Alerta por nueva plaga forestal en la Patagonia
Se trata de la polilla del álamo (Leucoptera sinuella), un insecto que podría afectar la producción de frutales que se encuentren cerca de cortinas de salicáceas. El INTA junto con dos universidades de Chile, el Senasa, el Conicet y referentes del sector privado trabajan en la identificación, el monitoreo y la gestión de herramientas de manejo a campo. Su detección temprana es fundamental para evitar su dispersión.
La polilla del álamo (Leucoptera sinuella) es una plaga minadora de hojas, que fue detectada por primera vez en Chile, en 2015, sobre cortinas de salicáceas –álamos, sauces–. Su detección en Patagonia tuvo lugar a comienzos de 2023, durante una campaña de monitoreo de insectos desarrollada en el norte neuquino por los entomólogos Federico D´Hervé y Anabel Olave del Senasa y la Universidad Nacional del Comahue respectivamente, quienes reportaron la especie al Sistema Nacional de Vigilancia y Monitoreo (Sinavimo).
Si bien es una plaga de forestales, en las últimas generaciones cuando las larvas completan su desarrollo pueden afectar los frutales aledaños a las cortinas de álamos, lo que puede provocar rechazos durante las exportaciones de fruta fresca. Por esto, el Área de Sanidad Vegetal del INTA Alto Valle –Río Negro– junto con la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y de la Universidad de Talca –Chile–, el Senasa, el Conicet y referentes del sector privado trabajan en la identificación, monitoreo y gestión de herramientas de manejo a campo.
Para identificar a la polilla del álamo, Silvina Garrido, especialista del INTA Alto Valle, describió: “Los adultos son pequeñas polillas blancas cuyo primer par de alas presenta una mancha negra y tres franjas anaranjadas. Sus larvas minan el interior del mesofilo de las hojas y sus pupas se encuentran recubiertas por un capullo sedoso blanco con una forma de “H”, muy característica”.
De acuerdo con el Sistema Nacional de Vigilancia y Monitoreo de plagas (Sinavimo), las larvas son pequeñas, hasta 7 milímetros de largo, aplanadas y de color blanco-amarillento y se alimentan del tejido interno de las hojas. Por otro lado, la pupa es muy característica, mide unos 3 milímetros de largo, se ubican por fuera de las hojas, grietas de troncos y otros refugios, estando protegidas por un capullo blanco sedoso pequeño.
El adulto de la polilla del álamo es pequeño, de unos 3 a 4 milímetros de largo, con una envergadura alar de 9 a 10 milímetros; es de color blanco brillante con escamas plateadas. El primer par de alas tiene el extremo distal coloreado con 3 franjas anaranjadas y una gran mancha negra en su parte interior. Sus alas son aguzadas y presentan unas franjas características de color naranja en sus extremos. Las antenas son largas cubriendo casi toda la longitud corporal.
Esta polilla se desarrolla como minadora de hojas en árboles preferentemente de la familia Salicaceae, alimentándose del mesofilo de las hojas. Si bien los árboles frutales no son hospederos, sus pupas se ubican en cavidades calicinales y pedicelares de manzano, peras, nectarinas, duraznos y ciruelas, entre otros.
Debido a que la plaga recientemente descubierta en la Argentina se encuentra limitada a un área restringida, aun no existen experiencias de manejo validadas localmente. “Lo fundamental en esta etapa es monitorear las cortinas forestales, realizar una correcta identificación y comunicar rápidamente para iniciar acciones de control inmediatas”, destacó Garrido quien señaló que en Chile, el manejo se basó principalmente en el uso correcto de insecticidas sistémicos aplicados tempranamente en primavera en viveros forestales, mediante el método de drenching, que es la aplicación en la zona radicular. Ellos también trabajaron en la evaluación de la susceptibilidad de los diferentes clones de álamos al ataque de la polilla, y eso es una herramienta fundamental a considerar en el manejo.
“Resulta clave repensar todo el sistema de manera integral, considerando no sólo el principio activo más eficaz, las dosis y los momentos oportunos de control, sino también un sistema de aplicación que permita la cobertura en altura como puede ser, por ejemplo, con la utilización de drones”, expresó Garrido.
La combinación de herramientas, sobre todo aquellas de bajo impacto ambiental como el uso de bioinsumos, nuevamente será crucial para evitar dispersión y la alta incidencia, principalmente en zonas periurbanas o cuencas de los ríos y costas, de alto riesgo por la presencia frecuente de salicáceas en estos ambientes.
En este sentido, Liliana Cichón -especialista del INTA Alto Valle- aseguró que “la investigación y el desarrollo de instrumentos deberá acelerarse, para lo cual los antecedentes del manejo de la plaga en Chile son un punto de referencia y una ventaja para las validaciones y ajustes locales”.
Ante la noticia de las primeras detecciones, Cichón adelantó que tomaron contacto con especialistas de Chile que pudieran aportar experiencias y conocimientos en torno a la identificación, monitoreo y herramientas de manejo de la plaga. “De ahí surgió una jornada de trabajo internacional e interinstitucional con profesionales de ambas universidades de Chile, investigadores de Senasa, Conicet y referentes del sector privado con el objetivo de informar al sector productivo y de alertar sobre la especie”, indicó.
En esa misma jornada, Juan Ignacio Zanelli, especialista en el uso de drones, manifestó que “dichos robots pueden pulverizar con precisión centimétrica todo un cultivo o planta por planta, previa prescripción variable realizada con otro drone, con vista multiespectral y/o RGB, todo comandado a distancia con vuelo automático y seguro”.
El paso siguiente es continuar con una campaña de concientización y alerta para una detección temprana en zonas donde aún no se ha observado la polilla del álamo y evaluar herramientas de monitoreo, técnicas de manejo a campo y la eficacia de un protocolo sanitario de inmersión de barbados, a fin de evitar la dispersión de la plaga desde los puntos de venta.