“Es una campaña que nos recuerda que cuando el clima acompaña, el potencial está”

EXPOAGRO

Dos referentes del agro del noroeste bonaerense analizan la campaña agrícola: Hernán Guibelalde, productor y presidente de la Sociedad Rural de Junín, y el ingeniero agrónomo Juan Ignacio Fariña, comparten su visión sobre los rindes, el impacto del clima y la recuperación de los cultivos tras años difíciles.

Después de varias campañas marcadas por la sequía, el productor agropecuario vuelve a encontrar señales alentadoras desde lo productivo. Así lo reflejan los testimonios de Hernán Guibelalde, presidente de la Sociedad Rural de Junín, y del ingeniero agrónomo Juan Ignacio Fariña, quienes coinciden en que esta campaña muestra una mejora clara respecto a la anterior, sobre todo en soja de primera y con matices en el rendimiento del maíz.

Hernán Guibelalde.

“La campaña viene mostrando una clara mejora”, sostiene Guibelalde, al trazar un panorama general sobre lo que viene dejando el ciclo agrícola. Y aclara: “Sobre todo en lo que es la soja. La soja de primera anduvo muy bien. Logró superar el estrés hídrico que sufrió al principio y, con la llegada de las lluvias, el cultivo se recuperó”. El productor remarca un fenómeno particular que ayudó a consolidar estos buenos resultados: “Se prolongó el ciclo, la cosecha arrancó más tarde, y eso terminó favoreciendo el llenado de grano. En la zona anduvo con rindes normales, de unos 4000 a 4500 kilos. Una mejora clara respecto al año pasado”.

Juan Ignacio Fariña, por su parte, aporta una mirada técnica que complementa esta lectura. “A pesar de mantenerse bajo influencia de La Niña, la campaña dio sus frutos y en algunos casos con sorpresas positivas”, explica. En relación al maíz temprano, destaca que “las precipitaciones en primavera fueron frecuentes, aunque no muy copiosas, y junto a buenas temperaturas el cultivo mostró un excelente crecimiento vegetativo”. Sin embargo, la situación cambió al llegar la floración: “Hubo pocas precipitaciones y varios fenómenos de altas temperaturas que afectaron el periodo crítico, con consecuencias más o menos graves según la calidad del lote, su posición en el relieve y el arreglo espacial”.

Ese contraste, según Fariña, fue también visible en la soja de primera: “La siembra ocurrió con buenas condiciones de humedad y temperatura. El cultivo tuvo buen crecimiento vegetativo, pero el inicio de los periodos reproductivos estuvo marcado por estrés térmico e hídrico. Hubo abortos de flores y vainas en los primeros nudos, y en algunos lotes se observó arañuela roja, plaga típica de sequía y estrés”. La recuperación llegó con las lluvias de enero y febrero: “En la segunda quincena de enero y los primeros días de febrero se registraron más de 100 milímetros, lo que permitió una increíble recuperación del cultivo, sobre todo en los lotes sembrados en noviembre. Eso contribuyó a fijar granos y lograr un buen llenado”.

Juan Ignacio Fariña.

La mirada de Guibelalde sobre el maíz se alinea con lo expuesto por Fariña, aunque con foco en el impacto de la variabilidad climática en la región: “El que sufrió un poco más el estrés hídrico fue el maíz, sobre todo acá en esta zona. Fue muy variado porque la lluvia también fue muy variable. En muchos lados se estaban cosechando lotes de maíz de 6000 kilos, y en otros se veían rindes entre 9000 y 10.000 kilos. Es decir, un panorama con mucha diferencia entre lotes”.

Fariña coincide con esa evaluación al afirmar que “los rendimientos registrados varían de buenos a muy buenos, con algunas sorpresas positivas destacadas”. Y resalta un punto clave en la biología de la soja: “Esto habla de la plasticidad del cultivo, que va solapando etapas de desarrollo y estirando la ventana del periodo crítico”. Esa capacidad de adaptación fue lo que permitió que la soja, aún después del estrés, lograra buenos resultados.

Sobre los cultivos de segunda o tardíos, Guibelalde señala que la cosecha recién empieza a tomar ritmo, especialmente en soja: “Recién está arrancando, pero en general se está cosechando entre 2500 y 3500 kilos, dependiendo la zona. Está dentro de lo esperado”. Respecto del maíz tardío, advierte que todavía no hay cifras definidas: “Ahora estamos todos con la cosecha de soja y los maíces tardíos quedan en un segundo plano. Hay que esperar a ver qué rendimiento terminan dando, aunque se los ve bien, favorecidos por el régimen de lluvias”.

Para Fariña en la soja de primera la siembra ocurrió con buenas condiciones de humedad y temperatura. En definitiva, la campaña actual representa un alivio y una esperanza para el productor. Después de ciclos duros, con lluvias que llegaban tarde o no llegaban, y rindes que no cubrían los costos. “La normalización del régimen de lluvias permitió una campaña muy superior a la de los años anteriores, que veníamos muy golpeados. Es muy positivo empezar a dejar atrás lo duro del ciclo pasado y darle un poco de respiro al productor”, concluye Guibelalde.

Ese respiro no es menor. Significa poder encarar el próximo ciclo con más oxígeno, planificar con mayor margen y, sobre todo, recobrar el ánimo. “Es una campaña que nos recuerda que cuando el clima acompaña, el potencial está”, afirma Fariña. Y en una actividad tan sujeta a variables externas, esa certeza vale mucho.

Por Diego Abdo

FUENTE: EXPOAGRO