Villarino campo adentro. Como se vive la cuarentena en Estancia Las Isletas
Año 2020, por cierto muy particular. Tiempos de pandemia, de cuarentena, de aislamiento.
Cuando levantamos las copas el 31 de diciembre de 2019 para brindar por un nuevo año, me atrevo a decir que absolutamente a nadie se le ocurrió pensar en este futuro, que hoy ya es presente, y es este extraño presente que nos toca vivir.
Una mezcla de temores, inseguridades, incertidumbres. Pero a la vez una muestra clara y contundente de que nuestra escala de valores, en muchos casos, está totalmente invertida.
Cuarentena en el campo
Y así como se modificó la vida de todos, a aquellos que viven en el campo, por supuesto que también. La idea de la mayoría de las personas, es que la vida en el campo continúa para todos con un ritmo normal, ya que las actividades relacionadas con la producción son consideradas esenciales.
Pero detrás de cada persona que trabaja en el campo hay una familia. Una familia que tiene sus hábitos y costumbres, sus obligaciones y responsabilidades, sus alegrías y tristezas como cualquier otra familia.
En esta nota queremos visualizar de alguna manera la vida de una familia de campo que hoy, como todos, ve modificada su cotidianidad.
Bárbara y Mauro, son los pilares de una familia rural que trabaja en Estancia Las Isletas, distante 60 km de la localidad de Pedro Luro, en la zona sur del partido de Villarino.
Llegaron a la estancia en el año 2016. Y allí viven con sus tres hijas, Bahiana de 17 años, Eugenia de 7 y Virginia de 3.
Bárbara es maestra jardinera en la escuela de la estancia. Virginia, la mas pequeña, además de tenerla como mamá la disfruta como maestra. Eugenia asiste a la misma escuela donde Barbara trabaja y su docente es de la localidad de Médanos. Su hija mayor, Bahiana, es alumna de la Escuela Secundaria Nº 9, que se encuentra a 5 km de distancia de la localidad de Pedro Luro, en el km 803 sobre la Ruta Nacional Nº 3.
Su marido, Mauro, realiza “trabajos de a caballo” en la estancia. “Hay cerca de 17 familias viviendo acá – nos comenta – contando los que viven en el casco de la estancia y quienes viven en la entrada, en un puesto que se llama La Ballena, más los hombres que viven en el pabellón. Tenemos luz, agua y cuando en el pueblo se corta la luz hay un motor a gas oíl que nos da energía eléctrica. Así que estamos bastante bien equipados gracias a Dios”
“Cuando recién llegamos, no había Internet en los hogares, solo en la administración, entonces todos íbamos a buscar Internet ahí afuera. Ahora como la mayoría tuvo la posibilidad de comprar extensores, tenemos también en los hogares. Algunos tienen dentro de las viviendas otros en el patio. Hay días en que la señal es excelente y otros días que no tanto ”.
¿Como les modificó la vida esta medida de aislamiento?
La cuarentena en el campo la sentimos mucho los fines de semana, porque extrañamos ir a visitar a nuestros familiares en el pueblo y tuvimos que dejar de hacerlo para cuidarnos y cuidarlos.
“A nosotros como familia nos ayudó a estar más unidos y a escuchar al otro”.
“Al principio pensamos que se nos iba a poner difícil, – nos cuenta – pero no… Resultó todo lo contrario. Tenemos más tiempo para estar en familia, cosa que hacía mucho no podíamos disfrutar por mi trabajo y lo que implica tener a cargo la dirección de una escuela (horarios, viajes, plenarios, etc). En cuanto a mi esposo, su vida laboral transcurrió igual, sin modificarse horarios ni el ritmo de trabajo… el campo siguió con su rutina: vacunación, destete, hacer parcelas con eléctricos, cambiar vaquillonas y terneros de parcela, etc.. Él y sus compañeros siguen trabajando como siempre…”
Mientras tanto las más pequeñas de la casa extrañaron y extrañan muchísimo el ir a la escuela y jardín ya que formaba parte de su rutina diaria.
Y Bárbara, como todos los docentes, tuvo que implementar nuevos modos de trabajo, buscando tareas prácticas y sencillas pero que igualmente puedan captar el interés de los niños sin sobrecargar a las familias. Un gran desafío para los docentes ha planteado esta cuarentena.
“Algo muy lindo que surgió es que presenté a mis alumnos cuentos tradicionales en los que mis hijas y yo somos protagonistas y utilizamos el espacio que nos rodea como escenario. Lo disfrutamos y además envío el cuento a mis alumnos y sus familias, quienes me han dicho que les gustó mucho”.
Seguramente esto de modificar hábitos los ha llevado a realizar actividades diferentes…
¿cuales son esas actividades?
“Hemos hecho muchísimas cosas productivas. Hicimos un sillón y una mesa reciclando pallets, con mi esposo armamos una hamaca también con pallets con el fin de usarlo como espacio de lectura al aire libre. También cosimos, pintamos paredes de la casa y macetas”.
Iniciamos un pequeño proyecto de huerta y almácigo (para esto nos facilitó las semillas Silvio Mastrangelo, director de la Escuela Nº 9, a la que asiste Bahiana). Elaboramos registros para observar el crecimiento de los plantines. Porque más allá de que podemos tener internet dentro de la casa, amamos disfrutar del aire libre y el contacto con el medio ambiente. Siempre y cuando el tiempo lo permita, claro.
Además por turnos hemos acompañado a mi esposo a su trabajo, buscamos leña en familia, atendemos a los caballos y los perros.
Dentro de todos estos cambios a los que hay que amoldarse, cada uno de acuerdo a su realidad de vida, Barbara nos cuenta que es lo que más “rescata” de esta vivencia.
Teniendo harina, no importa si un día
falta el pan.
– “Como positivo rescato la importancia de la familia. Que lo material pasa a segundo plano porque teniendo harina no importa si un día falta el pan, y nos arreglamos con lo que tenemos. Que lo más importante es estar juntos y solo así podemos superar cualquier dificultad”.
– “Destaco mucho el trabajo de los profesores de Bahiana y de mi hija Eugenia, que están trabajando firmes para que ellas tengan su tarea diaria o semanal”.
– “También quisiera destacar el compromiso de las familias que responden a las actividades que como docente propongo y los mensajes tan lindos de familiares y amigos que a la distancia nos dan aliento para seguir adelante, para no decaer, porque son tiempos muy difíciles y lo principal es mantenernos unidos”.
Agradecemos la buena predisposición de la familia Aristi-Román, en especial a Bárbara, porque de alguna manera nos dejó entrar en su casa y nos contó parte de su intimidad familiar.
Queríamos reflejar como transitan la cuarentena las familias en el campo. Claro está, que ésta no es la única realidad y que seguramente hay muchas familias transitando realidades diferentes.
El punto en común, estamos seguros, es que éste es un momento histórico a nivel mundial y que como en todas las crisis debemos rescatar, analizar y valorar cual es la enseñanza que nos deja y así mantenernos unidos y salir de esto fortalecidos.
Por OPCIÓN RURAL
FOTOS: Bárbara Román