La aplicación de pautas de bienestar animal es un atributo para la ganadería
Senasa promueve la aplicación de pautas de bienestar animal como aspecto esencial a cuidar a lo largo de la cadena.
La ganadería es una actividad que consiste en la cría, tratamiento y reproducción de animales domésticos con fines de producción y es un factor clave para el desarrollo de la agricultura. Según datos del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), dentro de su cadena ganadera, Argentina cuenta actualmente con una existencia de 52.516.535 bovinos y bubalinos, 12.442.084 ovinos, 6.115.713 porcinos, 4.122.128 caprinos, 2.695.854 equinos y 286.105 camélidos.
El Senasa promueve el bienestar animal –en su rol de ejecutor de las políticas nacionales en materia de sanidad y calidad animal– como un valor esencial que debe fortalecerse de manera integral a lo largo de la cadena ganadera, de manera tal de minimizar los problemas, salvaguardar la inversión y propiciar el desarrollo sostenible de cada actividad, atendiendo además la demanda del público y del sector productivo.
Según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), el bienestar animal puede definirse como el estado físico y mental de un animal en relación con las condiciones en las que vive y muere. Este concepto representa el modo en que un animal afronta las condiciones de su entorno a través de 4 dominios físicos (nutrición, medio ambiente, salud y comportamiento) los cuales llevan al quinto dominio (el estado mental o afectivo). En este sentido, es clave considerar las prácticas que promuevan el bienestar animal durante la cría, engorde, transporte, comercialización y faena de los animales destinados a la producción de carne, hasta las prácticas de ordeñe o esquila en animales destinados a la producción de leche o lana.
Principales pautas de bienestar animal en la ganadería
Cualquiera sea la etapa de producción en la que participen los actores de la cadena, el bienestar animal debe considerarse al momento de tomar decisiones que redundarán en una mejor calidad de vida para los animales así como en beneficios para las personas y el medioambiente. Estas buenas prácticas deben emplearse, no como un requisito más a cumplir impuesto por mercados externos e internos, sino como una herramienta dentro de las cadenas de valor que tienen como fin promover la calidad e inocuidad de los productos.
El Senasa destaca las principales recomendaciones para todas las especies y producciones:
-Brindar una alimentación adecuada en cantidad y calidad, acorde a la etapa productiva del animal (cría, recría o terminación, mantenimiento, lactación, etc.)
-Permitir un fácil acceso a agua fresca de calidad.
-Proteger a los animales de las inclemencias del clima, por medio de sombra y reparos o refugios.
-Construir las instalaciones de manejo teniendo en cuenta el confort de los animales y evitar todo tipo de saliencias u objetos que pudieran lastimarlos.
-En casos de traslado, hacerlo en transportes habilitados que reúnan las condiciones y evitar subir animales que sean incapaces de moverse por sí solos, presenten heridas graves, superen el 90% de preñez o hayan parido la semana anterior, o se trate de animales recién nacidos.
-Elaborar planes de contingencia ante situaciones extremas como sequías, incendios, inundaciones, etc.
-Favorecer la expresión de los comportamientos específicos de cada especie, atendiendo a las necesidades de espacio, descanso, exploración, comodidad y conducta social y, cuando sea necesario, proveyendo elementos para enriquecer el ambiente.
-Capacitar al personal en bienestar animal.
-Promover una relación humano-animal positiva y no provocar heridas, miedo duradero ni estrés evitable.
-Respetar el plan sanitario de acuerdo a la especie y a la zona de producción.
-Brindar atención veterinaria en casos de heridas o enfermedad.
Indistintamente de la especie y tipo de crianza, un animal debe criarse en situaciones de mínimo estrés, dolor o temor permitiendo que satisfaga sus necesidades nutricionales, sanitarias, ambientales y sociales (comportamiento natural), y logre el estado de bienestar en cada momento o etapa de su vida.
La aplicación de estas pautas favorece la respuesta inmunitaria y disminuye las pérdidas de vacunas, los abscesos, los daños a los equipos y los accidentes de trabajo.