¿Seguirá subiendo el precio de la hacienda?
En los últimos cuatro meses, el novillo en Cañuelas le ganó 25% a la inflación, hasta alcanzar el valor real promedio de los últimos diez años. El retraso que registraba la carne frente a otros alimentos, la mejora del salario y la suba de los precios internacionales, fueron los factores de impulso. Cuáles son los actuales contrapesos del mercado. Por Miguel Gorelik.
Tras un largo semestre de estabilidad nominal, entre abril y octubre, los precios de la hacienda, especialmente novillos y jóvenes, empezaron a repuntar.
En esa aparente estabilidad, la inflación estaba descendiendo, pero aún era alta. A fines de octubre, el precio real del novillo había bajado más de la mitad desde su récord histórico de diciembre de 2023. Es decir que era estable en términos nominales, nada más.
Desde entonces, las cotizaciones tomaron un camino ascendente, bastante enérgico si se tiene en cuenta que el contexto de inflación general pasó a ser otro mucho más deseable, aunque lejos aún de los países normales. Entre la última semana de octubre y ahora, el precio de los novillos aumentó 40% mientras que novillitos y vaquillonas lo superaron, con 45 y 48%, respectivamente.
Las vacas, que tienen su propia estacionalidad, se mantuvieron sin aumentos, a grosso modo.
Tal salto significó una mejora real, por encima de la inflación, del 25% para el novillo.
Esta evolución no fue lineal, sino que después de alcanzar un pico en la semana de Navidad, los valores retrocedieron hasta mediados de enero, cuando volvieron a tomar impulso e, incluso, sobrepasaron el nivel de esa semana.
Así se ve el precio en Cañuelas durante el último año:
Y así en términos nominales y reales para el novillo:
La línea morada muestra el valor real de cada semana, la azul, el nominal, y la amarilla es el promedio móvil de 52 semanas para el valor real.
Después de esta necesaria revalorización, la pregunta que surge es si este avance reciente tiene sustento, si seguirá o si pegará la vuelta.
El análisis del precio en sí mismo
La marcada inestabilidad económica argentina en lo que va del siglo, para no irnos más atrás en el análisis, con fuerte intervención estatal directa y regulatoria en muchísimos mercados, hace muy difícil el análisis de la evolución de precios, ya que la elección de la base de comparación puede implicar sesgos importantes.
En otras palabras, uno podría demostrar lo que quisiera, según cuál sea el período con que se compara.
Aquella inestabilidad fue cierta particularmente durante los dos años finales del gobierno anterior, cuando el desmadre macroeconómico, fiscal, cambiario, entre otros, fue mayúsculo. Y estamos navegando hacia una situación más normal pero todavía hay consecuencias.
La memoria reciente poco ayuda para definir si los precios actuales de la hacienda son altos o bajos o qué.
Entre 2016 y 2019, el precio del novillo se mantuvo en el eje de $2.300 (de valor adquisitivo de hoy), luego de lo cual tuvo movimientos alcistas muy importantes, sólo interrumpidos temporalmente por las restricciones a las exportaciones de 2021.
En los últimos tres trimestres de 2022 el precio real sufrió una merma de la mitad y luego retomó un crecimiento marcado, con fuertes oscilaciones, hasta alcanzar el récord histórico de diciembre de 2023.
Desde ese nivel tan alto, volvió a perder la mitad, como ya dijimos.
Ahora bien, el precio real actual es igual al promedio de los últimos diez años, por tomar un período. Es decir, en estos términos, no se puede sostener que sea alto ni bajo.
Y somos conscientes de que hablamos de nivel de precios y no de resultados, ni siquiera de márgenes, ya que no son lo mismo.
Entonces, a causa de la reciente recuperación, bastante importante, sólo se alcanzó un nivel intermedio.
El precio en la góndola
Como lo muestra el gráfico siguiente, el precio al público quedó atrasado frente al súbito aumento de la hacienda de diciembre de 2023 pero rápidamente se rehizo.
A partir de la estabilidad en el precio de los animales, el sector comercial fue sacando ventaja muy gradualmente, llegando a un máximo de brecha a fines de octubre.
El aumento de los últimos meses pudo ser trasladado al consumidor simultáneamente, con la excepción del aumento de la última quincena del año.
Pero esta evolución muestra que el público ha aceptado estos movimientos, también por las causas que mencionaremos a continuación.
La comparación con alimentos sustitutos
Mirando los principales capítulos de la alimentación en los que destina su dinero el consumidor argentino, y sólo durante los dos últimos años, que fueron muy movidos, se advierte que el precio de la carne, hasta octubre, estaba retrasado, y que ésta había sido la característica desde el otoño, inclusive el verano.
