Quínoa: un cultivo con oportunidades
Por su alto valor nutricional, su adaptabilidad y las buenas perspectivas económicas, la quinoa es una alternativa productiva para la agricultura familiar. Por esto, el INTA trabaja en su promoción, en el agregado de valor en origen y en la incorporación a la gastronomía familiar en comunidades indígenas y agricultores familiares.
La quínoa (Chenopodium quinoa) no solo se trata de un superalimento, es una especie nativa capaz de prosperar en suelos que se consideran marginales y con poca agua, y puede tolerar diferentes tipos de estrés sin que se afecte su desarrollo.
“Muchos países la están incorporando como cultivo estratégico para producir alimentos de alto valor nutricional frente a las nuevas condiciones impuestas por el cambio climático”, expresó Luis Erazzú –coordinador del Programa Nacional de Cultivos Industriales del INTA–.
Por ser una alternativa productiva, el INTA junto a la Fundación Miguel Lillo (FML) trabajan en la promoción del cultivo de quínoa disponiendo semillas adaptadas y asesoramiento técnico. Los proyectos se vienen desarrollando con la comunidad indígena de Amaicha del Valle, en Tucumán, una de las regiones claves tanto para el rescate como para su difusión de la especie. En la actualidad, también se están iniciando trabajos con los agricultores familiares de Leales, Tucumán.
“El proyecto financiado por el Consejo Federal de Ciencia y Técnica (COFECYT) del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva y por la Secretaría de Ciencia y Técnica (SIDETEC) de Tucumán, consistió en promover el cultivo y generar un mercado de semillas”, indicó Erazzú.
A su vez, “este proyecto contempló demostraciones gastronómicas con quínoa, divulgación de recetarios y de los beneficios de su inclusión para mejorar el equilibrio de las dietas mediante la elaboración de comidas con ingredientes de la zona y la promoción de microemprendimientos”, comentó Juan González, de la Fundación Miguel Lillo.
“Queríamos resaltar los beneficios de incorporar quínoa en la alimentación, por eso, sugerimos diferentes elaboraciones gastronómicas y recetas, junto al grupo de Quinuas del Yocavil y la Agencia de INTA Santa María”, agregó González.
El nuevo proyecto, que inicia dentro del Plan Nacional “Argentina contra el hambre”, contempla la producción y agregado de valor de quínoa para consumo directo y harinas, destinados a la alimentación de alto valor nutricional. “Busca promover el cultivo e instalar dos plantas de agregado de valor”, mencionó Erazzú.
Ubicadas una en zona de alta montaña y otra en la llanura salina tucumana, las plantas de procesamiento poscosecha incluyen trilladora, clasificadora y desaponificadora que fueron diseñadas por el Instituto para la Agricultura Familiar (IPAF- NOA). Las mismas permitirán procesar granos para consumo directo y, también, se prevé la producción de harinas para ser utilizada en panes, galletas, fideos y jugos.
Las jornadas, destinadas a estudiantes y productores locales, se realizaron en Escuela Agrotécnica Amaicha del Valle y en el salón de la Comuna. Las mismas estuvieron organizadas por el equipo del INTA Famaillá, la Fundación Miguel Lillo y la Sede Tucumán de la Fundación ArgenINTA, ésta última se encarga de la administración y ejecución de los proyectos.
“Disponemos de resultados productivos para asesorar a los agricultores familiares sobre cómo sembrar, qué fechas son las más adecuadas, también sobre recomendaciones de fertilización y de prácticas para control de malezas, insectos y enfermedades”, resaltó Luciana Martínez Calsina –investigadora del INTA Famaillá, Tucumán–.
“Para apoyar iniciativas productivas, la Agencia de Extensión Rural dispone de semillas de producción local con buena adaptación y maquinaria para la post-cosecha”, comentó Marcela Rudelli, encargada de despacho de la AER Amaicha del Valle.
En los Valles la fecha de siembra óptima se extiende de fines de octubre a mediados de diciembre, y se calcula una cantidad aproximada de 7 kilogramos de semilla por hectárea. El cultivo se debe mantener libre de malezas, plagas y enfermedades. En general, las variedades de quínoa tienen un ciclo de 130 a 140 días.
Con la iniciativa se espera que la quínoa se incorpore como un alimento de uso regular en las dietas de las poblaciones locales y que pueda convertirse con el tiempo en una alternativa productiva y fuente de microemprendimientos.
Un superalimento
La quínoa es uno de los pocos alimentos nativos de origen vegetal que contiene los nueve aminoácidos esenciales que el humano necesita incorporar de la dieta, ya que el organismo es incapaz de producirlos y son esenciales para el correcto desarrollo de funciones vitales. Otro aspecto a resaltar, es que está adaptada a producir con menor cantidad de agua comparado a otros cultivos de la zona, lo que genera una ventaja en contexto de menor disponibilidad hídrica debido al cambio climático.
Además de su alto valor nutricional, no contiene gluten, lo que la hace apta para personas celíacas. También es rica en vitaminas, hierro, fósforo, calcio, magnesio y antioxidantes que son claves para una buena salud. Al tratarse de un alimento tan completo, el consumo de quínoa resulta una alternativa muy alentadora y esencial para luchar contra la desnutrición en ciertos sectores de la población.
Fuente: Inta Informa