Extremo sur de la provincia de Buenos Aires. Estrategias para una producción ganadera sustentable.
Frente a la variabilidad climática que afecta al extremo sur de la provincia de Buenos Aires, el INTA promueve la conservación y valoración de los recursos forrajeros de la zona. Gracias a una construcción conjunta de conocimientos y saberes, un establecimiento ganadero de Villarino mantuvo estabilizados los porcentajes de preñez y de destete con manejo de la oferta forrajera y ajuste de la carga animal.
“Ante la intensificación de los eventos climáticos extremos es imperioso reflexionar sobre los sistemas ganaderos tradicionales, basados en especies forrajeras anuales”, afirmó convencido Miguel Munz -productor ganadero del partido de Villarino- quien, gracias al acompañamiento del INTA pudo enfrentar la sequía que afectó a la región con mayor intensidad durante el 2023. De hecho, gracias al manejo de la oferta forrajera y ajuste de la carga animal los porcentajes de preñez y de destete se encuentran estabilizados y superan con creces el 90 %.
“Mediante el asesoramiento de la Agencia de Extensión Rural (AER) Médanos hicimos pasturas. Primero, hace ya más de 30 años, sembramos pasto llorón, que hoy sigue en pie y lo cuidamos mediante pastoreo por parcelas y no lo sobrecargamos demasiado”, sostuvo Munz y agregó que, “con el tiempo y gracias al asesoramiento del INTA, sembramos mijo perenne y luego dos lotes de agropiro”. En la actualidad, Munz está acompañado por los extensionistas Juan Pablo Vasicek y Rocío Fernández, del INTA Médanos.
Algunas de estas pautas se basan en disminuir los cultivos anuales tanto para agricultura como para ganadería, en la reducción o erradicación de las labranzas agresivas de los suelos, en perennizar los recursos forrajeros y diversificar las especies como el pasto llorón, el mijo perenne, el agropiro alargado y los pastizales naturales con predominio de flechillas y papoforum, entre otras estrategias.
“Estos recursos forrajeros, de manera asociada y equilibrada, integran la cadena forrajera y son el sustento de la producción de carne de la zona semiárida de la provincia de Buenos Aires”, explicó Juan Pablo Vasicek, del INTA Médanos.
Simultáneamente, el ajuste de la carga animal y sus diferentes categorías, el uso de alambrado eléctrico temporario y permanente, el respeto de los tiempos de descanso que requieren las especies forrajeras y las prácticas de manejo que permiten ordenar el rodeo, son imprescindibles para lograr una producción exitosa sumó el técnico del INTA.
La experiencia de Munz
En 2023, el sistema ganadero de Munz se mantuvo estable, aun en contextos de bajas precipitaciones. La hacienda se mantuvo en estado óptimo con bajos costos de alimentación y destacados índices productivos. Desde hace años, los porcentajes de preñez y destete se encuentran estabilizados y superan con creces el 90 %.
“Lo sorprendente y destacado de 2023 fue el incremento en la carga animal y la producción de carne por hectárea en relación con años previos”, contó Vasicek. En este sentido, la carga animal promedio se ubicó en 0,43 equivalente a vaca por hectárea y la producción de carne alcanzó los 84 kilos por hectárea, cuando históricamente estos números se ubican en 0,35 equivalente a vaca por hectárea y 63 kilos por hectárea, respectivamente.
Este incremento en la productividad se explica por un cambio de manejo en el sistema -que históricamente comercializaba la totalidad de la producción de terneros al destete- y en 2023 pudo recriar y engordar el destete. “Este proceso fue netamente pastoril, a través del aprovechamiento de pastizal natural y verdeo de avena de resiembra natural”, explicó Rocío Fernández, del INTA Médanos.
En diciembre retornaron las lluvias con 115 milímetros y dieron fin a varios meses de sequía. El año 2023 totalizó con 372 milímetros, muy por debajo de la media anual, ubicada alrededor de los 500. Según Vasicek, “las especies forrajeras megatérmicas perennes como el pasto llorón, el mijo perenne y la papoforum fueron las más favorecidas, respondieron rápida y favorablemente a los 115 milímetros”.
Con anterioridad a las precipitaciones de diciembre 2023, el pasto llorón, con antigüedad mayor a 30 años, se utilizó principalmente para vacas de cría con ternero al pie. Su crecimiento estaba limitado, pero a pesar del estrés hídrico todavía respondía. “Esta especie perenne cultivada es la de mayor rusticidad y productividad en Villarino”, sostuvo Fernández. En este sentido, Munz agregó: “En enero de 2024 rebrotó el pasto llorón que permitió al rodeo de cría continuar en estado óptimo”.
Las especies anuales de otoño, invierno y primavera, verdeos de invierno y especies naturalizadas como raigrás anual, abrepuño amarillo, cebadilla, trébol de carretilla, alfilerillo, entre otras, habían finalizado su ciclo sin ofrecer volumen de forraje. Por lo tanto, prosperaron especies estivales anuales y perennes de limitado o nulo uso forrajero como flor amarilla, revienta caballo y cardo ruso.
A noviembre de 2023, antes de los 115 milímetros de diciembre, los campos estuvieron sin oferta forrajera y expuestos a erosión eólica. Luego, en enero de 2024, en varios lotes, se produjo un crecimiento explosivo de flor amarilla, de poco uso forrajero.
“En este campo nos iniciamos con mi familia hace 45 años, sembrando ajo en una quinta”, contó Munz y añadió: “Mi familia era quintera. Después el suelo dejó de responder con el ajo y, ¿qué hicimos?, empezamos a criar algunas vacas”.
“La idea que aprendí es a no mover más el suelo de los campos porque si no se los lleva el viento, los ventarrones vuelan la arena y van tapando los alambrados, ese deterioro los vuelve improductivos”, afirmó Munz y concluyó: “Estamos de pie por dar un poquito de bolilla a este modo de producir. Estamos en este campo hace más de 4 décadas y acá pensamos seguir”.
FUENTE: INTA Informa