Por retrasar la castración, se pierden hasta 11 kg/ternero
Por traumática y estresante, la castración influye negativamente sobre la
ganancia de peso y sobre la susceptibilidad a enfermedades. Sin embargo, y a pesar de que la castración es una práctica rutinaria, el efecto adverso sobre el bienestar animal y, como consecuencia, sobre la rentabilidad de la actividad ganadera no ha sido mayormente considerado.
En una investigación realizada en EEUU se evaluó el efecto del momento y del método de castración sobre la ganancia diaria de peso (GDP) y la susceptibilidad a infecciones de las vías respiratorias de los terneros, y su impacto sobre el costo económico del tratamiento. Se analizaron dos momentos de castración. La castración temprana, referida a los terneros comprados castrados y que, se asume, fueron castrados en algún momento de la cría, al pie de la madre; y la castración tardía, referida a los terneros comprados enteros y que fueron castrados posteriormente, al comienzo de la recría mediante alguno de los siguientes métodos, quirúrgico vs banda de goma.
Los terneros castrados (n = 87) y no castrados (n = 92) – con un peso promedio de 210 kg – se adquirieron en un remate y transportaron a una estación experimental para comenzar la recría sobre pastura y suplementación diaria con una ración balanceada. Inmediatamente luego del arribo, se dejó descansar a los terneros por 24 horas con acceso a agua y heno, a voluntad. Al día siguiente, los mismos fueron expuestos a una serie de prácticas. Primeramente, se los pesó, marcó, desparasitó y, también, a los machos enteros se los castró mediante la técnica quirúrgica (n =46) o banda de goma (n = 46). Seguidamente, fueron vacunados contra infecciones respiratorias y tétano, con doble dosis, a un intervalo de 14 días. Se pesó a los terneros cada 14 días hasta el final del ensayo (día 50). Además, durante este periodo, los terneros se examinaron diariamente para identificar signos asociados a enfermedades respiratorias y, si era necesario, se los trató con antibióticos.
En promedio, los terneros castrados una vez comenzada la recría ganaron diariamente 44 % (0,56 kg/día) menos que los terneros castrados al pie de la madre, durante los primeros 14 días de evaluación. Para el mismo periodo de medición, la GDP no fue afectada por la técnica de castración; quirúrgica (0,78 kg/día) vs. banda elástica (0,63 kg/día; Figura1). Sin embargo, del día 14 al 28 post castración, la GDP de los castrados – mediante banda elástica – fue un 29% (0,58 kg/día) menor que la GDP de los terneros castrados quirúrgicamente (0,82 kg/día). En comparación a la GDP de los terneros castrados previo al ingreso a la recría (0,88 kg/día), la GDP de los castrados tarde fue 34 % menor para los castrados mediante banda elástica y solo 7 % inferior para los castrados quirúrgicamente. Del día 28 al 50 post castración, no se registraron diferencias significativas en la GDP debidas al momento ni al método de castración. En total, los terneros castrados tarde ganaron 11 kg menos que la contraparte castrada temprano, durante la cría.
La castración al inicio de la recría resultó en terneros más susceptibles a sufrir infecciones respiratorias. En este sentido, se demostró que el porcentaje de terneros tratados con antibiótico, al menos una vez, fue superior para los terneros castrados tarde (78%) que para la contraparte castrada temprano, durante la cría (51%).
Además, el porcentaje de terneros que recibió terapia antibiótica, por al menos dos veces, fue también significativamente superior en los terneros castrados tarde (24 %) que en los castrados temprano (9%; Figura 2). A diferencia del momento de castración, la morbilidad no fue afectada por el método. Dicho resultado refleja la magnitud de la inmunosupresión – asociada al estrés – de los terneros castrados a mayor edad. Asociado a la mayor incidencia y gravedad de las infecciones respiratorias, el costo de la terapia antibiótica fue significativamente superior para los terneros castrados tarde (12,94 USD/ternero) que para los castrados temprano
(7,67 USD/ternero).
En línea con lo ya publicado, se reafirma que el retraso en la castración influye negativamente sobre la GDP y sobre la susceptibilidad de los terneros a sufrir infecciones respiratorias. Por otro lado, también se destaca que, en comparación a la técnica quirúrgica, la castración mediante bandas elásticas extiende la magnitud de la pérdida de peso más allá de los primeros 14 días post castración.
Cuando se practica incorrectamente, en términos de momento y técnica, la castración juega en contra de cualquier beneficio productivo asociado al sistema de alimentación, autoconsumo o entrega diaria, y/o mejora en la formulación de la dieta.
Fuente: Intainforma