Qué es la agricultura regenerativa

Este concepto de producción permite conciliar el aumento de producción de alimentos para una población creciente con la conservación del medio ambiente.

El laureado científico Rattan Lal advirtió que la humanidad no tiene otro camino que implementar la agricultura regenerativa para hacer frente a los dos desafíos cruciales que enfrenta el mundo: producir alimentos adecuados y nutritivos, así como restaurar ecosistemas deteriorados por la actividad humana.  

El científico expuso en un evento organizado por la productora de alimentos y bebidas Pepsico y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), que reunió virtualmente más de 200 personas, muchas de ellas proveedoras de la compañía en América Latina y el Caribe.

Rattan Lal es Profesor de la Universidad Estatal de Ohio, ha sido distinguido con el Premio Mundial de la Alimentación 2020 y es también Embajador de Buena Voluntad del IICA. 

Principios

Los principios fundamentales de la agricultura regenerativa, según explicó Lal, son los relacionados con la conservación de los recursos e incluyen la siembra directa, la reutilización de los residuos de las cosechas como abono natural, el empleo de cultivos de coberturas, el manejo integrado de nutrientes y de plagas, la rotación de cultivos y la integración de la agricultura con los bosques y la ganadería.

El científico explicó que para llevar a la práctica estos principios resulta fundamental dejar de lado una agricultura que ha estado basada en la utilización de los combustibles fósiles, a través de fertilizantes y pesticidas o de su empleo como fuente de energía para la labranza de los campos o para riego.

“La dependencia de los combustibles fósiles –advirtió- tiene una gran variedad de impactos ambientales negativos que no pueden ser ignorados, como la emisión de gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global, el gran consumo de agua y su contaminación, la acidificación de los océanos y la polución del aire”.

Motores

Por eso, la transformación que propone Lal es en dirección a una agricultura inspirada por la innovación ecológica, movida por fuentes de energía carbono-neutrales, respaldada por una economía circular y una infraestructura verde, y apoyada en la recarbonización de la biósfera terrestre, como fundamento del desarrollo sustentable.

El profesor sostuvo que hoy en el mundo una persona de cada once pasa hambre y entre dos y tres de cada siete están malnutridas y que esa dramática realidad ha sido exacerbada por la pandemia, que ha impactado en las cadenas de suministro de alimentos.

Al aumentar la velocidad de avance, se debe incrementar la presión del tren de siembra sobre el suelo.

En ese sentido, llamó a hacer una nueva Revolución Verde, basada en la salud del suelo, que es una entidad biológicamente activa, de la que depende no sólo la seguridad alimentaria y nutricional de la humanidad, sino también la calidad del aire, la purificación del agua, el secuestro de carbono y la conservación de la biodiversidad.

“Cuando el suelo es pobre, la gente es pobre”, advirtió Lal, quien explicó que la producción agropecuaria debe aplicar lo que llamó la ley del retorno: “Devuelve todo lo que saques del suelo y ocúpate con sabiduría de cualquier cosa que hayas cambiado. Intenta predecir lo va a suceder mañana. Produce más con menos”.

Más con menos

Justamente la cuestión de la eficiencia en el manejo de los recursos para producir alimentos fue uno de los puntos en los más énfasis hizo Lal, quien aseguró que la humanidad tiene los conocimientos para producir lo mismo con menos recursos y llamó a pasar a la acción, a través de un aumento de la productividad gracias a la recuperación de suelos degradados.

“Globalmente, hoy existen unos 5.000 millones de hectáreas dedicadas a la agricultura. ¿Necesitamos tanta tierra? Yo creo que no; es demasiado. Si la manejamos bien, podemos devolver algo de la tierra a la naturaleza”, dijo Lal.

En ese sentido –agregó- la clave es no olvidarnos de dónde venimos y hacia dónde vamos: “Todas las civilizaciones de la antigüedad han dado una extraordinaria importancia a los suelos. La tierra es parte de nuestra cultura. Un suelo saludable es aquel capaz de producir servicios ecosistémicos que son esenciales para la supervivencia de la naturaleza. Y los humanos pertenecemos a la naturaleza. Es tiempo de volver a nuestras raíces”.

“Hay un vínculo muy fuerte entre el suelo y la salud humana. Si el suelo se degrada todo se degrada: las plantas, los animales, la salud humana y el ambiente. El suelo y la vida están conectados. Van juntos. El suelo es esencial para la vida en el planeta. No hay suelo sin vida y no hay suelo sin vida”, finalizó Rattan Lal.

Fuente: Perfil