“Vaca Viva”: así es es el plan agroindustrial que planea implementar Milei, el próximo presidente
El espacio de LLA tiene un plan de desarrollo de la “bioeconomía” que busca duplicar las exportaciones del sector con más valor agregado
Javier Milei se consagró vencedor del balotaje y será el próximo presidente de la Argentina. Casi en las antípodas de la metáfora efectista y pueril de la motosierra, en el espacio del libertario se ha incorporado un plan agroindustrial en sentido amplio, desarrollado por consultores especialistas, que aborda de modo sistémico una cantidad de aspectos que hacen al desarrollo de la “bioeconomía“.
A la cabeza del equipo está Fernando Vilella, un académico con experiencia también en gestión institucional, que fue decano de la Facultad de Agronomía de la UBA, donde creó el área de Agronegocios en los primeros 2000, y más tarde el Programa de Bioeconomía, y organiza desde hace más de una década el simposio anual Del Sur al Mundo, donde expertos locales y del exterior debaten sobre cuestiones relacionadas con la inserción de la Argentina en la producción y el comercio mundial.
Vilella es además un creador de metáforas iluminadoras que lograron trascender el restringido ecosistema del “campo”, como la de que la Argentina debe convertirse en el “supermercado del mundo”, que adoptó Mauricio Macri cuando fue Presidente.
Vaca Muerta versus “Vaca Viva”
También acuñó la idea de “Vaca Viva“, no para referirse a la ganadería, sino para ilustrar la importancia de la bioeconomía en complementación con Vaca Muerta, el gigante yacimiento hidrocarburífero que suele aparecer como “la” salvación del país. Mientras que la inversión en energías fósiles es concentrada, proveniente de grandes multinacionales y contraria a la preocupación por el Cambio Climático, desarrollar la economía de la Vaca Viva implica a una multiplicidad de cadenas agroindustriales formadas por pymes, generalmente nacionales, distribuidas por el país, que producen alimentos de origen vegetal y animal, energía, fibras y bioproductos, capturando en el proceso dióxido de carbono de la atmósfera, el mayor causante del “efecto invernadero”.
Para el desarrollo del plan bioeconómico, Vilella lidera un equipo de unas 25 personas junto con Pedro Vigneau, que fue presidente de la Sociedad Rural de Bolívar, de la Asociación de Productores en Siembra Directa (Aapresid) y es el actual de la Asociación de la cadena del maíz y el sorgo, Maizar, y con Germán Paats, que presidió la Rural de Tapalqué y hasta hace unos días también la organización Barbechando, enfocada en incidir sobre los temas agropecuarios en el Congreso.
Los tres han estado manteniendo reuniones para presentar y mejorar su plan con una cantidad de instituciones del sector, como la Mesa de las Carnes, la Mesa de Enlace, Carbap, el Rofex, el Matba, cámaras de la pesca, entre otras.
Una macro ordenada, clave pero insuficiente
A la espera de la definición de quién sería ministro de Economía de un eventual Gobierno de Milei, en el espacio habría consenso sobre que es prioridad atacar la inflación, eliminar la multiplicidad de tipos de cambio (tema clave para el sector agropecuario, que exporta hoy al dólar oficial) y estimular inversiones, para lo cual se estaría trabajando en una ley. A la vez, el cierre del BCRA reconfiguraría la posibilidad de otro formato financiero.
Pero con la idea de que con la macro sola no alcanza, este plan bioeconómico de La Libertad Avanza plantea temas como el desarrollo de la infraestructura vial, con ferrocarriles, centros logísticos, rutas y caminos rurales, que entre otras cosas permitiría reducir significativamente los pesadísimos costos de flete. También prevé inversiones en conectividad, para que no queden zonas del país aisladas e imposibilitadas productivamente, y en la calidad de los recursos humanos, con estrategias de capacitación específica en distintas áreas.
Duplicar las exportaciones apuntando a ser el supermercado del mundo
El plan del equipo del ahora flamante presidente electo se propone como objetivo duplicar las exportaciones del sector antes de cinco años. Esto supone no solo exportar más, sino con más valor agregado, pasando de venderle al mundo mayoritariamente productos de alimentación animal, como hasta ahora, a desarrollar la exportación de alimentos para consumo humano.
En esa línea, se pretende construir una marca país ligada a la sostenibilidad, ya que muchas producciones argentinas tienen muy baja huella ambiental gracias a sus sistemas productivos. También se prevé unificar standards sanitarios, para que no haya obligaciones distintas según se trate de productos de exportación o destinados al consumo interno. Y, a la vez, se busca promover la economía circular, por ejemplo, en materia de biocombustibles.
La “mesa de los argentinos”, como la de los demás sudamericanos
El plan busca también eliminar rápidamente las restricciones al comercio exterior, bajo la idea de que generan sobrecostos artificiales e inequidades, y no resuelven los problemas que supuestamente pretenden bajo expresiones como “cuidar la mesa de los argentinos”. Como ha destacado Vilella, los países de Sudamérica no tienen retenciones y los consumidores pagan los precios internacionales, incluso en los que producen muchísimos menos alimentos que la Argentina, lo que demuestra que los salarios son una de las variables más atrasadas en el país. Si bien el plan tiene en claro que la transición no va a ser fácil y requiere manejarla de forma equilibrada, no vacila en la idea de que hay que competir como el resto del mundo: “Tratamos de hacer cosas normales”, dijo Vilella en una presentación reciente.
Las retenciones, tema ríspido
En cuanto a los derechos de exportación, más conocidos como retenciones, tema áspero para el sector y crucial para el gobierno nacional, ya que es la forma de conseguir miles de millones de dólares al año que no se coparticipan con las provincias, el plan bioeconómico manejaría distintas alternativas, cuya última palabra quedará en manos del eventual ministro de Economía.
Pero habría consenso en que todas las retenciones del sector se reduzcan a cero de inmediato, con excepción de las tres más importantes: soja, maíz y trigo, que actualmente tienen tasas de 33%, 12% y 12%, respectivamente. En estos casos, habría un ritmo de reducción progresivo, que mientras tanto podría incluir la opción de algún bono para que los productores paguen impuestos, entre otras herramientas que se barajan.
Pero el objetivo sería que lleguen a cero antes de 2027. En este punto, deberán convencer a muchos productores que quieren la motosierra ya en este aspecto, mostrándoles que si se unifica el tipo de cambio, se eliminan las intervenciones comerciales y se estimulan las inversiones, sin duda verán un incremento de su rentabilidad, aunque de momento se mantengan los derechos de exportación de los tres cultivos principales.
Ley de semillas, riego, frutas y hortalizas
Entre otros puntos, este plan supone también una fuerte desregulación y quita de impuestos distorsivos; que solo el Congreso tenga la potestad excepcional de actuar sobre los mercados; un Programa Nacional de Riego, que permita incrementar los rendimientos por hectárea; un plan para duplicar la producción de frutas y verduras y mejorar el consumo local, y reemplazar la Ley de Semillas vigente, de 1973, para salir del atraso en materia de genética, que no solo afecta a los cereales y oleaginosas sino también a las legumbres, frutas y verduras y otras producciones.
Fuente: Iprofecional