La leche es un nutriente insustituible
Mike Van Amburgh dijo que muchos consumidores desconocen el trabajo que hace la producción lechera en la alimentación y las mejoras que la ganadería produjo para atenuar el impacto ambiental. Se debe seguir trabajando en reducir el nitrógeno que se externa por orina.
“Tenemos que decir en primer lugar que hay avances importantes en la reducción del impacto ambiental”, comenzó van Amburgh en el webinar de Ifina. “Hoy, el objetivo es reducir el impacto del carbono en la lechería y cómo debiera premiarse a quienes realizan las cosas bien. Comemos porque necesitamos nutrientes, y producimos leche porque es un buen aporte al ingreso de nutrientes y la producción de cualquier nutriente tiene cierto impacto ambiental”, previno el científico.
Si pensamos en el impacto que tiene el metano en la producción lechera
El 72% de la emisión de gas de efecto invernadero proviene de la producción de alimentos y de leche entre otros, pero una buena parte de este impacto es tranqueras afuera del tambo, áreas sobre las que la lechería no puede intervenir. Entre el 2007 y el 2017 se redujeron los impactos entre el 15 y el 31% en la emisión de metano. Salvo en el transporte (se incrementó un 12%), en todas las demás áreas hubo reducciones importantes.
Ahora, ¿qué está pasando con cada hectárea en labranza y cada litro de leche producida? Hay mediciones que compara el impacto que tiene todo lo que ingresa tranqueras afuera del tambo y el impacto ambiental que produce lo que egresa del establecimiento lechero.
Respecto a esto, van Amburgh propuso que se mida con justicia el impacto que produce lo que ingresa al tambo en comparación a lo que sale de él, y puso el acento en la sobrealimentación del ganado que pudiera hacer en el tambo y sobre lo que habrá que trabajar para ganar en eficiencia.
“Estos balances de masa son importantes pues cada tambo es una realidad diferente y por lo tanto habrá que actuar en cada caso”, subrayó van Amburgh.
Manejo de nitrógeno adaptado
Los tambos que mantengan un balance de N promedio de 3 años en o debajo de 119 kg N/ha cubren las pautas de manejo adaptado y no requieren evaluaciones de campo específicas más que la producción.
Manejo de Fósforo adaptado
Los tambos que mantengan un balance de P promedio de 3 años en o debajo de 13,6 kg P/ha pueden aplicar excreciones a campo con STP<114 kg P/ha.
Ya no pueden hacerse las cosas sin medir
Habría que trabajar en un menor manejo del N en la producción lechera. Fíjense los datos en N en excreta de orina y materia fecal. Para que la vacas produzcan entre 80 y 90 lbs de leche debemos ser eficientes en la utilización de lo que ingiere (harina de soja), con lo que se llega a una relación 1:1 entre N/leche y N/orina.
El desafío de los nutricionistas es establecer un equilibrio entre el N que ingresa en el proceso y el que finalmente se externa en leche y desechos. “Si se fijan en el cuadro verán cómo eleva la salida de N la orina y por ello es necesario llevarla a un equilibrio. La proteína bruta que ingresa y el nivel de aminoácidos deberán ser los parámetros a controlar. El N que la vaca no necesita lo va a eliminar en la orina”, sugiere van Amburgh y alentó a seguir trabajando para mejorar esta relación que en una situación ideal debiera llegar a 1,2:1 la relación entre el N en leche y en las excresiones.
Es por ello que el manejo alimentario de precisión requiere centrarse en:
1.- Mejora la rentabilidad del tambo
2.- Mejora la eficiencia en el uso de nutrientes
3.- Reduce la excreción de nutrientes al ambiente (suelo, agua y aire)
4.- Ayuda a cumplir regulaciones ambientales
El sistema alimentario
Los consumidores no tienen buena información sobre el sistema alimentario, pues a veces la verdad no es tan vendedora y por ello se pierde el interés en informar.
¿Cuánta azúcar les dan a las vacas que dan la leche que usted consume?
Hay que ser persistentes y buscar comunicar con precisión a un consumidor que está deseoso de tener información precisa sobre lo que compone su alimentación.
Señala van Amburgh que en Estados Unidos hay una polémica en torno a los sustitutos nutritivos de la leche y allí aparece lo que se conoce como “leche” de almendras como un posible relevo.
¿Las vacas son malas porque producen metano? ¿O son buenas porque consumen elementos que tienen impacto?
Esta pregunta emerge al analizar las virtudes extra que tienen las vacas cuando se comparan con los beneficios de las almendras.
La almendra tiene una relación de 2:1 entre fruto y cáscara. Y que se hace con toda esa cáscara? Se las damos como alimento a las vacas !! Allí hay una virtud extra de la lechería pues los productores de almendras tendrían un gran problema si la lechería no se hiciera cargo de todas esas cáscaras. Van Amburgh dice que los consumidores de almendras debieran agradecer a las vacas que hacen posible que ese alimento llegue a las góndolas.
El otro tema para comparar es respecto al agua, donde la producción láctea demanda menos agua por cantidad de nutrientes producida.
La solución para estos temas complejos reside en la transparencia de los procesos y la publicación de información que le ayude a los consumidores a tomar buenas decisiones.