El café y el cacao no desaparecerán por el cambio climático, pero pagarlos será cada vez más caro
Aunque estos codiciados granos no se extinguirán, las alteraciones climáticas y los desafíos logísticos podrían hacer que disfrutar sus productos se convierta en un lujo inalcanzable para muchos.

Una mañana sin café es simplemente impensable para algunas personas. Lo mismo ocurre con un trozo de chocolate que alivia el ánimo tras una jornada larga. Son pequeños placeres cotidianos que parecen garantizados. Pero ¿y si su precio comienza a subir tanto que ya no sean tan accesibles?
Esto no es una exageración mediática, es una tendencia documentada en informes recientes del Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El cambio climático, sumado a tensiones logísticas y geopolíticas, está alterando profundamente la producción y los mercados globales del café y el cacao.
El clima, la primera ficha del dominó
El cacao y el café no son productos cualquiera: dependen de climas muy específicos.
Las lluvias excesivas, las sequías prolongadas y el calor extremo están afectando directamente los rendimientos en África occidental, clave para el cacao, y en países como Brasil, Vietnam e Indonesia, líderes en café.
Según el Banco Mundial, la producción mundial de cacao cayó un 14 % en la temporada 2023-2024, debido sobre todo a una menor cosecha en Côte d’Ivoire y Ghana, que representan casi el 60 % de la oferta global.
Mientras tanto, el café arábica enfrenta déficits importantes en Brasil, y el robusta ha sufrido por la sequía en Vietnam.
“El cambio climático está afectando a la producción de café a largo plazo”, advirtió Boubaker Ben-Belhassen, director de la División de Mercados y Comercio de la FAO en una nota de El Impulso.
¿Quién pierde con este boom de precios?
Cuando escuchamos que el precio del café o el cacao está “por las nubes”, podríamos pensar que los agricultores están celebrando. Pero la realidad es otra.
La mayoría de quienes cultivan estos productos no son grandes empresas, sino pequeños campesinos que viven al día y dependen casi exclusivamente de lo que cosechan.
Datos del Banco Mundial señalan que en países como Etiopía o Burundi, el café representa más del 30 % de los ingresos por exportaciones.
Sin embargo, muchos agricultores siguen en la cuerda floja: deben enfrentar sequías, plagas, precios inestables y, además, no reciben todo lo que pagamos por una taza en la cafetería.

Por otro lado, no solo los productores están en aprietos. En los países que dependen de las importaciones —como buena parte de América Latina, África y Asia—, el alza de precios puede significar que una familia tenga que elegir entre café o productos derivados del cacao y otros alimentos básicos.
Un respiro temporal, pero la incertidumbre persiste
Algunas proyecciones del Banco Mundial sugieren una posible mejora en la oferta para la temporada 2024-2025.
Sin embargo aunque se espera una disminución de los precios durante este año y el 2026, la amenaza de fenómenos meteorológicos adversos en las principales regiones productoras sigue siendo un riesgo latente.
Como bien señala la FAO, los sistemas mundiales de producción son vulnerables a eventos climáticos extremos, tensiones geopolíticas y cambios normativos que podrían alterar el equilibrio entre oferta y demanda. Ante este panorama, la inversión en innovación se vuelve crucial.
“Los altos precios deberían proporcionar incentivos para invertir más en tecnología e investigación y desarrollo en el sector del café para aumentar la resistencia al clima.”
Boubaker Ben-Belhassen, director de la División de Mercados y Comercio de la FAO.
Aunque parezca contradictorio, esta crisis de precios podría abrir la puerta a sistemas alimentarios más resilientes y conscientes de su fragilidad frente al cambio climático.
FUENTE: Meteored
