¿En marzo otro nuevo dólar soja?
Un medio especializado en economía dio a conocer esta especulación, sobre la base de un Banco Central que continúa con las reservas justas y un gobierno sin otras opciones a la mano.
Massa no ha generado cambios de fondo. Quizás sienta que no tiene sentido hacerlos en un gobierno que está en su etapa final, o en todo caso es probable que él tampoco crea en los cambios de fondo, como le ha sucedido a esta Administración desde el mismo momento en que inició su gestión. O de pronto está pensando en tener alguna chance electoral en 2023, o en la elección siguiente, y los cambios de fondo demandan tiempo para ver resultados dignos de generar votos, justamente lo que no tiene. Mientras tanto suelen ser poco simpáticos para una población no acostumbrada a ciertos sacrificios.
El punto es que el superministro sigue armando una telaraña de parches, estériles para el futuro de los argentinos pero sin dudas rodeada de cierto golpe de efecto que ha sacado al gobierno de la imagen de parálisis absoluta que traía hasta la crisis de julio de 2021. Y a propósito de esa constante necesidad de estar llamando la atención, muchas veces con poco sustento, Massa le habría sugerido a los periodistas tomarse vacaciones en febrero, “porque enero va a ser un mes muy movido”.
Se refería en apariencia a un nuevo esquema de refinanciación con tarjetas de crédito, una opción distinta en materia de canje de deuda y algunas otras medidas más de índole financiera que apuntaría a poner en práctica durante este primer mes del año.
Pero lo que probablemente más le interesa al campo es que en esa reunión circuló la versión de que habría un nuevo dólar soja en el mes de marzo. Al menos así lo reflejó un medio especializado en economía. Lo habíamos comentado en editoriales anteriores: no son muchos los recursos de esta Administración para tapar los agujeros generados, y entre todos ellos reina la soja, que por cierto es cada vez más escasa en cuento al remanente no vendido de la campaña previa, y que no promete nada esplendoroso para la nueva temporada.
Pero eso es harina de otro costal, la urgencia pasa por seguir armando puentes sobre la base de la oleaginosa, comprando vidas como en los juegos electrónicos de la época en que éramos más chicos.
Según el trascendido referido, el tercer Programa de Incremento Exportador llegaría en marzo, con un dólar mejorado respecto de los 230 del envío de fines de noviembre-diciembre. Claramente el salvavidas es cada vez más chico, pero especulando con lo que puede quedar sin vender (hoy serían unos 7-8 millones de toneladas) es posible imaginar que el gobierno se sentirá tentado a repetir la experiencia y seguir rascando el fondo de la olla. Desde ya, habrá que ofrecerle un tipo de cambio muy atractivo al productor para que se decida a desprenderse de la poca soja que atesora por estos días, y contar con el consenso de la industria y los exportadores.
Hay que reconocer que algunos analistas del sector agropecuario han bajado la persiana y creen que ya no hay chances de una movida como esta.
Aquellos especializados en economía advierten que el Gobierno habría cumplido con lo justo la meta de reservas netas del último trimestre del año gracias a que los productores liquidaron algo más de los u$s 3.000 millones pretendidos. Era indispensable alcanzar ese número y que el Central vendiera no más de u$s 1.000 millones al resto de los sectores en el MULC si se aspiraba a cumplir con el FMI. Hacia el último día de 2022, el BCRA llevaba acumulados unos 4.645 millones de dólares de reservas netas. Es una cifra menor a los u$s 5.000 millones dólares que debían consolidarse según lo acordado, pero hay cierta metodología que permite entrar con lo justo.
El punto es que una vez más las compras de Pesce y los suyos se derrumbaron ni bien terminó el plazo previsto para el último programa ligado a un tipo de cambio diferencial. Y otra vez vuelven las sombras. Y las urgencias.
Hasta ahora nadie confirmó ni desmintió la posibilidad de un nuevo dólar soja en marzo, pero no tendría nada de descabellado. El poroto fue y es el único recurso que puede darle sobrevida a este planteo sui generis que alguna vez fue el Plan Llegar. Ahora algunos dudan de que no haya sido dejado de lado para dar paso al Plan Massa 2023. Ciertos sucesos de los últimos días contribuyen a ensalzar la imagen del superministro por parte de manos amigas con llegada al público por una vía u otra.
No hay que descartar que el tigrense aproveche los enormes huecos que hoy deja el futuro de la coalición gobernante para acceder a otro plano. Del mismo modo tampoco hay que quitarle alguna posibilidad a una última inyección de oxígeno vital surgida de las entrañas del poroto. En el actual contexto todas las opciones están habilitadas.
Fuente: Chacra