolongadas, noches cálidas persistentes y alteraciones en los ciclos de lluvias están impactando directamente en la fisiología de los cultivos. Tal como advierte un reciente estudio publicado en Nature, el calentamiento global ya está reduciendo el rendimiento agrícola en muchas regiones, y se estima que si las tendencias actuales continúan, cultivos como el trigo podrían perder hasta un 20% de su rendimiento hacia mediados de siglo.

Esta paradoja, más producción en el presente, pero bajo condiciones cada vez más vulnerables, plantea una amenaza real para la seguridad alimentaria global. Y si no se desarrollan estrategias de adaptación efectivas, podríamos estar sentando las bases de una futura escasez a escala planetaria.

Las grietas del sistema agrícola global

La agricultura mundial no es un sistema homogéneo. Aunque algunas zonas están cosechando volúmenes récord, otras enfrentan retrocesos alarmantes. En África Oriental, por ejemplo, las lluvias irregulares ya están provocando pérdidas en las cosechas de subsistencia. Y en Asia, donde se produce la mayor parte del arroz mundial, los eventos climáticos extremos están obligando a replantear los calendarios agrícolas.

Un análisis reciente publicado por Vox pone el foco en el caso del Medio Oeste estadounidense, tradicional granero global, donde las temperaturas nocturnas elevadas están reduciendo el rendimiento de cultivos como el maíz y la soja. Este tipo de calor impide que las plantas realicen correctamente su respiración nocturna, un proceso crucial para su crecimiento. Además, las lluvias torrenciales y las inundaciones repentinas están dañando infraestructuras rurales vitales, como silos, caminos y sistemas de irrigación.

Estos efectos no son aislados. Se suman a otros factores como la pérdida de biodiversidad agrícola, la erosión de suelos fértiles y el agotamiento de acuíferos subterráneos, tal como indica Wired. Todo esto conforma un ecosistema productivo cada vez más expuesto a fallas sistémicas, donde un evento climático extremo puede desatar crisis encadenadas en el abastecimiento global de alimentos.

Ciencia y adaptación: ¿podemos evitar la crisis?

Frente a este escenario, la comunidad científica trabaja a contrarreloj para anticipar y mitigar los impactos. El estudio publicado en Nature el 18 junio de este año es especialmente relevante, porque combina modelos climáticos de última generación con datos satelitales e históricos de rendimiento agrícola. Su conclusión es clara: incluso si el mundo logra frenar las emisiones, los daños ya están en marcha y las regiones productoras deberán adaptarse con rapidez.

Sequías extremas
Las sequías extremas son una enemigo cada vez más grande para la agricultura. En el caso de Africa el impacto social es enorme.

Entre las estrategias propuestas se incluyen el desarrollo de semillas resistentes al calor extremo, nuevas técnicas de irrigación eficiente, y sistemas de monitoreo en tiempo real que usan inteligencia artificial para predecir plagas y condiciones críticas. Países como India y Brasil ya están implementando pilotos de agricultura climáticamente inteligente, pero estas soluciones requieren inversión, coordinación política y transferencia tecnológica masiva.

El desafío no es solo técnico. También es social, económico y político. Necesitamos rediseñar la forma en que producimos, distribuimos y consumimos los alimentos. Porque si no integramos la variable climática en el corazón de nuestras políticas agrícolas, corremos el riesgo de convertir el espejismo de la abundancia en una crisis estructural con consecuencias irreversibles.

FUENTE: METEORED

Referencia de la noticia:

Hultgren, A., Carleton, T., Delgado, M. et al. Impacts of climate change on global agriculture accounting for adaptation. Nature 642, 644–652 (2025). https://doi.org/10.1038/s41586-025-09085-w