El drama de un productor que invirtió más de $15 millones para producir carne de exportación
Hace tres años decidieron cambiar el rumbo y aumentar el peso de la faena: “No podemos cambiar de sistema de un día para el otro”, advierte luego del cierre de exportaciones
Hace una semana, José Santiago Guazzelli decidió invertir en su producción de ganado pesado para la exportación. Compró vacas por 3,4 millones de pesos y adquirió una balanza electrónica por medio millón con el objetivo de mejorar la rentabilidad y eficientizar el proceso. Pero tan solo cuatro días más tarde sus planes quedaron truncos, luego de conocerse la noticia de que el Gobierno decidió suspender por 30 días la exportación de carne.
“La sensación es de impotencia y desilusión”, indica Guazzelli, quien es administrador de una empresa agropecuaria mediana y presidente de la regional de Tandilia Aapresid.
Además de los recursos financieros empleados recientemente, la preparación para la producción de ganado de exportación es de largo aliento. Según estima, en estos últimos tres años el campo lleva invertido 14 millones de pesos, pero ahora no sabe si obtendrá cierta rentabilidad o si perderá dinero. “De repente te cambian las condiciones de juego y te cambia el panorama de acá para adelante”, se lamenta.
Carne: inversiones para el sistema de ganado pesado
Históricamente, la hacienda, que está ubicada en Tandil y cuya parte agropecuaria emplea a 10 personas, hacía cría e invernada de novillo, ternera y vaquillona liviana para el mercado local, pero hace tres años decidieron cambiar el rumbo y aumentar el peso de la faena. “Como en el mercado local los animales pesados no son muy buscados, decidimos inscribirnos en el registro de exportaciones”, indica el ingeniero agrónomo.
El salto fue grande. “Tuvimos que pasar de un novillito que vendíamos de 320/340 kilos a uno de 450/500 kilos, y eso requiere un esfuerzo financiero enorme, porque el periodo de duración del engorde del animal lleva entre seis y ocho meses más de lo que necesita un animal liviano que va al mercado interno”, detalla Guazzelli.
El traspaso de un sistema a otro exige inversiones de tiempo y dinero. Por un lado, para el alimento del ganado, reemplazaron lotes agrícolas con pasturas de alfalfa de calidad para hacer la terminación efectiva a campo de los novillos. “Veníamos con una estructura armada y tuvimos que financiar esa transición. Tuvimos que incorporar un 30% más de superficie ganadera”, añade el productor y explica que además de los recursos forrajeros, tuvieron un “bache” de seis meses, ya que en vez de vender al ganado a partir de diciembre o enero, lo tuvieron que engordar hasta mitad de año. Las primeras exportaciones las realizaron en julio de 2020. “Eso te da la pauta de lo que significa esto”, sintetiza.
A su vez, durante este tiempo también debieron realizar otras inversiones para eficientizar los proceso. En este sentido, durante este mes compraron una balanza electrónica, que costó $500.000, para identificar a cada animal en un sistema de seguimiento con software y entrenaron al personal de la hacienda para utilizarla.
Sumado a todo este desembolso, el 12 de mayo pasado decidieron destinar $3.400.000 para la compra de 65 vacas para invernar y exportar a China, que llegaron este miércoles. “Es el típico ejemplo de cambio de regla abrupto. Teníamos todo preparado para hacer una diferencia y nuestro negocio desapareció”.
Cierre de exportaciones: ¿Cambio de rumbo?
Sobre la imposibilidad de modificar el tipo de producción para orientarse a un mercado interno, que es lo que busca el Gobierno, Guazzelli sostiene: “No podemos cambiar de sistema de un día para el otro, así que vamos a seguir como venimos”. El productor aclara: “Yo tengo planificado mi recurso forrajero, que es la alfalfa, para que dure 5 o seis años en el campo. Además, tengo novillos que están en categoría para que sean pesados nada más, y me quedan meses de engorde. No puedo venderlos”.
Sin embargo, admite que a mediano plazo, la planificación podría ser “volver atrás y producir novillo liviano”. Sobre este punto, marca la contradicción de la administración nacional: “Siempre pasa exactamente igual. El cierre de las exportaciones termina generando el efecto inverso, desalienta la producción, baja la oferta y los precios terminan subiendo”.
Fuente: Agrofynews