Entre marzo y octubre, las carnes estuvieron atrasadas con respecto a la canasta general de alimentos, en todo 2024 se mantuvieron atrasadas con respecto a pan y cereales, lo mismo en relación con lácteos, situación que persiste, al igual que con aceite y grasas. Con respecto a verduras, esa comparación fue desfavorable a la carne entre mayo y octubre. Sólo en la comparación con frutas las carnes mantuvieron una condición favorable.
Con los aumentos recientes, las carnes lograron equiparar, entre diciembre y enero, a la canasta general de alimentos y a las verduras, quedando todavía debajo de pan, lácteos y aceites.
Por supuesto que el consumidor advirtió esta situación y, últimamente, demandó más carne y tuvo más tolerancia a los aumentos.
El poder del salario
Otro aspecto para analizar es la situación de las remuneraciones del sector privado, como aproximación al poder adquisitivo de toda la población que trabaja en relación de dependencia.
En el período ene22-jul23, pese a las distorsiones generales, los salarios se mantuvieron relativamente estables, en forma deflacionada, a pesar de la creciente inflación y a caballo del poder que el Estado prestaba a las negociaciones salariales del lado de los trabajadores.
Entre julio de 2023 y febrero de 2024, el salario medio real perdió una cuarta parte. Comenzó ahí una recuperación, al superar los aumentos a la inflación descendente, y mejoró 20% hasta diciembre. Todavía se ubica 10% abajo del período que elegimos como base, que tampoco era uno demasiado brillante.
Las perspectivas son que siga habiendo aumentos reales, especialmente por la proyección de crecimiento económico para este año.
Habrá una presión adicional alcista sobre el precio de la carne.
La situación internacional
Luego de los precios altos hasta la mitad de 2022, los valores del comercio internacional sufrieron una baja sostenida y se mantuvieron ahí durante los últimos 12-15 meses.
Recién durante el último trimestre de 2024 hubo señales de algunas cotizaciones mejorando.
El promedio ponderado del fob argentino ha dado un impulso sensible entre diciembre y enero pasados, aunque el volumen de enero haya sido muy pobre.
Los pronósticos indican perspectivas de menor oferta en EE.UU. y en Brasil, dos fuertes exportadores, y mayores precios.
Si bien la exportación argentina está pasando por una coyuntura complicada, lo que sucedió la mayor parte de 2024 y se extiende hasta ahora, el pronóstico de más valor internacional es un indicador importante para imaginar precios internos de la carne.
La situación de los exportadores responde a que el precio de la hacienda, el tipo de cambio más los derechos de exportación y los precios internacionales estaban desalineados, y todavía siguen. Pero mejores precios externos pueden agregar más presión.
Qué mirar hacia adelante
El 40% de aumento en los precios de la hacienda en el último trimestre es un valor alto, especialmente dada la baja de la inflación que ya hace tiempo se advierte.
No obstante, eso sólo le ha permitido volver a situarse en un nivel histórico intermedio, que no representa una gran zanahoria a la hora de las inversiones en el sector.
Entre paréntesis, ahora están apareciendo las voces que señalan a la carne como el factor que no dejaría seguir descendiendo el índice mensual de inflación. No es la primera vez, sino todo lo contrario, pero eso no impide el fastidio que genera.
Las mejores explicaciones para aquel movimiento del precio tienen que ver con su atraso relativo, que se aprecia en forma histórica pero también frente a alimentos sustitutos, cierta recuperación del salario real y la aceptación de los consumidores de los nuevos precios.
Hacia adelante, los salarios reales pueden seguir mejorando con el crecimiento económico de este año, puede haber novedades en materia de impuestos a la exportación y el frente externo está anunciando mejoras de precios.
En el lado del debe, la fase de mayor faena que se ha iniciado hace unos meses contribuirá a contener posibles aumentos, siendo un contrapeso en ese movimiento, aunque prevemos un cambio muy moderado en los envíos a frigorífico. Tampoco se puede apostar con gran seguridad que el clima, que ha afectado tanto al sector en los últimos años, se convierta en un factor favorable.
Existen múltiples justificativos para un aumento adicional en el precio de la hacienda, pero en un mercado abierto y competitivo como éste, los operadores no apelan al precio que debería regir sino al que resulta de la oferta y la demanda, en cada eslabón de la cadena y en cada circunstancia.
Por Lic. Miguel Gorelik, Director de Valor Carne
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